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Delincuentes españoles solicitan la castración química Esther. El abogado de Ismael Velázquez, el Asesino de Daimiel, solicitó la castración química para su cliente, durante el juicio que se celebró en la Audiencia Provincial de Ciudad Real (España) en noviembre. Ismael fue declarado culpable de un delito de asesinato con una agravante de ensañamiento por degollar en agosto de 2002 a Consuelo Pozuelo, una joven de 26 años que era compañera de trabajo de su esposa. La mujer del reo debía pensar que su boda había sido el acontecimiento más feliz en la vida de su marido porque éste se pasaba horas y horas mirando el vídeo de la celebración. Pero en realidad, al marido no le interesaba ni el vestido de la novia ni la tarta ni los parientes borrachos, ya que lo único que buscaba en la grabación eran las imágenes de la compañera de trabajo de su esposa. Ismael reconoció en la Audiencia que se masturbaba casi todos los días viendo las imágenes de Consuelo en la cinta. El acusado confesó haber matado a la joven. Explicó que fue a su casa, le propuso mantener relaciones sexuales y que, como la chica se negó, le cortó la yugular con un cuchillo de cocina para que no se lo pudiera contar a su mujer. La defensa alegó trastorno mental transitorio provocado por una desviación sexual del reo que, según parece, tiene un apetito sexual fuera de control. La Sección Primera de la Audiencia le ha condenado a veinte años de cárcel y a pagar 108.000 euros al marido de la víctima y 19.000 a los padres. El abogado de Ismael no ha sido el único de la temporada en solicitar la castración de su cliente. Él de S.P.B., un hombre de 43 años acusado de catorce agresiones sexuales, también ha anunciado en noviembre que su cliente solicitará la castración química en la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca. El fiscal no se ha opuesto a la petición, pero mantiene que el tratamiento deberá ser en todo caso costeado por el reo. El ministerio público solicita una pena de 103 años de cárcel para el acusado por un delito de abuso sexual, nueve agresiones sexuales y cuatro violaciones de niñas, cometidas entre 2000 y 2003. S.P.B. había sido condenado en 1987 a 68 años de cárcel por veinte agresiones sexuales similares y, al parecer, en esa ocasión también había solicitado la misma medida. La castración de violadores, una moda mundial Francia ha puesto en marcha en noviembre de 2004 un programa piloto de castración química de violadores y pederastas encarcelados. A partir de enero, 48 delincuentes reincidentes se someterán durante dos años a un tratamiento que inhibe las hormonas sexuales masculinas. La medida está encaminada a desmasificar las cárceles, ya que el 22 por ciento de los reclusos franceses están condenados por delitos sexuales y el 75 por ciento de éstos son pederastas. Pero los pioneros en la materia son los estadounidenses. En septiembre de 1996 California se convirtió en el primer estado norteamericano en aprobar la castración química como requisito obligatorio para que algunos reos pederastas pudieran tener acceso a la libertad condicional. La castración es opcional para los pederastas primerizos y obligatoria para los reincidentes. En ambos casos, los condenados pueden escoger entre la castración permanente (extirpación quirúrgica de los testículos) y la temporal (inyecciones semanales de Depo- Provera). Un año después, en 1997, Florida aprobó su ley de castración de delincuentes sexuales reincidentes que quieren acceder a la libertad condicional. Esta ley autoriza a los jueces a condenar a un acusado de delitos sexuales a castración química, que será obligatoria en el caso de los delincuentes sexuales reincidentes (siempre y cuando un informe médico aconseje el tratamiento). El juez determinará la duración del mismo, que puede ser de por vida. Si el condenado deja de recibir el tratamiento, sin autorización judicial, no sólo habrá violado su libertad condicional, sino que habrá cometido también un nuevo delito. Por su parte, la Asociación Americana de Libertades Civiles consideró que esta ley era anticonstitucional porque el tratamiento hace que los reos se conviertan en virtualmente impotentes, lo que les privaría del derecho fundamental a procrear. Por otro lado, sostienen que esta ley viola el principio que prohibe juzgar dos veces a un acusado por la misma ofensa.
Testosterona y agresividad
Por otro lado, los doctores Raboch, Cerna y Zmek del departamento de psiquiatría de la Universidad Charles de Praga publicaron en 1987 un estudio sobre "Los andrógenos y la agresividad sexual", en el que describían los casos de dos hombres con niveles bajos de testosterona en plasma (uno castrado y el otro con el síndrome de Klinefelter -que tiene más de un cromosoma X-) que habían cometido delitos sexuales. En realidad, hay pocos violadores dominados exclusivamente por su nivel hormonal. De hecho, muchos delincuentes sexuales son impotentes. Salvo los violadores ocasionales, la mayoría tienen deficiencias sexuales. Lo que menos abundan son los supermachos, como el Estrangulador de Boston que mantenía una media de seis relaciones sexuales al día con su esposa (ella se hartó de sus requerimientos porque no le quedaba tiempo libre para nada más, y el marido empezó a asaltar a todas las mujeres que se cruzaban en su camino, llegando a confesar 2000 agresiones sexuales). En cualquier caso, la castración química no es efectiva con todos los delincuentes. Lo principal es que el reo reconozca que su conducta está mal, fuera de su control y que no quiera reincidir. Los que quieren seguir delinquiendo siempre pueden tomar testosterona sintética de forma clandestina. Frutas extrañas crecen en Perú
Cerca de cuatro mil personas habían sido linchadas en Estados Unidos entre 1889 y 1930. La mayoría de las víctimas eran negros que fallecieron tras ser arrastrados, quemados, torturados o mutilados. La mayoría de los verdugos eran blancos, y sólo cuatro fueron condenados durante estos años. Las cifras proceden de un informe elaborado por el sociólogo Arthur Franklin Raper, a petición de la administración. La creación del Ku Klux Klan en 1866 contribuyó con la matanza de negros. Ahora los peruanos se han convertido en discípulos aventajados de los justicieros norteamericanos y durante los diez primeros meses de 2004 han intentado linchar a 1975 personas, de las cuales 693 han resultado con lesiones severas, según un informe gubernamental recogido en el diario La República. Peor suerte han corrido otros 18 ciudadanos que fallecieron en el linchamiento. La suya es una matanza de presuntos delincuentes a los que sólo hace falta que un vecino les acuse con el dedo. "Prohibido entrar a rateros, bajo pena de masacres" Y la cuenta continúa. En noviembre la policía rescató a Alberto Vargas de un grupo de ochenta justicieros populares que intentaban quemarle vivo en San Martín de Porres, uno de los barrios limeños con más linchamientos. Al parecer, le ataron a un poste, donde le golpearon y apedrearon hasta que confesó. "Prohibido entrar a rateros, bajo pena de masacres", reza un cartel situado en una de las calles del barrio. Éste fue el décimo intento de linchamiento del distrito en 2004. Días antes, unos vecinos mataron a otro hombre acusado de intentar robar en una casa. Su acompañante ingresó en el hospital, con cuatro puñaladas en el abdomen y tras ser atropellado por un coche. También en noviembre, la policía rescató a dos supuestos ladrones de electrodomésticos cuando estaban a punto de arder. Confesaron a base de golpes, insultos y escupitajos, y después de que les desnudaran y les cortaran el pelo. Así que, ahora la policía de este distrito limeño tiene doble trabajo: detener a los delincuentes y contener a las masas enardecidas. En diciembre, un ex policía que trabajaba como vigilante de seguridad de una sala de juegos asesinó supuestamente a tiros a un cliente por llamarle "Mario Bross". Después dijo que el fallecido intentó atracar y que él consiguió arrebatarle la pistola, pero había demasiados testigos. Cuatro centenares de vecinos de San Martín de Porres se reunieron en el local para evitar que la policía se llevara al vigilante, y algunos intentaron lincharle. Ante la oposición de los agentes, destrozaron el mobiliario. La policía hizo algunos disparos al aire y lanzó bombas lacrimógenas para disolver la concentración. Por otro lado, justicieros de Felipe de las Casas, en el distrito de Ventanilla (Lima), han llegado todavía más lejos y han creado sus propias cárceles. Son unos habitáculos de hierro en los que, según ellos, sólo encierran a los delincuentes durante unas horas para después entregarlos a la policía. Con estas cifras parece que el país se puede convertir en un destino turístico ideal para sádicos, donde pueden lapidar, azotar, escupir y plantar fuego a personas impunemente. Según un estudio de opinión realizado por la consultora Apoyo entre 600 habitantes de Lima, el 61 por ciento de los encuestados cree que la población tiene derecho a hacer justicia por su cuenta, pero sin llegar a matar. El 83 por ciento considera que la violación de menores es el delito que más justifica un linchamiento, el 52 por ciento menciona los hurtos, el 33 por ciento la corrupción, el 26 por ciento el terrorismo, el 25 por ciento la violación de mayores y el 24 por ciento el tráfico de drogas. En Lima se registra un asalto cada cinco minutos, un robo domiciliario cada hora y veinte robos de coches al día. Los linchadores se justifican alegando que la policia no es eficiente, y las autoridades dicen que necesitan más agentes porque desde los años noventa se ha reducido el número de efectivos de 122.000 a unos 91.000. Detrás de los linchamientos suele estar la desconfianza de la población en la efectividad del sistema judicial. La idea de benevolencia estatal con los delincuentes unida al habitual deseo de venganza de las víctimas. La popular frase de "los delincuentes entran por una puerta en el juzgado y salen por otra" es una excusa típica de justicieros porque aunque existan múltiples factores que determinan el aumento o la disminución de las tasas de criminalidad, las víctimas suelen centrarse en el endurecimiento de las penas. Inocentes ajusticiados Lo peor de este método de impartir justicia es que muchas veces los linchados son inocentes. En el barrio peruano de Villa María del Triunfo casi queman vivos en diciembre a dos hermanos policías y a sus primos, creyendo que eran ladrones. La historia parece sacada de una pesadilla. Al parecer a uno de los policías le habían robado el coche días atrás y pidió ayuda a sus familiares para rastrear el barrio. Algunos vecinos consideraron que su comportamiento era sospechoso y dieron la voz de alarma. Ellos explicaron que eran policías buscando a ladrones de coches, pero nadie les creyó. Enseñaron las placas, pero alguien gritó que eran falsas, y el hecho de que fueran armados les convertía en delincuentes peligrosos. Los vecinos los ataron, les flagelaron y cuando estaban intercambiando opiniones los partidarios de su incineración y el sector anti pena de muerte, fueron rescatados por compañeros del cuerpo. Pero el caso más escandaloso de la temporada de policías ajusticiados por la masa se produjo en México. En noviembre tres policías estaban fotografiando un colegio en San Juan de Ixtayopan (Tháhuac) por un asunto policial, cuando fueron atacados por dos centenares de vecinos que creían que se estaban enfrentando a unos secuestradores de niñas. Dos de ellos fallecieron a consecuencia de los golpes y el tercero sufrió graves lesiones. Días después detuvieron a 29 personas acusadas del crimen. Auge internacional de linchamientos Aunque parece que Perú se está convirtiendo en el paraíso de los justicieros, sólo en noviembre se han registrado numerosos sucesos similares en otros países. En Málaga (España) una veintena de vecinos lincharon a Francisco G.E., un toxicómano de 30 años que, al parecer, intentó atracar a una mujer con un cuchillo de cocina e hirió a un hombre que intentó defenderla. Francisco estaba casi desnudo y drogado. Los vecinos lo apalearon y le quitaron la poca ropa que llevaba. La policía se lo llevó al hospital, donde falleció con posterioridad. La policía que ha sido más diligente con los linchamientos de la temporada es la venezolana. Consiguieron rescatar con vida a Dionisio José Rivera, alias "Mal de Rabia". Dionisio había intentado atracar a un viandante en Urdaneta, a punta de pistola, y un grupo de vecinos le dieron una paliza y le dispararon en una pierna. En Argentina parece que la cosa está más organizada. El tribunal de San Isidro ordenó investigar la existencia de escuadrones de la muerte que eliminan a delincuentes juveniles reincidentes. Se cree que estos grupos justicieros están formados por policías, ex policías y civiles que, en algunos casos, ofrecerían servicios de seguridad privada. Los padres de jóvenes delincuentes intentan ingresar a sus hijos en algún centro porque reciben amenazas de muerte. Chino inventa un método de recaudación de fondos Esther. El chino Gu Qing se ha inventado un sistema muy original para conseguir dinero con el que financiar la creación de una empresa. Lo malo del método es que si no hay ganancias y no se recupera la inversión, se convierte en un fraude (al menos en China). Gu Qing alquiló 48 coches, valorados en 570.000 euros, desde abril de 2000 hasta marzo de 2002. Los vehículos los utilizó como garantías de préstamos que solicitó a cuarenta personas por un total de 385.000 euros. Se gastaba parte del dinero en pagar los alquileres de los coches e invirtió 176.000 en una compañía publicitaria y en apostar a partidos de fútbol. Seguramente lo de la ludopatía fue lo que le perdió y en un momento dado dejó de pagar parte de los alquileres, por lo que algunas compañías le denunciaron. La policía todavía no ha recuperado doce de los vehículos y Gu Qing ha sido condenado a quince años de cárcel y a pagar una multa de 13.000 euros. Las ciencias adelantan: supercoca transgénica
La nueva planta genéticamente modificada alcanza una altura de 2,75 metros (el doble que el arbusto normal), es más frondosa y contiene ocho veces más alcaloide que una planta corriente. Negocio seguro. Además, debido a su tamaño y robustez, es más resistente a los herbicidas que se utilizan para combatir el cultivo. Y es que la ciencia no se detiene. |
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revista
bimensual de crítica de crímenes
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número
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