Los gángsters se pasan al cybercrimen
Moderno Landrú y su timo del amor
El robo del coche vendido
La estafa de los uniformes de trabajo
Falso médico del ministerio del Interior al descubierto
Créditos hipotecarios para insolventes



Los gángsters se pasan al cybercrimen


Esther. Ya no habrá tipos duros con cicatrices, narices rotas y trajes de rayas en las pelis de mafiosos del futuro. Para adaptarse a los nuevos tiempos los capos del séptimo arte tendrán que ser esmirriados con gafas, enganchados a las nuevas tecnologías.
Seis miembros del clan Gambino de Nueva York se han declarado culpables, en febrero, de defraudar 650 millones de dólares USA a consumidores de Estados Unidos, Asia y Europa, a través de páginas web pornográficas y líneas telefónicas de tarificación extra cara, entre 1996 y 2002. Se trata del mayor fraude a los consumidores de la historia de Estados Unidos.
Richard Martino
Al jefe del grupo, Richard Martino, de 45 años, le pueden condenar a una pena de 10 años de cárcel, mientras que al capo Salvatore LoCascio, de 45 años, le pueden caer 9 años de prisión como supervisor de la operación. Martino era un protegido de John Gotti, fallecido en 2002, y Salvatore es hijo de Frank LoCascio, capo y asesor de La Familia condenado a cadena perpetua.
La fiscalía de Nueva York formuló la acusación en febrero de 2004 por conspiración mafiosa, conspiración para cometer fraude en las comunicaciones y blanqueo de dinero. Se trataba de una ampliación de los cargos formulados en 2003 contra Richard Martino y Norman Chanes por defraudar 230 millones de dólares USA a miles de internautas.

Estos gángsters modernos se ajustan más que nunca a la famosa cita de Al Capone: "Soy un simple empresario que ha tenido éxito". Muchas de las tácticas empleadas por los mafiosos para estafar a los consumidores las usan las empresas legales con el mismo fin, aunque nunca les imputen judicialmente.
Lo único que aparentemente diferencia a los chicos del clan Gambino de los empresarios audaces es que entregaban parte de sus ganancias a La Familia.



 
El Fraude telefónico del clan Gambino
Incluyeron en las facturas de millones de consumidores servicios que no habían solicitado, ni autorizado.
Frank LoCascio
Primero, anunciaron en medios de comunicación números de teléfono gratuitos con los que se podía acceder a muestras de líneas eróticas, echadores de cartas, adivinos varios, citas con gente estupenda,... Estos teléfonos sí eran gratuitos, pero a partir del momento en que un consumidor los marcaba, le empezaba a llegar a su cuenta un cargo por un servicio que no había autorizado.
Los cargos extra en las facturas iban a nombre de USP&C, una de las múltiples compañías de los mafiosos, y eran un tanto equívocos. Cuando había muchas quejas por parte de los consumidores, los acusados utilizaban el nombre de otra de sus compañías para seguir cargando el dinero extra en sus facturas.
Llegó un momento en el que tenían tantas reclamaciones que crearon su propio centro telefónico de atención al cliente, para intentar evitar que las quejas llegaran a las autoridades. Los teleoperadores intentaban convencer a las víctimas de que ellos mismos habían autorizado los cargos extra en sus líneas. Si esto no funcionaba, les ofrecían la devolución de parte de los cargos fraudulentos y como solución final a los clientes más insistentes, les devolvían el total. Para potenciar su poder de convicción tenían dos tipos de teléfonos gratuitos, los legales (en los que en un momento dado se pedía la autorización del interlocutor para cobrarle por un servicio extra en su factura mensual) y los que anunciaban en la prensa (que no pedían ninguna autorización). A los que se quejaban les daban a veces alguno de los números legales para intentar hacerles creer que cuando llamaron, autorizaron, sin darse cuenta, la inclusión de ese cargo extra en su factura.
De todas formas, había tantas quejas, que en un momento dado, algunas compañías telefónicas retiraron a USP&C la autorización para incluir cargos extra en sus facturas. A partir de ese momento, los mafiosos se dedicaron a mandar sus propias facturas a los consumidores, similares a las de las compañías telefónicas y con nombres engañosos, que parecían ser de una división o de un sector de la empresa con la que la víctima tenía contratada la línea telefónica. En ellas, además, amenazaban con cortar la línea en caso de impago.


Sexo gratis en internet
Los mafiosos crearon una red de páginas web pornográficas en las que quedaba atrapado el internauta. Había un punto en el que las anunciadas como páginas gratuitas solicitaban un número de tarjeta de crédito, como prueba de que el usuario era mayor de edad para acceder a contenidos para adultos. La única forma que tenían para salir de esta página era facilitando esos datos porque, en este punto, desactivaban el botón de volver atrás del navegador.
En 1999 la compañía con la que llevaban a cabo este fraude era la tercera de Estados Unidos que más devoluciones tenía de VISA. Los mafiosos crearon entonces otras compañías asociadas para diversificar los cargos. En 2000 VISA vetó al director de la compañía, pero los gángsters siguieron utilizando otras empresas a nombre de diferentes personas.


Subvenciones estatales
Richard, de 45 años, y Daniel Martino, de 54 años, también se han declarado culpables en febrero de estafar al gobierno nueve millones de dólares USA. Los hermanos poseen, entre otras muchas cosas, una pequeña compañía telefónica que atiende a unos 8.000 clientes de Kansas City. A partir de 1998, se dedicaron a falsear los gastos de la empresa para obtener subvenciones del gobierno. Según el acuerdo judicial al que han llegado por esta causa, a Richard le pueden caer hasta diez años de cárcel y a Daniel, cinco. Tendrán que devolver, además, unos nueve millones de dólares USA.

 




Moderno Landrú y su timo del amor

Esther.
Ponía anuncios en los periódicos para conocer a mujeres solitarias, mayores de 40 años y con solvencia económica. Después las enamoraba y les proponía asociarse para comprar mercancía en Panamá. Antes de emprender el viaje, iba al centro de San José (Costa Rica), con la excusa de hacer una gestión, y les decía que se bajaran del coche, mientras él buscaba aparcamiento. Las mujeres dejaban el bolso en el vehículo con el dinero que llevaban para las compras y el enamorado desaparecía. La policía le detuvo en enero, se trata de un hombre de 60 años contra el que ya hay siete denuncias por hechos similares.





El robo del coche vendido

Vendía y robaba su propio coche
Esther. Un joven de 24 años intentó hacer un negocio redondo con un coche que se compró a plazos en Onda (Castellón, España), pero le salió mal. El chico vendió el coche en octubre de 2004, aunque el vehículo tenía una carga de 11.600 euros. No debía estar contento con los beneficios y, según la Guardia Civil, robó su propio ex coche. Le detuvieron en enero cuando estaba intentando vender de nuevo el vehículo. Le acusan de robo y estafa.




La estafa de los uniformes de trabajo

Se quedaba con el dinero de los uniformes
Esther. Beatriz Eugenia Vega, de 38 años, ponía anuncios ofreciendo trabajo a chicas para empaquetar harina en una fábrica de Bucaramanga (Colombia). A las candidatas les decía que el trabajo era suyo, pero que tenían que comprarse el uniforme con su dinero, que les sería reembolsado cuando se incorporaran a su puesto. Las acompañaba a la tienda en la que tenían que comprar supuestamente el traje y, cuando estaban en la puerta, Beatriz recibía supuestamente una llamada en la que le decían que la chica debía empezar a trabajar en ese momento. La víctima le daba el dinero para el uniforme y se iba a la fábrica en la que no tenía ningún trabajo. La policía detuvo a Beatriz, que en enero ya contaba con un centenar de denuncias similares en su contra.




Falso médico del ministerio del Interior al descubierto


Esther.
Practicar un poco con la fotocopiadora o aprender algo de diseño gráfico y falsificarse un título, es mucho más fácil que pasarse un lustro en la universidad. Después basta con inventarse un currículum y ya se puede empezar a buscar trabajo.
José Luis S.P. era un trabajador de una empresa de catering y limpieza de Madrid, hasta que en 1998 falsificó supuestamente el título de licenciado en Medicina. El hombre llegó a trabajar como médico en el ministerio del Interior, donde se ocupaba del área de asistencia y prevención de riesgos laborales. En enero le han acusado de falsificación de documento e intrusismo profesional.
La práctica de falsificar títulos académicos está cada vez más extendida. En Tailandia, por ejemplo, se puede comprar en la calle cualquier tipo de diploma de las universidades más prestigiosas.
Al margen de los falsificadores que sólo quieren prosperar laboralmente, también hay delincuentes comunes que se dedican a inventarse titulaciones para conseguir que les contraten en una empresa y robar las bases de datos de clientes (domicilios, cuentas bancarias, etc.). En Gran Bretaña las autoridades ya recomiendan a las empresas que comprueben los datos aportados por todos los demandantes de empleo.





Créditos hipotecarios para insolventes

Esther.
La policía ha detenido en Valencia a siete personas acusadas de falsificación de documentos para obtener créditos hipotecarios. La banda falsificaba tasaciones, hinchando el valor de las propiedades, y nóminas. Al parecer, los compradores eran personas sin recursos a las que pagaban unos 3.000 euros por su participación en el negocio. Aunque el banco acabara embargando la casa y subastándola, los delincuentes se quedaban con el dinero de la sobretasación y, en algunos casos, con los alquileres de las viviendas.
El supuesto cabecilla del grupo ya había sido detenido en diciembre de 2004 por hechos similares. Se cree que el fraude puede ascender a 2,5 millones de euros
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