Pena de muerte inapelable para asesino de la Verdad Suprema
El Asesino del Juzgado y el Ángel de Atlanta
Detienen a la "Asesina del Kebab" por matar a taxistas
El "Crimen de Cuenca", versiones argentina y china
Artesano brasileño confiesa asesinatos en serie
Esclavos infantiles sin cadenas
Tiburón tiroteado en ceremonia sadomaso
Los bebés milagrosos británicos proceden de Kenia
A la cárcel a estudiar la mente criminal
Caníbal come las extremidades de un amigo
Estudiante de derecho ejemplar mata a su madre



Pena de muerte inapelable para la Verdad Suprema

Esther.
El tribunal Supremo de Japón ha condenado a pena de muerte a Kazuaki Okazaki, un ex miembro de la secta la Verdad Suprema, de 44 años, por cuatro delitos de asesinato. La sentencia es inapelable y ratifica una condena de la Audiencia de Tokio de 1998. Okazaki es el primero de los 13 miembros de la secta condenados a muerte cuya sentencia se ratifica en última instancia.
El reo mató en 1989 a Shuji Taguchi, un adepto, de 21 años, que pretendía abandonar el culto. Ese mismo año asesinó al abogado Tusutsumi Sakamoto, de 33 años, a su mujer, Satoko, de 29 años, y a su hijo Tatsuhiko, de 1 año. Los cadáveres aparecieron en 1995 en una zona montañosa. El abogado había iniciado una especie de cruzada contra el culto y se dedicaba a ayudar a adeptos que querían abandonar la secta y a desvelar públicamente falsedades de Shoko Asahara, líder y creador del grupo.

La Verdad Suprema
En 1986 Chizuo Matsumoto cambió su nombre por Shoko Asahara (Luz Brillante) y fundó la secta La Verdad Suprema ("Aum Shinrikyo"). Acababa de llegar de la India, de un viaje en el que, según él, se "iluminó" estando solo en el Himalaya y se convirtió, de repente, en la reencarnación de Shiva, dios hindú de la destrucción.
Asahara nació en Yatsushiro en marzo de 1955. Nació con glaucoma y sólo ve un poco con el ojo derecho. Los compañeros de clase se metían con él y sus padres lo mandaron a un colegio para ciegos, donde pasó a ser el chulo de la clase que se metía con sus colegas, aprovechando su visión parcial. En 1977 no pudo entrar en la Universidad de Tokio y empezó a estudiar acupuntura y medicina china por su cuenta. Un año después se casó, y el matrimonio se dedicó a vender hierbas y remedios naturales. Dos años antes de su viaje a la India, ya tenía un nutrido grupo de seguidores en las clases de yoga que impartía y, tras ver la "luz", decidió ampliar horizontes.
Shoko Asahara Fundó la secta en 1986
El nombre del grupo proviene de "Poderes de creación y destrucción de Universo" (Aum) y "Enseñanza de la Verdad Suprema" (Shinrikyo). El culto aunaba las profecías de Nostradamus con ideas del budismo, hinduismo y taoismo. Los adeptos creían en la reencarnación, hacían yoga y meditaban. Previo pago, el gurú decía que les enseñaba telepatía, levitación y a desarrollar visión de rayos X. También permitía que los adeptos bebieran un poco de su sangre milagrosa, al módico precio de 7.000 dólares USA, y, para los más ahorrativos, comercializaba agua embotellada en la que se había bañado, a 800 dólares USA la botella. La secta pretendía enseñar su verdad suprema sobre la creación y destrucción del universo y los seguidores debían trabajar para transformar la energía negativa en positiva y para evitar la destrucción del planeta en una guerra nuclear.
El líder espiritual hacía lo normal: alejar a los adeptos de familiares y amigos que no formaban parte del grupo, quedarse con su dinero e intentar que los niños del grupo no se relacionen con otros pensamientos en el colegio...
En 1989 Shoko entró en política con el Partido de la Verdad Suprema (Shinrito) que en vez de viviendas de protección oficial o bajadas de impuestos, tenía unas miras mucho más ambiciosas y ofrecía a los votantes la "Salvación". Ante los malos resultados electorales, los creyentes decidieron que no podían salvar al mundo y que lo que tenían que hacer, en su defecto, era salvarse a sí mismos, por lo que se liaron a construir refugios antinucleares.
Como la destrucción planetaria se hacía de rogar, decidieron darle un empujón al Apocalipsis y empezaron a hacer sus pinitos con las armas químicas en 1993. Por entonces, el grupo tenía un millar de seguidores en Japón y Rusia. En junio de 1994 realizaron un primer ataque con gas Sarín en una zona de Matumoto en la que residían tres jueces que llevaban causas contra la secta. Murieron siete personas y hubo centenares de heridos. Las autoridades le echaron la culpa, en principio, a un jardinero. En esta ocasión, los fanáticos pusieron el gas sobre una superficie caliente para que se vaporizara, mientras lo esparcían por el barrio con un ventilador.
El ataque más famoso del grupo es el del metro de Tokio de 1995. Cinco fanáticos entraron en vagones de diferentes estaciones y dejaron en su interior bolsas con gas Sarín, que pincharon con un paraguas antes de abandonar los trenes. Después, huyeron en el vehículo de otros cinco adeptos que les esperaban con un coche a la puerta de las estaciones. El resultado fueron doce muertos y 5.500 heridos.
Shoko y tres decenas de seguidores fueron detenidos por su relación con los atentados del gas Sarín y con una treintena de asesinatos de ex adeptos que abandonaron el culto y enemigos diversos.
En la actualidad la secta se llama "Aleph" y tiene medio millar de seguidores liderados por Fumihiro Joyu.

El gas Sarín
Intentaron comprar armas nucleares
La CIA empezó a fijarse en la secta cuando se enteraron de que trataban de conseguir armamento nuclear. Los fanáticos de la Verdad Suprema hicieron pruebas con casi todas las armas químicas (gas mostaza, VX, soman, tabun...) hasta que decidieron concentrarse en el gas Sarín, del que planeaban fabricar 50 toneladas.
El sarín fue sintetizado por primera vez por químicos alemanes en 1937 para ser utilizado como pesticida. La primera vez que se utilizó como arma fue en 1980, durante la guerra Iran- Irán.
Los productos necesarios para sintetizar este gas nervioso se pueden conseguir fácilmente y existen manuales en los que se explica como "Silent Death".
Por inhalación o contacto con la piel, el Sarín puede matar a una persona en minutos provocando asfixia, debido a una parálisis de los músculos que rodean los pulmones. Tres años después de los ataques del metro de Tokyo, los viajeros que habían estado expuestos al gas nervioso seguían presentando rigidez muscular, molestias oculares, dolor de cabeza, pérdida de memoria y fatiga.

El visionario del gas sarín enloquece en la cárcel (adegüello, enero 2006)




 


El Asesino del Juzgado y el Ángel de Atlanta

Juanma. Ashley Smith, de 26 años, cobró 60.000 dólares de recompensa por su contribución a la captura de Brian Nichols, el fugitivo que escapó del juzgado después de matar al juez, a un policía, a una funcionaria y a un agente de aduanas.
Todo comenzó el 11 de marzo en el juzgado del condado de Fulton, en Atlanta, donde Nichols, de 33 años, iba a ser juzgado por violación y posesión de drogas. Como es habitual cuando no se considera especialmente peligroso al reo, éste iba vestido de civil y se le habían quitado las esposas. Pero Nichols era más peligroso de lo que parecía. En un descuido de la agente que lo custodiaba, le arrebató el arma y disparó contra ella, contra el juez y contra una funcionaria. Estos dos últimos murieron. Nichols bajó a la calle y allí disparó contra otro policía que intentó detenerlo, matándolo también.

Fuga desesperada
Una vez en la calle, Nichols encañonó a un periodista para quitarle su coche y emprendió la fuga. Pero tuvo la sangre fría de abandonar este primer coche en el aparcamiento más próximo y robarle un segundo vehículo a un agente de aduanas, que después apareció muerto al norte de Atlanta. La policía movilizó al instante cientos de agentes para cazar a Nichols. Éste sabía que ni la policía ni los jueces se iban a andar con miramientos con él. Sólo le quedaba seguir huyendo a la desesperada.

El rehén providencial
Brian Nichols
Por la mañana, Nichols descubrió un posible escondrijo donde ocultarse antes de proseguir su huída: el aparcamiento de una casa de pisos. Nichols no lo sabía, pero en uno de los pisos vivía Ashley Smith, joven viuda con una hija de cinco años, que había salido temprano a comprar tabaco. El fugitivo se agazapó en el aparcamiento, en espera de que alguien llegara.
Cuando Ashley regresó y aparcó su coche, Nichols le puso una pistola en la cabeza y subió con ella a su apartamento. Allí la amordazó con cinta de embalaje y la metió en la bañera. Ashley lo vio todo negro.
Pero entonces las cosas empezaron a cambiar. Poco a poco, Nichols se fue calmando y le quitó la mordaza. Ashley habló con él y se ganó su confianza. Incluso vieron juntos la televisión, que mostraba la gran cacería desplegada para atrapar al fugitivo. "Soy hombre muerto", comentó éste.

El ángel
Y entonces, Ashley, que a estas alturas había tenido ya varias oportunidades de escapar y las había desaprovechado, se puso a leerle pasajes de un libro del pastor Rick Warren, "Una vida con sentido" (veinte millones de ejemplares vendidos), que ejercieron un efecto impactante en el atormentado cerebro de Nichols. ¡Incluso su vida arruinada podía tener sentido!
En un arrebato espiritual, el cuádruple homicida declaró que Ashley era un ángel enviado por Dios para hacerle ver el mal que había hecho y mostrarle el camino cuando estaba perdido.
Ashley tenía que ir a recoger a su hija. Nichols no puso inconvenientes. Estaba ya decidido a entregarse. Antes de que ella llamara a la policía, el fugitivo le preguntó: "¿Hay algo que pueda hacer por ti? ¿Colgarte unas cortinas?". "Haz lo que quieras", respondió ella. Cuando la policía llegó, Nichols se entregó sin resistencia.
Ahora Ashley, "el ángel de Atlanta", convertida en celebridad y mimada por los medios de comunicación, ha recibido una recompensa material a su comportamiento angelical: 60.000 dólares que le ayudarán a parchear su propia y achuchada vida. Según la prensa local, tiene "un pasado borrascoso" que intentaba reparar estudiando y trabajando de camarera.
En cuanto a Nichols, no damos un céntimo por su futuro policial-judicial, pero nos atreveríamos a pronosticar que en la cárcel va a ser un héroe.



 




Detienen a la "Asesina del Kebab" por matar a taxistas

Esther. La policía afgana detuvo en marzo a una supuesta familia de asesinos, acusados de matar a 27 hombres en Kabul y Jalalabad durante los últimos cuatro años. Las autoridades dicen que Shirin Gul, una mujer a la que se le ha puesto el sobrenombre de "la Asesina del Kebab", ha confesado entre rejas, aunque la chica ha negado, en una entrevista con la BBC, su participación en los hechos. Se cree que Shirin, su hijo Samiullah, de 18 años, y su amante Rahmatullah se dedicaban a coger taxis para ir a su domicilio y, una vez allí, invitaban a los conductores a kebabs y té. Les ponían barbitúricos en la comida, los estrangulaban con una cuerda, enterraban el cadáver en el jardín y vendían el taxi en una ciudad fronteriza de Pakistán por 10.000 dólares USA, según la policía. Las investigaciones se iniciaron en junio de 2004 por la desaparición de Haji Mohammed Anwar, un hombre de negocios de 60 años. Anwar habló por teléfono con su primo, cuando se dirigía casa de la pareja para hablar sobre la compra de una propiedad. La llamada es lo último que se supo del empresario. Su cadáver apareció dos días después y los investigadores fueron a preguntar a casa del trío, donde encontraron la ropa y los zapatos de Anwar.
Invitaban a las víctimas a kebabs
En el jardín de su casa de Kabul aparecieron 6 cadáveres enterrados a un metro y medio de la superficie y había otros 18 cuerpos criando malvas en una vivienda de Jalalabad en la que residieron años atrás. Además, bajo el suelo de esta vivienda estaba el cadáver del marido de Shirin, Mohammed Azam, de 60 años. Los investigadores creen que el propio Mohammed formaba parte del grupo criminal hasta que comenzó el romance y lo liquidaron. Tras su muerte, se fueron a vivir a Kabul dejando en el anterior domicilio su peculiar plantación. Rahmatullah ya había sido condenado a 17 años de cárcel por la muerte de otro hombre, cuyo cadáver apareció en Logar. Según los investigadores, la mujer se dedicaba a coleccionar joyas y zapatos con los beneficios.
El fiscal Jefe de Afganistán pide pena de muerte para los tres.
Shirin le dijo a la BBC que sabía que había cuerpos frescos en el jardín, pero que no tenía ni idea de donde habían salido. La mujer dijo que sí sabía que Rahmatullah había matado a su marido, pero que apoyaba este crimen porque el fallecido le pegó durante toda su convivencia marital. También dijo en la televisión británica que su amante se relacionaba con un grupo de asesinos de taxistas, pero que ella nunca le había vista matar a ninguno.

Asesinas en serie
Shirin Gul es la reclusa más famosa de Afganistán y, de confirmarse las acusaciones, se colocaría en un puesto destacado dentro de la clasificación de asesinas en serie de la historia. A los varones asesinos, cuyo principal interés es el beneficio económico que les reportan sus crímenes, no se les suele incluir en las listas de asesinos en serie, casi siempre se les puede encontrar en el apartado "mafiosos", entre los "empresarios emprendedores" o los "matones a sueldo".
Las mujeres, por el contrario, aunque maten por el simple placer de quitarle la vida a alguien suelen aprovechar para sacar algún beneficio. Salvo en el caso de las enfermeras asesinas o de las criminales con síndrome de Munchausen (que pueden liquidar a toda su prole, aunque no tengan seguro de vida), la mayoría de las asesinas en serie matan por dinero o por librarse de familiares molestos, sobre todo maridos. Lydia Sherman (la "Reina del Veneno") mató a 45 personas entre maridos, hijos naturales y adoptivos; Mary Ann Cotton se deshizo de catorce personas, entre los que estaba su mejor amiga, dos amantes y familiares varios o Janie Gibbs, que mató a cinco familiares para cobrar los seguros de vida, son algunos ejemplos. Ejemplos más recientes son la adorable Dorothea Puente y la famosa Aileen Wuornos.

La prostituta Aileen Wuornos, también conocida como la "Damisela de la Muerte", es una de las asesinas más famosas, entre otras cosas, porque los siete hombres a los que mató no eran maridos, sino clientes. Entre 1989 y 1990 se cargó a los siete puteros, según ella, en defensa propia.
Wuornos fue ejecutada en 2002
Wuornos tuvo una infancia horrible, con una madre que la abandona, un padre pederasta violador... y empezó a ejercer la prostitución en Florida a los 14 años. La policía, en principio, buscaba también a su novia, Tyrea Moore, que posteriormente se convirtió en el principal testigo de cargo. Su primera víctima fue un violador que había cumplido condena, pero siete crímenes en legítima defensa era un número demasiado elevado. Tras escuchar el veredicto de culpabilidad de su primer juicio, Wuornos gritó: "Me violaron, ojalá os violen a vosotros basuras de América".
Arlene Pralles, una criadora de caballos cristiana, la adoptó poco después de su primera condena y contrató a un nuevo abogado. Wuornos explicó que su novia no se conformaba con el dinero que ganaba y que por eso en 1989 dejó de rechazar a los clientes que parecían peligrosos, pero a nadie le importó su explicación. En realidad todos a su alrededor estaban negociando la venta de los derechos cinematográficos de la vida de Wuornos para forrarse: la nueva madre, el abogado, la ex novia y hasta llegaron a dimitir policías del Departamento de Investigaciones Criminales, después de que el sheriff grabara en 1992 una conversación telefónica que habían mantenido los agentes sobre derechos cinematográficos. Al parecer, la nueva madre y el abogado pensaban que lo mejor para Wuornos era la pena de muerte porque así se reunía con Dios y, de paso, le proporcionaba un final a la película. La ejecutaron en octubre de 2002, tras ser condenada a seis penas de muerte por asesinato. Los libros, los dos documentales y la película basada en su vida: "Monster" han debido llenar los bolsillos de los que la rodearon.

Dorothea es un personaje fascinante. Entre 1988 y 1989 se dedicó a acoger a mendigos, alcohólicos y ancianos desamparados en su casa de Sacramento.
Dorothea Puente
Dorothea Puente era, por entonces, una viuda encantadora, de 61 años, a la que aparentemente sólo le preocupaban dos cosas: su jardín y ayudar a los desvalidos. Cobraba unos precios baratísimos por alquilar una habitación en su casa y hasta los servicios sociales le mandaban a la gente con problemas. Inexplicablemente los huéspedes desaparecían a los pocos días y no se les volvía a ver. Una trabajadora de los servicios sociales insistente se puso en contacto con la policía por la desaparición de un alcohólico y de paso les contó lo mal que olía la vivienda. Los agentes encontraron siete cadáveres en el jardín. Dorothea les convenció para que la dejaran ir a un motel, aduciendo que le iba a dar un ataque al corazón si seguía viendo los destrozos de su jardín, éstos accedieron y la ancianita huyó. Estuvo una semana en busca y captura hasta que la detuvieron en Los Angeles. El fin de Dorothea era quedarse con los cheques de la seguridad social de sus clientes.




 
Falsos culpables
El "Crimen de Cuenca", versiones argentina y china


Juanma. Dos tremendos errores de la policía y los jueces, uno en Tucumán (Argentina) y otro en Hubei (China), han quedado revelados, en marzo, al reaparecer vivas y coleando las supuestas víctimas de sendos asesinatos. Un hombre estuvo año y medio encarcelado, y otro once años, por crímenes que no se habían cometido. Dos cadáveres mal identificados fueron los desencadenantes. Y estos dos asesinatos reales han quedado impunes. Ni siquiera se sabe quiénes eran los muertos.

El crimen del "Ojota"
Rubén Darío Ovejero, conocido como "El Santiagueño", ha pasado un año y medio en la cárcel por haber matado a un vecino de su barrio que, como en la canción de Peret, no estaba muerto, sino tomando cañas.
Todo empezó el 22 de septiembre de 2003, cuando la policía tucumana encontró el cadáver de un hombre a la orilla del río Salí. Había muerto de una puñalada, pero la policía no supo identificar al difunto y nadie se presentó a reclamar o reconocer el cuerpo. Al cabo de unos días se decidió enterrarlo, pero antes hicieron un identikit.
Con estos datos se pusieron a investigar. A las pocas semanas, un limpiabotas de 12 años les dijo a los investigadores que el retrato correspondía sin duda alguna a un tal Pedro Roldán, más conocido como "el Ojota". Los agentes siguieron investigando por esta línea y averiguaron que el "Ojota" estaba en paradero desconocido, pero que antes de desaparecer había tenido problemas con dos vecinos, uno de ellos Ovejero "el Santiagueño".
Acusado del homicidio, Ovejero ingresó en prisión sin dejar de proclamar su inocencia. Y así transcurrió un año y medio. Hace unas semanas, la hermana de Ovejero, que se acababa de acostar, se levantó de la cama al oír gritos histéricos de su hija: "¡Mamá, el fantasma del Ojota, el fantasma del Ojota!". "Pero no era ningún fantasma -declaró la mujer al diario local La Gaceta-. Era el borracho de Roldán, que estaba vivo. Cuando lo vi, casi me muero. Pero después lo agarré de las orejas y lo metí en mi casa".
La mujer llamó al abogado defensor de su hermano y llevaron al Ojota al juzgado para aclarar la situación. No fue fácil que Roldán demostrara su identidad, pero al final quedó probado que el muerto no era él. ¿Quién era? Eso no se sabe aún, ni es probable que se sepa ya.

El marido abandonado
El caso chino es aun más terrible. Se podría considerar un caso extremo del viejo dicho castellano "encima de cornudo, apaleado". She Xianglin ha pasado once años en la cárcel y ha sufrido torturas por haber asesinado a su mujer, que en realidad lo había abandonado para casarse con otro.
La mujer, de nombre Zhang, desapareció en 1994. Tres meses después se encontró el cadáver de una mujer en un estanque. Los familiares de Zhang la identificaron sin dudar. El marido fue detenido, acusado del crimen, y se le arrancó una confesión por medio de torturas, según ha asegurado siempre. Fue condenado a 15 años.
Y ahora, once años después, la mujer ha reaparecido y ha sido identificada de manera irrefutable mediante pruebas de ADN. Había estado viviendo todo este tiempo en la provincia de Shandong, donde se había casado con otro hombre. She ha sido liberado entre las aclamaciones de 2.000 vecinos.
Pese a lo que le ha ocurrido, She procura ver el lado positivo de las cosas. "Hay justicia en el mundo", ha declarado. "No fue un problema de la ley misma, sino un error de los policías y demás defensores de la ley". Ni siquiera le guarda rencor a su ex mujer. "Si no hubiera reaparecido, podría haber seguido preso toda mi vida". No piensa demandarla por bigamia, a pesar de que se casó con otro sin divorciarse de él.
El abogado de She intentará que se le pague una identificación, pero hay cosas que no tienen precio: su madre murió agotada por la tensión de las continuas apelaciones, su hija tuvo que dejar el colegio a causa de la pobreza. "Esas cosas no se pueden comprar". Por no hablar de los once años de cárcel, en la que entró a los 28 y de donde ha salido con 39.
Mientras tanto, ahí quedan dos cadáveres sin nombre y dos asesinos satisfechos.



 




Artesano brasileño confiesa asesinatos en serie

Esther.
Aunque los asesinos en serie son algo inusual en Brasil, curiosamente los dos últimos que han salido a la luz, en un corto espacio de tiempo, le han tocado a las policías de San Luis (Maranhao) y Pará. Tres meses después de que Rodrigues de Brito se convirtiera en el mayor asesino en serie de Brasil con su confesión en San Luis, detuvieron a un nuevo supuesto asesino en serie que, aunque ha matado mucho menos, se ha hecho más famoso internacionalmente porque entre sus víctimas había turistas. A José Vicente Matías, un artesano de 38 años, de Firminopolis (Goiás), al que llaman "Corumbá" o "Magrao", le detuvieron el 29 de marzo en Bragança (Pará), en una operación en la que también colaboró la policía de San Luis. Corumbá confesó haber matado a seis mujeres entre 1999 y 2005 porque, según su versión, el diablo le susurraba en el oído que debía matar a siete mujeres. También dijo que había matado a turistas porque era xenófobo, debido a que los extranjeros iban a su país para burlarse de los brasileños. Le habían detenido en otra ocasión por agresión sexual y tenía una orden de prisión en su estado natal por estupro y atentado violento contra el pudor.
Corumbá empezó con las adolescentes locales, hasta que se le dio por las hippies extranjeras. Por lo general, encandilaba a las chicas, con las que solía mantener relaciones sexuales antes de matarlas. En principio dijo que mató a una mujer alemana y a una turista española porque se negaron a mantener relaciones sexuales. Con posterioridad, añadió que estas dos mujeres se habían reído de él y le habían rechazado después de que él intentara mantener relaciones sexuales, sin conseguirlo debido a sus problemas de impotencia. Con esta aclaración Corumbá se convierte en un presunto violador asesino impotente más en la larga lista de delincuentes sexuales que sufren esta disfunción.

Más sobre violadores impotentes: Tony King y el culebrón de la costa (Adegüello, enero 2004), Delincuentes españoles solicitan la castración química (Adegüello, enero 2005).

Víctimas según la confesión de Corumbá

Natalia Canhas Carneiro, de 16 años, falleció en Tres Marias (MG) en septiembre de 1999. El presunto asesino dijo que tras seducir a la adolescente la mató a pedradas. Su cadáver apareció un mes después escondido entre la vegetación.

Simone Pinho, artesana de 25 años. La mató en junio de 2000 en Lençóis (Bahia), con el mismo sistema. El cadáver todavía no ha aparecido. Su madre creó la ONG de ámbito nacional "Simone Pinho" que se encarga de buscar a desaparecidos y ayudar a sus familiares y que tiene un programa de televisión. Corumbá dijo que la chica tenía un papagayo y que se lo comió tras asesinarla. En realidad, Simone tenía un periquito pero el dato parece confirmar que la artesana fue una de sus víctimas. (Los restos del pájaro aparecieron dentro de una bolsa de Simone en un río). En su caso, dijo que la mató porque le quitaba clientela.

Lidiayne Vieira de Melo, de 16 años, murió apuñalada en Goiania en enero de 2004. Corumbá dijo que la tuvo dos días secuestrada antes de matarla y cortale la cabeza. Lidiayne conoció al detenido un mes antes de su muerte porque se quería hacer dos tatuajes, según una amiga de la víctima.

Katria Ratikov, de 29 años, desapareció en diciembre de 2004 en Pirinópolis. Era una turista rusa, nacionalizada israelí. A veces dice que la chica era una alcohólica, que se dio un golpe en la cabeza cuando paseaban por el campo, y otras, que la mató a pedradas.

Marianne Kern, de 39 años. Era una alemana que llevaba más de diez años viviendo en Brasil. Su cadáver apareció semienterrado en Barreirinhas (Maranhao) en marzo de 2005.

Nuria Ferández Collada, turista española de 27 años. La mató en Alcantara (Maranhao) en marzo de 2005. Un barquero les llevó a una playa inaccesible. Cuando les fue a recoger la chica había desaparecido y el marinero avisó a la policía, que ya estaba sobre su pista por la muerte de la alemana.
Se estudia la posible relación de Corumbá con otras desapariciones.





Esclavos infantiles sin cadenas

Andrea.
En marzo las autoridades nigerianas descubrieron durante un control rutinario a 52 niños, de 1 a 5 años, hacinados en un camión perteneciente a una pescadería de Lagos. El supuesto traficante de niños dijo que sus padres habían consentido en alquilarlos como sirvientes. En estos casos la intermediaria se queda una comisión por alquilar a los menores.
El mes pasado la policía arresto, también en Nigeria, a cuatro traficantes de niños por vender bebés a 1800 dólares cada uno. Dos hospitales de la zona colaboraban con este negocio, seleccionando a los niños antes incluso de que nacieran. Faith John, una religiosa a cargo de un orfanato donde fueron encontradas diez niñas, seis de ellas embarazadas, y una docena de bebés, es la principal sospechosa. La policía investiga si la detenida y sus colaboradores traficaban además con órganos. Aunque estos casos han causado mucha inquietud, se estima que aproximadamente unos 200.000 niños son parte del tráfico entre África central y oeste. La gente los compra como sirvientes, ya que suelen ser más dóciles que los adultos. Las niñas, además, suelen servir como esclavas sexuales para los hombres de la casa. Algunos gobiernos africanos son reacios a abordar el tema porque no quieren perder la imagen de víctimas de la esclavitud, que les sigue reportando beneficios entre las potencias colonizadoras. Por otra parte, la emergente clase alta africana, que es la mayor demandante de niños- esclavos, defiende esta práctica diciendo que, en realidad, ellos están salvando a esos niños de la pobreza.
En Níger han liberado siete mil esclavos
Pero dejar de ser esclavo tampoco es fácil. En Níger, uno de los países más pobres del mundo, se han liberado 7.000 esclavos como parte de una política del gobierno para reforzar las leyes contra la esclavitud. En algunas zonas de ese país, como la región de In Ates, el 9 por ciento de la población es esclava y trabaja para el otro 5 por ciento restante. Los esclavos son hijos de padres esclavos y sus dueños controlan todos los aspectos de su vida. Los bebés son separados de sus madres y la violación y abuso sexual son pan de cada día. Los esclavos se heredan o sirven como regalo. Como la mayoría son analfabetos su futuro como ciudadanos libres no parece muy prometedor, y organizaciones que luchan contra la esclavitud moderna, como la ONG Antislavery, dicen que si no se destinan fondos para ayudarlos, estas personas sin dinero, educación o futuro laboral empezarán a pensar que estaban mejor siendo esclavos.



 


Tiburón tiroteado en ceremonia sadomaso
Una llave perdida da la pista sorpresa


Juanma. Usted puede deberle dinero a la mafia rusa, haber despojado a su padre de su banco, hacer safaris en África, ser el más duro de los tiburones financieros, un tipo como Michael Douglas en "Wall Street"... y al final le matará una amante dominatix, mientras usted está atado a la cama con correas, vestido con una combinación de látex color carne.
Tal fue el destino del banquero y financiero francés Edouard Stern, de 51 años, que el 3 de marzo apareció muerto de varios balazos en su lujoso piso de Ginebra. La mafia rusa fue la primera sospechosa, porque Stern había perdido muchos millones de euros en una aventura inmobiliaria en Rusia. Pero no eran ésos sus únicos enemigos. A lo largo de su carrera de banquero y especulador, Edouard se los había ganado a espuertas. Empezando por su padre, que estuvo 15 años sin hablarle después de que le arrebatara la banca familiar, y siguiendo por su suegro, con el que intentó repetir la jugada.

Vida turbulenta
Al margen de sus negocios, Stern, de 1,97 metros de estatura y descendiente de una familia emparentada con los Rotschild, los Servan-Schreiber y otras varias dinastías de millonarios y peces gordos, llevaba una vida de playboy despendolado, con jet privado y compañías extrañas. Se dice que frecuentaba lugares calificados de peligrosos. En los últimos tiempos había explicado que se sentía amenazado y había obtenido un permiso de armas.
No le faltaba razón. La noche del 2 de marzo alguien le metió cuatro balazos después de atarlo a su cama. También presentaba señales de golpes. En el piso no faltaba nada, y eso que abundaban los objetos valiosos, las obras de arte e incluso el dinero en metálico. No se trataba, pues, de un robo. Y la puerta (de alta seguridad, con varias llaves) no estaba forzada. Y la víctima llevaba puesta una combinación de látex de color carne.

La pista de la llave
Pero sí que se echó una cosa en falta: una de las seis llaves del apartamento. La policía siguió esta prometedora pista y encontró la llave en poder de una mujer treintañera con la que Stern mantenía desde hace años una extraña y tormentosa relación. No sólo eran amantes sino que existían tratos financieros entre ambos, que habían motivado demandas por ambas partes. Y efectivamente, al poco rato la mujer se confesó autora del crimen y dijo que había tirado la pistola al lago Léman. Caso resuelto. Los móviles y los detalles exactos van a necesitar una explicación un poco más larga.


 




Los bebés milagrosos británicos proceden de Kenia

Andrea.
A Mary Deya, esposa de un pastor evangélico originario de Kenia, pero residente en Londres, la han acusado en marzo de raptar bebés para adopciones ilegales. Su marido, un pastor bastante sui generis, decía en sus homilías que el poder de sus rezos podía lograr que mujeres infértiles tuvieran descendencia. Con lo caros que salen los tratamientos de fertilidad asistida, seguro que muchos estaban más que dispuestos a creerle. Y en principio pareció que, por una vez, el religioso era serio y 53 parejas infértiles fueron bendecidas con un bebé.
Al parecer, el pastor Gilber Deya y su mujer consiguieron niños para repartir aquí y allá. Cuando los vecinos y la policía comenzaron a sospechar de la cantidad de niños que tenía la mujer del pastor, ésta declaró que eran suyos, aunque para su desgracia nadie la había visto embarazada. Aunque los tests de ADN demostraron que ninguno de los niños era suyo, el matrimonio siguió afirmando que eran "un regalo de Dios" y, según ellos, esos "niños milagro" no necesitan certificado de nacimiento, ni papeles oficiales, ni nada.
El ADN no concidía
Al final se descubrió que los bebés milagrosos eran traídos por la mujer desde Kenia a Inglaterra para ser posteriormente repartidos entre los fieles. Las autoridades de ambos países están colaborando para esclarecer como operaba esta red de milagros. Actualmente, en Kenia hay 30 niños bajo custodia y se han realizado test de ADN a 53 parejas, pero ninguna de ellas ha resultado tener parentesco biológico con su supuesto niño. Los padres se defienden diciendo que la policía de Kenia contaminó las muestras dando resultados poco fiables. Por su parte, el pastor está luchando por no ser extraditado a Kenia, mientras que en el país africano sus cómplices, el matrimonio Odera, también están acusados de robar tres bebés recién nacidos. Según los Odera, los niños son fruto de un milagro y sería poco razonable que los padres esperaran que Dios los hubiera bendecido con niños con su mismo ADN. Y es que algunos, puestos a pedir, no tienen límites.




 
A la cárcel a estudiar la mente criminal

Juanma. "He hablado a los jóvenes sobre el crimen por todo este país y en tres continentes. Pero hay cosas sobre el crimen que no puedes entender a menos que entres en el vientre de la bestia", le dijo John Stanley al juez que le condenó en marzo a nueve años por atracar un banco en Kansas City. La condena le va a permitir ampliar sus estudios sobre la mente y el comportamiento criminal.
Ni los redactores de ADEGÜELLO llegaríamos tan lejos. Stanley, conocido comentarista y escritor sobre temas criminales, de 61 años y natural de Dallas, fue detenido a los pocos minutos de atracar el banco, contando tranquilamente el dinero del botín (8.200 dólares) en el aparcamiento más próximo. Tenía colgando el bigote postizo que usaba como disfraz, y en el asiento de su coche estaban el arma empleada y una dentadura que también formaba parte de su caracterización. No pareció molestarle mucho que lo detuvieran.
Lo cierto es que Stanley no carece de experiencia penal. Desde los años sesenta estuvo entrando y saliendo de la cárcel por delitos menores (hurto, robo de automóviles, cheques sin fondos). En 1989, tras salir de una prisión federal, empezó a estudiar Criminología y Sociología en la Universidad de Texas en Austin. Así comenzó su nueva carrera de conferenciante y asesor. Incluso publicó un libro de viajes que, según él, está basado en los siete años que pasó en México viviendo como fugitivo. También presentaba un programa de radio en Dallas titulado más o menos "Conozca el crimen con John Stanley".
Antes de que lo juzgaran, Stanley declaró que hacen falta más programas de prevención del crimen y que era importante tener experiencia para escribir sobre el tema. La sentencia le dará ocasión de trabajar con calma y profundizar en sus estudios sobre la mentalidad criminal.
"Llevo mucho tiempo en este oficio y creía que lo había visto todo, pero usted me ha enseñado algo nuevo", dijo el juez.
Pero parece que la iniciativa de Stanley no ha caído demasiado bien entre sus compañeros de prisión. El pobre compareció ante el juez en silla de ruedas, con los ojos morados y dificultades de audición y vocalización. Otro recluso le había dado una paliza diez días antes. Una buena muestra de comportamiento criminal que el estudioso no habrá desperdiciado.



 




Caníbal come las extremidades de un amigo

Esther.
Peter Bryan, el Caníbal Inglés, de 35 años, ha sido condenado en marzo a cadena perpetua por dos delitos de homicidio. El fiscal descartó la acusación de asesinato debido a los antecedentes psiquiátricos de Bryan que padece esquizofrenia paranoide.
Peter Bryan, el Caníbal Inglés
Al caníbal le detuvieron por primera vez en 1993, tras matar a martillazos a Nisha Sheth, una dependienta de 20 años que trabajaba en la tienda de sus padres en Chelsea (Londres). Tras su internamiento en marzo de 1994 en el psiquiátrico penitenciario de Rampton, le dejaron en régimen abierto en enero de 2003, pero después de agredir sexualmente a una adolescente de 16 años, le ingresaron de nuevo en un hospital.
En febrero de 2004 le volvieron a dejar en libertad y lo primero que hizo es irse a casa de su amigo Brian Cherry, de 43 años, para matarlo a martillazos. Los vecinos avisaron a la policía por los ruidos y los agentes se encontraron al caníbal con el cadáver de su amigo troceado por el suelo y cocinando su cerebro en una sartén con mantequilla de clavo. Bryan ya había comido un poco de pierna y de brazo de su víctima. Según él, comer personas da mucha energía.
El caníbal ingresó en el psiquiátrico de Broadmooor, donde, en abril de 2004, mató a Richard Loudwell, un paciente de 59 años que, a su vez, había matado a una mujer de 89 años en Kent dos años antes. Le golpeó en la cabeza y después lo estranguló con un cordón de pijama, tenía intención de comérselo, según su confesión, pero el personal sanitario le interrumpió.
El juez que le condenó ha dictaminado que Bryan no saldrá nunca más en libertad. Le tendrán que encerrar a lo Hannibal Lecter por sus preferencias culinarias.





Estudiante de derecho ejemplar mata a su madre

Giuliana era la primera de la clase
Esther. "Ella es muerte en mi carne. Ella es sombra en el día. Ella es todo y es nada". Ganadora de concurso de poesía de la universidad femenina en la que estudiaba derecho, número uno de su clase, subcampeona de baile de un concurso de la tele, Giulana Llamoja, de 18 años, sólo tenía algunos problemas de entendimiento con su madre. Su padre, juez de lo penal de Lima, puso en práctica sistemas para evitar que las chicas se enfrentaran y como era de esperar, con un magistrado por medio la cosa acabó en tragedia. Giulana mató a su madre, María del Carmen Hilares, de 47 años, con 40 puñaladas. Durante el último año las discusiones eran continuas entre las dos mujeres. En la casa desaparecía dinero y objetos de valor y la madre le echaba la culpa a Giuliana. Las dos se ponían entonces a discutir y se insultaban, según el diario la República. Para mejorar la convivencia el magistrado prohibió, entre otras cosas, que la madre entrara en la habitación de la hija y viceversa.
María del Carmen había encontrado un paquete de raticida sospechoso, por la inexistencia de roedores en el domicilio, la tarde que falleció. Le preguntó a su hija por el hallazgo, al sospechar que la niña pensaba aderezar sus comidas con el mortífero elemento. Giulana confirmó sus sospechas, había vaciado el paquete en una botella de refresco, y se lió la discusión. La chica dice que fue la madre la que atacó primero con el cuchillo y que, entonces, ella se lo arrebató y la mató. Después, se llevó el cadáver al cuarto de baño y esperó a que llegara su hermano, de 17 años.
Su abogado solicitó arresto domiciliario para Giuliana alegando legítima defensa, pero su petición fue denegada en abril.




 

 


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