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Hay
miradas que secuestran
Esther.
La Guardia Civil liberó en julio de 2002 a A.B., un
hombre que llevaba, supuestamente, 23 días secuestrado en Sevilla.
Los agentes se lo encontraron solo, en una cabaña (con las puertas
abiertas), tumbado en una colchoneta y escuchando música. Unos
supuestos secuestradores habían llamado días antes al hermano
de A.B. solicitándole 650 euros de rescate.
Tras la 'liberación',
A.B. siguió manteniendo su tesis del secuestro, y se ha juzgado
a los tres supuestos raptores que llamaron pidiendo el dinero.
A.B. reconoció en la Audiencia de Sevilla que la única amenaza
que le hicieron los acusados fue que "me miraban mal" y no se
le ocurrió nada para explicar el porqué no había
huido a pesar de tener libertad de movimientos.
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En
Sevilla hace mucho calor en verano
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Finalmente, en febrero,
el tribunal andaluz absolvió a los tres acusados, al considerar que
A.B. estuvo con ellos voluntariamente y que lo único que quería
era sacarle dinero a su hermano.
Este es, sin duda, uno de los secuestros fingidos más cutres de la
historia. Se trata de una auténtica chapuza. Por lo menos podía
haber cerrado la puerta de la cabaña para que no le vieran. Seguramente
hacía mucho calor en julio en Sevilla, pero cuando uno se pone a
fingir un secuestro tiene que procurar, como mínimo, esconderse.
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