Harold Shipman es, sin duda, el candidato al Premio Moriarty 2004 de este número. Múltiples motivos avalan esta candidatura: su larga trayectoria delictiva (27 años matando), su récord criminal (218 víctimas), su traición a la confianza de los pacientes (en muchos casos amigos), su falta de arrepentimiento, su intento de falsificar un testamento a su favor...

Harold Shipman: adicto a matar
Muere el mayor asesino en serie de la historia moderna

Esther. Harold Shipman, el asesino en serie más prolífico de la historia moderna, apareció muerto el 13 de enero de 2004 en su celda de la prisión británica de Wakelfield. Aparentemente, Shipman se suicidó colgándose de los barrotes de su celda con las sábanas de la cama. Está previsto que la investigación para esclarecer las causas de su muerte dure dos meses.

Este tío tan majo se cargó a 218
El Doctor Muerte, por excelencia, nos deja sin saber exactamente a cuántas personas ha asesinado. Un informe oficial de Gobierno Británico señaló en 2002 a un mínimo de 215 víctimas (171 mujeres y 44 hombres, de entre 41 y 93 años) y la probabilidad de que esta cifra se elevara a 260. Se estudiaron más de 500 muertes en las que se sospechaba que el médico podía haber tenido alguna relación. En enero de 2005, la autora del informe elevó el número de víctimas probadas a 218, añadiendo tres hombres a la lista, y afirmó estar convencida de que el médico había matado a 250 pacientes.
Nunca reconoció sus crímenes ni mostró arrepentimiento o remordimiento. Los psiquiatras que le examinaron llegaron a la conclusión de que nunca hablaría de sus crímenes porque era incapaz de reconocerse a sí mismo su culpabilidad.
Nadie sabe por qué un afable médico de familia, felizmente casado y con cuatro hijos, mató a centenares de pacientes. Janet Smith, autora del informe oficial sobre los asesinatos, señaló que posiblemente Shipman era "adicto a matar". Smith añadió que "hay evidencias de que tiene una personalidad adictiva, y es posible que matar fuera una forma de adicción".

Shipman no ganaba nada con los asesinatos, más bien perdía clientela. En alguna ocasión pidió a los familiares que le regalaran objetos personales del fallecido: una máquina de coser, un mueble, un periquito... Hasta que en 1998 cometió su único error al intentar falsificar -torpemente- el testamento de Kathleen Grundy, una paciente a la que había asesinado, que poseía una fortuna de 386.000 libras esterlinas (unos 579.000 euros). La policía inició una investigación por este hecho que culminó con su detención.

El médico adorable
Shipman era un hombre de pocos amigos que podía volverse agresivo, pero la mayoría de sus pacientes lo adoraban. Le describían como una persona muy amable, sobre todo con los ancianos, ante los que se mostraba como un amigo verdadero a la par que médico. A muchos incluso les gustaba su manera de llamar a las cosas por su nombre. Cuando Stephen Dickson le preguntó a Shipman el 28 de febrero sobre la esperanza de vida de su suegro, que padecía cáncer, el doctor le contestó: "yo no le compraría ningún huevo de Pascua". Él mismo se ocuparía cuatro días después de materializar su previsión. Sus víctimas eran pacientes con dolencias leves que le caían mal, enfermos crónicos y enfermos terminales.

La mayoría de los compañeros de trabajo lo consideraban como un médico en el que se podía confiar, adorable, entregado al cuidado de los pacientes, siempre disponible, trabajador y competente; pero para algunos colegas era también un poco extraño, siniestro y arrogante (sobre todo con los superiores).
Según sus compañeros, el único servicio que se le daba mal era ginecología y obstetricia (área en la que estuvo trabajando unos meses durante el período de residencia). Era demasiado bruto y tosco en los partos, y un médico le llegó a prohibir que volviera a tratar a su mujer (que estaba ingresada en el hospital). Se cree que empezó a consumir morfina en esta época porque la droga se utilizaba frecuentemente para aliviar el dolor de los partos y en este área era más fácil conseguirla.


Certificados de defunción
El número de crímenes por año fue aumentando paulatinamente. En 1997 batió su récord criminal con 37 asesinatos, según el citado informe oficial. El propio Shipman extendió los certificados de defunción de todas sus víctimas, salvo en tres ocasiones. La mayoría de los pacientes fueron incinerados, para lo cual un segundo médico tenía que confirmar los certificados de defunción. Para ello debía ver el cadáver y estudiar cuidadosamente las circunstancias de la muerte, pero la mayoría se limitaban a confirmar desde su consulta los certificados de sus colegas.
En determinadas circunstancias, como que un paciente falleciera en menos de 24 horas tras su ingreso en un hospital, el médico tenía la obligación de informar al forense, pero a Shipman le daban igual las normas y no informaba a nadie
.

Indemnización millonaria
Shipman se casó con Pimrose en 1965
Hasta el pasado 18 de junio el Doctor Muerte estaba bajo vigilancia especial para evitar que se suicidara. Se trata de una medida habitual entre los reos británicos que están condenados a cadena perpetua. No había mostrado ninguna tendencia suicida, aunque en una ocasión, según The Times, habló sobre la posibilidad de suicidarse para que su esposa cobrara una indemnización. Tras la muerte de Shipman, a los 57 años, su mujer recibirá 100.000 libras esterlinas (unos 150.000 euros), libres de impuestos, y una pensión vitalicia de 10.000 libras esterlinas (unos 15.000 euros) al año. Si el Doctor Muerte hubiera fallecido tras cumplir 60 años, su esposa sólo habría recibido 5.000 libras (unos 7.500 euros) anuales.
Los familiares de las víctimas han mostrado su desacuerdo con esta compensación económica. Cuando encarcelaron a Shipman les dijeron que había perdido su jubilación. ¿Tiene derecho un médico que asesina a sus pacientes a cobrar una pensión por su trabajo? ¿Y su viuda?
Su muerte ha dividido a la opinión británica. Por un lado están los que piensan que debían haber evitado que se suicidara para que cumpliera su castigo y, por otro, los que se alegran de su muerte por el dinero que ahorra a los contribuyentes que ya no tienen que costear su estancia de por vida en la cárcel.


     
  Datos Biográficos de Harold Shipman
 
  1946. Nace en Nottingham el 14 de enero.
1963. Muere su madre, a los 43 años, de cáncer de pulmón. Durante sus últimos días le administraban grandes dosis de morfina para paliar el dolor.
El Doctor Muerte en 1961
1965. Empieza a estudiar medicina en la Universidad de Leeds y a salir con Pimrose Oxtoby, la hija de un granjero. Se queda embarazada y se casan durante su primer año de facultad.
1970. Termina la carrera y obtiene el título de licenciado en Medicina y Cirugía. Trabaja como médico residente en el Pontefract General Infirmary de West Yorkshire.
1971. Acaba el periodo de residencia y se colegia. Sigue trabajando en el mismo hospital, donde pasa por los servicios de medicina interna, pediatría y ginecología y obstetricia. Empieza a matar.
1974. Trabaja como médico de familia asociado en Todmorden, Lancashire. Le ponen una multa de 600 libras esterlinas por recetar morfina a nombre de pacientes y utilizar la droga para su propio consumo.
1975. Le despiden. Ingresa en un hospital de York especializado en el tratamiento de adicciones y enfermedades mentales. Trabaja para los servicios sanitarios de Durham.
1977. Trabaja como médico de familia titular de la clínica Donneybrook House en Hyde (Manchester).
1992. Abre su propia consulta como médico de familia en Hyde, donde atiende a unos 3000 pacientes.
1998. La policía británica le arresta como sospechoso del asesinato de Kathleen Grundy.
2000. Shipman es condenado a cadena perpetua por asesinar a 15 de sus pacientes. El juez que le sentencia recomienda que nunca sea liberado.
2002. Un informe oficial revela que Shipman ha matado, como mínimo, a 215 pacientes y probablemente a muchos más. Eran 171 mujeres y 44 hombres, de entre 41 y 93 años, a los que inyectó morfina.
13 enero 2004. Shipman aparece ahorcado en su celda de la prisión de Wakefield, a los 57 años.
Enero 2005. El sexto y último informe oficial sobre los crímenes del médico de familia dice que Shipman ha matado como mínimo a 218 paciente (añade tres hombres a la lista, que fallecieron antes de que se estableciera como médico de familia). Janet Smith, la autora del informe, cree que probablemente mató a 250 pacientes, pero en algunos casos no hay pruebas concluyentes.
 
     

(Información actualizada en enero de 2005, tras la publicación del sexto y último informe oficial sobre sus crímenes, realizado por Janet Smith).



Doctores y Ángeles de la Muerte

El asesinato es una actividad que siempre ha sido muy popular entre los médicos. El British Medical Journal llega a decir que "la medicina ha dado más asesinos en serie que cualquier otra profesión". El propio diario médico establece una clasificación criminológica del personal sanitario que coloca en primera posición a los médicos, seguidos de enfermeros y dentistas. En el extremo opuesto están los veterinarios que, como colectivo, no han demostrado atracción alguna por el crimen a lo largo de la historia.
En el caso de los Ángeles de la Muerte (enfermeros asesinos) ha aumentado mucho el número a la par que la profesión se ha ido haciendo más popular entre los hombres.

Al margen de las profesiones ilegales (mafiosos, asesinos a sueldo, chulos de putas, terroristas, etc.) sólo hay otra actividad legal que proporciona un número de asesinos en serie comparable a las profesiones sanitarias: el ejército. Muchos asesinos en serie son ex militares que comenzaron su carrera criminal tras ser expulsados del cuerpo (Gary Ridgway, Dennis Nilsen, Jeffrey Dahmer "El Carnicero de Milwaukee", David Berkowitz "El Hijo de Sam", Robert Lee Yates,...)
En el caso de los ex militares asesinos, parece que se trata de personas con tendencias criminales previas a su ingreso en el ejército, que se decantan por una carrera profesional en la que se aprende a matar y se puede matar legalmente e incluso ser condecorado por ello (sobre todo en Estados Unidos). Pero en el caso de los Doctores y Ángeles Muerte no está claro si las tendencias criminales surgen antes o después de realizar los estudios universitarios.
En principio, parece que hay dos tipos de asesinos en serie en el campo sanitario: los asesinos vocacionales que se sienten atraídos por la Medicina porque tienen un interés patológico en el poder sobre la vida y la muerte, y los que desarrollan tendencias criminales tras años trabajando con los enfermos.
Al primer grupo pertenecería Shipman. Son personas que probablemente matarían a gente aunque tuvieran otra profesión. Predominan los médicos, que empiezan a matar al poco de iniciar su carrera profesional.
El segundo grupo estaría formado por profesionales que se hartan de tratar con los pacientes y podrían sufrir el síndrome de "burnout" (estar quemado). Se implican demasiado en los problemas de los enfermos y se produce un agotamiento emocional, pérdida de ideales, cinismo con los pacientes... Algunos afectados causan baja por depresión y otros se vuelven agresivos. Los asesinos con "burnout" son, sobre todo, enfermeros que trabajan con ancianos, enfermos terminales o en servicios de urgencia. Si estos criminales tuvieran otra profesión, probablemente nunca habrían matado a nadie.


Médicos asesinos
Hay centenares de médicos asesinos en la historia y decenas de libros dedicados exclusivamente a Doctores Muerte. En 1823 se detuvo por primera vez a un médico que había matado deliberadamente a pacientes en Francia. Era el doctor Edme Castaing. Había envenenado a dos hermanos administrándoles morfina, una nueva droga para la época, en un intento de quedarse con la herencia. Su detención supuso el fin de los años dorados del envenenamiento. La toxicología había avanzado mucho y si habían cogido a un médico, que conoce a fondo sustancias indetectables, qué pasaría con los aficionados.
Incluso el primer asesino en serie colgado en Estados Unidos era un médico. Harry Howard Holmes, "el Doctor Tortura", al que acusaron de matar a 200 mujeres en su "Castillo Asesino" de Chicago, entre 1892 y 1896.

Uno de los más famosos y repugnantes doctores asesinos es el francés Marcel Petiot que fue ejecutado en 1946 por 24 asesinatos. Petiot llegó a confesarse autor de 63 muertes.
El francés Marcel Petiot
El médico francés construyó unas fosas en su casa parisina para marinar a las víctimas en cal viva. Después quemaba los restos en la estufa. En 1944, durante la Segunda Guerra Mundial, se le incendió la chimenea y, cuando regresó a la casa, se encontró con la policía y los bomberos. Le preguntaron si aquellos cadáveres eran suyos y él dijo que sí, pero que se tenía que ir porque debía avisar a la Resistencia que acababan de descubrir el Cuartel General. Cuando se dieron cuenta de que las muertes no tenían nada que ver con la Resistencia empezaron a buscarle y le detuvieron un año después.
Petiot atraía a judíos ricos a su casa ofreciéndoles ayuda para huir de Francia. Una vez allí, los mataba con inyecciones letales, suministradas con el pretexto de cumplir los requisitos sanitarios para entrar en otro país. Petiot se quedaba con el dinero y los objetos de valor que los judíos intentaban llevarse en su viaje.


Mato a cien y me condenan por tres
Hay un gran número de médicos sospechosos de asesinato que han sido declarados inocentes a lo largo de la historia. David Lucy y Colin Aitken, matemáticos de la Universidad de Edimburgo, han elaborado un estudio al respecto en 2001, donde señalan la dificultad de condenar a médicos que desde el punto de vista científico son responsables de muertes. Según los escoceses, "para la ciencia empírica sólo es necesario demostrar una relación acción-resultado", por lo que un médico cuyos pacientes tienen una mortalidad muy superior a la de los pacientes de otro médico de una zona con clientela similar, sería considerado responsable del exceso de fallecimientos desde el punto de vista científico, pero no desde él jurídico, porque "para la Ley no es suficiente demostrar que se ha matado, hay que señalar a una víctima concreta".
Por todo ello, es habitual que médicos asesinos confiesen, se les acuse o se sospeche que han matado a centenares de pacientes y, finalmente, se les condene por una decena de casos, generalmente los asesinatos más cercanos a su detención y en los que no se ha incinerado en cadáver.
Los matemáticos escoceses señalan también que aunque siempre ha sido difícil demostrar los crímenes de Doctores Muerte, a partir de mediados de los años ochenta han aumentado considerablemente las condenas de personal sanitario asesino gracias a una mayor pericia de abogados y fiscale
s.

Bodkin heredó de numerosos pacientes
Uno de los casos más famosos de presunto Doctor Muerte que es declarado inocente fue el juicio del británico John Bodkin Adams en 1957. Acusado de haber matado a un paciente para beneficiarse del testamento, Bodkin declaró en el juicio que todo el mundo tiene que morir alguna vez, por lo que deberíamos hacer lo que podamos para "facilitar el paso".
Los periódicos sugerían que había envenenado a un gran número de ancianas ricas poco después de que le hubieran incluido en su testamento. Pero el periodista Percy Hoskins se opuso a las tesis de sus colegas; mantenía que el médico era inocente y que había una campaña policial contra él. Sus teorías produjeron un escándalo periodístico y policial que terminó con la declaración de inocencia del médico. A pesar de esto, muchos siguen considerándole culpable de la muerte de centenares de pacientes, creencia inducida -en parte- por el hecho de que el doctor Bodkin apareciera como beneficiario en el testamento de 132 de sus pacientes.
Tras su muerte, en 1983, dejó en su testamento 1.000 libras esterlinas para el periodista que le había defendido.


Enfermeros asesinos
Abundan en las residencias de ancianos. Muchas veces empiezan matando a enfermos terminales y acaban cargándose a los pacientes que les resultan pesados. La mayoría alegan eutanasia en su defensa. El problema es que para que haya eutanasia tiene que solicitarlo el enfermo y no hay constancia de que sus víctimas lo hicieran. Entre los casos más recientes están:

Charles Cullen. Enfermero norteamericano, 43 años. Detenido en diciembre de 2003 como sospechoso de la muerte de un sacerdote que estaba ingresado en el hospital en el que trabajaba. Confesó que había matado a entre 30 y 40 enfermos terminales, durante los 16 años que trabajó en hospitales de New Jersey y Pennsylvania. Alega que mataba por piedad, para terminar con el sufrimiento de sus pacientes.

Enfermero suizo de 34 años, cuyo nombre no se ha facilitado. Acusado en enero del 2004 de matar a 24 ancianos, de entre 66 y 99 años, en una residencia de Lucerna (Suiza). El joven fue arrestado en junio de 2001, y se realizó una investigación criminal que concluyó con las 24 acusaciones. Habría matado a los ancianos con sobredosis de medicamentos o asfixiándolos con bolsas de plástico. Dice que actuó por pena o simpatía. El juicio se celebrará a finales de 2004.

Lucy de Berk. Enfermera holandesa, 41 años. Condenada a cadena perpetua en marzo de 2003 por cuatro delitos de asesinato de pacientes y tres intentos en La Haya. Los investigadores la relacionan con otros once intentos y asesinatos. Parece ser que en el caso de Lucy la motivación era que se sentía cualificada para decidir sobre la vida y la muerte.

Christine Malevre. Enfermera francesa, 33 años. Condenada a diez años de cárcel en enero de 2003 por matar a siete de sus pacientes en un hospital de las afueras de París. Al principio dijo que había "ayudado" a morir a treinta enfermos terminales y acabó confesando su participación en cuatro muertes. Varios familiares descartaron que los fallecidos hubieran expresado su deseo de morir. Christine dice que actuó por compasión.

Orville Lynn Majors. Enfermero de 43 años condenado a 360 años de cárcel en 1999 por seis asesinatos, cometidos entre 1993 y 1995 en el Vermillion County Hospital de Clinton (Indiana, EE.UU.) En el juicio se presentaron informes hospitalarios que relacionaban al enfermero con 130 pacientes que habían muerto durante los trece meses que trabajó en el centro. En todos los hospitales en los que trabajó aumentaron desmesuradamente los fallecimientos durante su estancia. Los pacientes tenían un 43 por ciento más de posibilidades de morir cuando trabajaba Orville. En alguna ocasión comentó a sus compañeros de trabajo que "todos los viejos deberían ser gaseados". Sus víctimas tenían entre 58 y 89 años.

Donald Harvey. Enfermero condenado a cadena perpetua en 1987 por asesinar a 37 pacientes del hospital de Cincinnati (EE.UU.) donde trabajaba. Las autoridades creen que es responsable de 50 muertes en los hospitales de Ohio y Kentucky en los que trabajó.



 

 


 

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revista bimensual de crítica de crímenes
número 2- marzo 2004

 

 

 
próximo número 1 de mayo 2004
 
 
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