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Apoyo sin fronteras a "Los Tres de West Memphis"
Esther.
Desde Moscú hasta la Antártida, más de cincuenta conciertos
se celebraron en julio para pedir la libertad de "Los Tres de West
Memphis". Los tres adolescentes, que fueron condenados en 1994 por
el asesinato de tres niños, tienen miles de seguidores que les apoyan
y proclaman su inocencia en todo el mundo. Entre los más famosos
están el grupo Metallica, Tom Waits, la actriz Winona Ryder o el
escritor Stephen King. Su juicio, celebrado en plena psicosis norteamericana
por los crímenes satánicos, podría ser un nuevo fiasco.
(Paul Ingram, El padre endemoniado de Olympia).
En enero de 1994 condenaron a Jessie Misskelley, de 17 años, a cadena
perpetua con la posibilidad de alcanzar la condicional, tras un mínimo
de cuarenta años de confinamiento, por un delito de asesinato en
primer grado y dos en segundo grado. Tres meses después, condenaron
a Jason Baldwin, de 16 años, a cadena perpetua sin posibilidad de
lograr la libertad condicional y a Damien Echols, de 18 años, a pena
de muerte por tres delitos de asesinato en primer grado. El juez consideró
que Damian era el jefe del grupo satánico que había orquestado
los asesinatos.
Los crímenes
James Moore, Steven Branch y Christopher Byers, tres amigos de ocho años,
desaparecieron en West Memphis (Arkansas, EEUU) el 5 de mayo de 1993.
Iban en bicicleta cuando la madre de Moore les vio por última vez
con vida a las 6 de la tarde. Dos horas después el padre adoptivo
de Byers denunció su desaparición y empezó a buscar
a los menores acompañado por su esposa, su hijo Ryan y la madre
de Moore. Sobre las 10.30 horas se unieron al rastreo efectivos policiales.
Estuvieron buscando hasta las dos de la madrugada y retomaron la actividad
a las 8 de la mañana. La búsqueda había comenzado
en la colina de Robin Hood, lugar en el que finalmente aparecieron los
tres cadáveres el 6 de mayo a las 13.45 horas.
Los cuerpos de los tres niños estaban desnudos, con los tobillos
atados a las muñecas por los cordones de sus zapatos. Les habían
sumergido en zanjas de drenaje cercanas a un arroyo y presentaban golpes
en la cabeza, el torso y las piernas. A Byers, además, le habían
cortado el pene, el escroto y los testículos. Él era el
único que presentaba heridas defensivas. La ropa y las bicicletas
aparecieron también sumergidas en otra zanja. Sólo desaparecieron
los calzoncillos de dos de los niños. No había rastros de
sangre, ni se encontraron armas. Los agentes retiraron los cuerpos del
lugar en el que fueron encontrados antes de la llegada del forense que,
sin tomar la temperatura de los cuerpos, estableció que habían
fallecido después del amanecer del 6 de mayo. Los cadáveres
estaban lívidos y presentaban rigor mortis.
El sospechoso
Aunque el dueño de un bar cercano a la colina denunció el
5 de mayo, sobre las 20.30 horas, que un hombre negro cubierto de sangre
y lodo había estado una hora encerrado en el aseo de mujeres de
su establecimiento, y aunque posteriormente se encontrara un pelo de una
persona de raza negra en la ropa de una de las víctimas, la policía
no llegó a investigar está pista porque ya tenían
a su principal sospechoso identificado. Uno de los investigadores llegó
inmediatamente a la conclusión de que se trataba de un caso de
criminales satánicos y al día siguiente interrogaron a su
mejor candidato: Damien Echols, el heavy del pueblo. Echols era un adolescente
que vestía siempre de negro y al que le gustaba el rock duro (Metallica,
entre otros) y las novelas de Stephen King.
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A
Echols le gustaba Metallica y vestir de negro
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Damien se llamaba Michael Wayne
Hutcheson. Cambió el apellido de su padre por él de la nueva
pareja de su madre y el nombre se lo puso en honor a un sacerdote católico
que se dedicó al cuidado de los leprosos. En su búsqueda de
identidad de la adolescencia empezó convirtiéndose al catolicismo,
con Bautismo y Comunión incluidos, y acabó pasándose
a la Wicca, una religión pagana que surgió tras la publicación
en 1954 del libro "La Brujería Hoy" del británico
Gerald Gardner. Esta religión se basa en ritos mágicos ancestrales
de adoración a las fuerzas de la naturaleza. Es una religión
sin jerarquías, que considera el sexo como un placer y en la que
sus seguidores aspiran a convertirse en brujos, en el sentido de ser capaces
de controlar las fuerzas internas del ser humano para vivir mejor, en armonía
con la naturaleza, y sin dañar al prójimo. No creen en la
existencia de Satanás, hacen ceremonias mágicas desnudos en
función a las fases lunares, solsticios y equinocios. Los detractores
de Gardner le califican como un masón, nudista y sadomasoquista y
califican a esta religión como un refugio de homosexuales. (Echols
tienen en el pecho tatuada una estrella de cinco puntas, símbolo
de esta creencia).
De todas formas, el chico no debió encontrar el consuelo que buscaba
en sus descubrimientos espirituales e intentó suicidarse en varias
ocasiones, entre los 16 y los 18 años. Se intentó ahorcar,
ahogar, apuñalar y tomó pastillas, sin el resultado esperado.
A los 17 años se fugó con su novia. Entraron en una casa abandonada
donde les detuvo la policía. Entonces, le diagnosticaron un trastorno
maníaco depresivo.
La
confesión
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Jessie
tenía un trastorno de aprendizaje
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Tras interrogar en numerosas
ocasiones a Echols, como principal sospechosos, y a su amigo Baldwin, por
extensión, el 3 de junio de 1993 la policía detuvo a Misskelley,
un menor que padecía un trastorno de aprendizaje. Tras un interrogatorio
de 12 horas realizado sin asistencia jurídica ni la presencia de
su tutor, Misskelley acabó confesando su participación en
los crímenes junto con Echols y Baldwin. Del extenso interrogatorio
la policía sólo conservó los veinte minutos en los
que el menor confesaba la autoría. Dijo que Echols y Baldwin pegaron
a los niños en la colina de Robin Hood, violaron a dos de ellos y
les obligaron a realizarles una felación. Misskelley afirmó
que desde hacía tres meses pertenecía al culto de Echols y
que durante este tiempo solían reunirse en el bosque para celebrar
orgías y rituales que consistían en matar perros para comérselos.
Misskelley identificó la ropa que vestían el día que
se cometieron los crímenes, se hizo un lío con la hora a la
que se perpetraron y, finalmente, dijo que se encontraron con los niños
en la colina al anochecer.
Posteriormente, Misskelley se declaró inocente y señaló
que había confesado por coacciones policiales, pero el juez que
les condenó dio por válida su primera versión, que
fue la principal prueba condenatoria.
Testigos
y pruebas
Aparecieron algunos testigos, cuyos testimonios no son del todo fiables
debido en parte a la fuerte recompensa ofrecida. Un niño afirmó
que había visto a unos hombres que hablaban español en el
bosque, después dijo que había sido el padre adoptivo de
Byers y finalmente, tras la confesión de Misskelley, reconoció
a los tres acusados. La madre del supuesto testigo declaró, además,
en el juicio que había asistido a una ceremonia satánica
con Echols en el coche de éste. Y, aunque Echols no tenía
coche y la mujer no pudo identificar el lugar de la ceremonia, ni a otros
participantes, ni el contenido de la misma y tras el juicio reconoció
que se lo había inventado, se convirtió en uno de los testigos
de la acusación.
Se presentaron como
pruebas fibras encontradas en casa de los acusados (algunas eran de ropa
de sus familiares) que se correspondían con fibras halladas en
la ropa de las víctimas, pero no se analizó la ropa que
Misskelley dijo que llevaban puesta ese día. También se
presentó un cuchillo de sierra que la policía encontró
cerca de la casa de Echols y que éste no identificó.
Dale Griffis, un especialista en cultos satánicos, que se doctoró
en la materia gracias a un curso por correspondencia, declaró en
el juicio que los asesinatos se habían perpetrado en el contexto
de una ceremonia satánica. El especialista explicó, por
ejemplo, la ausencia de sangre por la afición de los adoradores
de Belcebú a bebérsela y bañarse con ella. También
dijo que a Byers le habían quitado los testículos para hacer
rituales con semen.
La defensa
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Jason
cayó por ser el amigo de Echols
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Los expertos de la
defensa (que accedieron a estudiar el caso gratis, porque los acusados
son pobres) no pudieron declarar en el juicio. El doctor Ofshe, un psicólogo
experto en confesiones falsas, con premio Pulitzer incluido, tras entrevistarse
con Misskelley y escuchar la grabación de su confesión,
llegó a la conclusión de que ésta era falsa y de
que habían coaccionado al adolescente, pero el juez había
dado validez a la confesión en una resolución anterior y
no permitió que testificara. Entre otras cosas, el psicólogo
señaló que el relato de Misskelley no coincidía en
algunos aspectos con los hechos. El adolescente había dicho que
ataron a los niños con cuerdas, cuando estaban atados con sus propios
cordones de zapatos, se equivocó con las horas y, además,
no hay pruebas que indiquen que los menores fueron violados. Tampoco pudo
declarar un experto en el detector de mentiras que había llegado
a la conclusión de que los adolescentes eran inocentes.
El perfil
del asesino
Pero fue el informe de Brent Turvey, un profesor de universidad experto
en ciencia forense y en la elaboración perfiles de criminales,
el que se convirtió en el principal argumento de la defensa. El
caso es que los seguidores de los adolescentes que crearon la Web "Free
the West Memphis Three" consiguieron contactar con Turvey (que
también accedió a analizar el caso sin cobrar) cuando ya
se había celebrado el juicio y los jóvenes habían
sido condenados.
Según Turvey las heridas en la cara de Branch, atribuidas en el
juicio a un cuchillo de sierra (similar al encontrado cerca de la casa
de Echols) eran realmente mordeduras humanas. Dato que fue confirmado
por un odontólogo forense que, además, comprobó que
no se correspondían con las dentaduras de los tres condenados y
que eran de la boca de un humano adulto. Turvey señaló,
además, que no se había analizado un trozo de tela que apareció
en la mano de Moore (que podría ser de la ropa de su agresor) y
que tampoco se estudió lo que parece ser la huella de un zapato
en la espalda de Branch.
En su opinión, los crímenes no se cometieron en el lugar
en el que aparecieron los cadáveres porque tendría que haber
una gran cantidad de sangre (por la mutilación de Byers) y porque
los asesinos necesitaron luz y mucho tiempo para atacar a las víctimas,
que seguramente gritaron (en función a las múltiples agresiones
que presentaban), y alguien les podría haber visto u oído
porque la búsqueda de los menores se había iniciado la tarde
anterior. Además los cuerpos no presentaban picaduras de mosquitos
que serían normales en caso de haber permanecido mucho tiempo al
lado de un arroyo. Datos que no concuerdan con la confesión de
Misskelley y exonerarían a los condenados.
En cuanto al perfil de los asesinos, Turvey señaló que debía
tratarse de dos personas que conocían a las víctimas y tenían
su confianza, que se llevaron a los niños a un lugar donde los
asesinaron, después utilizaron un vehículo para llevar los
cadáveres y las bicicletas y los tiraron en la colina. En función
de las heridas que presentaban, cree que los asesinos estaban furiosos
con Byers y Branch, a los que pretendían castigar por algo, y que
lo único que tenían contra Moore era que estaba con los
otros dos cuando les encontraron. Además, según el experto,
las heridas que presentaban podrían indicar que a Branch le agredió
una mujer y a Byers un hombre. Indicó también que tanto
Branch como Byers presentaban signos de haber sido sometidos con anterioridad
a agresiones físicas o abusos sexuales. Extremo que podría
corroborar el hecho de que la madre de Byers había contado anteriormente
en el colegio que sospechaba que su hijo había sufrido abusos sexuales.
Turvey añadió que el principal agresor podría ser
un hombre egocéntrico, hostil, egoísta, dominante, celoso
y violento con las mujeres, que posiblemente se ha casado varias veces,
tiene una colección de cuchillos o armas de fuego, padece alcoholismo
o algún tipo de drogadicción, ha estado en la cárcel
con anterioridad y conduce algún vehículo masculino, como
una camioneta. En cuanto a la mujer, Turvey señaló que podría
tratarse de la esposa del asesino.
Los partidarios de
"Los Tres de West Memphis" confían ahora en que se realicen
pruebas de ADN, a un millar de objetos recogidos en la escena del crimen,
que exoneren a los condenados.
Bruce Sinofsky y Joe Berlinger dirigieron dos documentales sobre el caso:
"Paradise Lost: The Child Murders at Robin Hood Hills" y "Paradise
Lost 2: Revelations", que hicieron famosos a los condenados en numerosos
países.
¡Conan
Doyle acusado de asesinato!
Juanma.
Los secuaces del archienemigo no descansan. En una audaz iniciativa, ahora
pretenden desenterrar los restos de Bertram Fletcher Henderson, amigo
y colaborador de Arthur Conan Doyle, para someterlos a un examen toxicológico
y demostrar que fue envenenado por el famoso escritor.
¿El móvil? Evitar que Henderson descubriera que Conan Doyle
le había plagiado el argumento de la más famosa aventura
de Sherlock Holmes, El perro de los Baskerville. Según la hipótesis
de los conjurados, Conan Doyle se valió de la mujer de Henderson,
con la que mantenía una relación adúltera, que fue
quien administró el veneno a su marido.
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Sherlock
Holmes
y los osos
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La teoría no se sostiene
por ninguna parte. En primer lugar, se conoce desde siempre la participación
de Fletcher Henderson en la gestación del libro. En todas las ediciones,
desde la primera, ha aparecido una nota de agradecimiento de Conan Doyle,
atribuyéndole la idea de partida y reconociendo su colaboración
en la trama general y en los detalles de ambientación local. Es más,
desde antes de empezar a publicar la novela por entregas en la revista The
Strand, exigió que apareciera firmada por los dos como coautores.
Pero los editores no quisieron saber nada de ello. El nombre que vendía
era el de Conan Doyle.
Por otra parte, la novela se empezó a publicar en 1901 y Henderson
no murió hasta 1907. Difícilmente habría podido ocultarle
el plagio, teniendo en cuenta el éxito fulminante y masivo que tuvo
el libro. Pero hay más: Henderson murió en Egipto, durante
una expedición arqueológica, aunque está enterrado
en Devon.
Los autores de tan turbia maniobra podrán engañar a muchos,
pero no a los redactores y lectores de Adegüello. Nosotros hemos
visto de inmediato la mano oculta y siniestra de Moriarty, que una vez
más intenta vengarse de su enemigo, el infalible detective Holmes,
atacando a sus más inmediatos colaboradores y de paso desprestigiándole
a él.
Es bien sabido que "Arthur Conan Doyle" es un seudónimo
literario, y que las crónicas las escribió el muy leal y esforzado
doctor Watson. Con esta absurda acusación, Moriarty (o sus descendientes)
intenta presentar al intachable doctor como un adúltero y asesino
de maridos salido de una novela de James M. Cain. Y al atribuir la autoría
del libro a Henderson, da a entender que la aventura es inventada y que
Holmes jamás resolvió el misterio de Baskerville Hall. Buena
jugada, profesor, pero no cuela.
Se
inculpa de un crimen para librarse de su mujer
Juanma.
Felicia Akin tiene motivos para sospechar que su marido no la quiere.
Y él para pensar que Felicia es una chivata. Lo cierto es que el
marido, Teddy Akin, no sabiendo cómo librarse de su costilla, pensó
que ella tal vez lo abandonaría si pensaba que era un asesino.
De modo que se inventó una historia truculenta que la espantara.
Le dijo que había recogido a un autoestopista en la carretera,
había discutido con él y lo había matado de un golpe.
Después le robó la cartera y escondió el cuerpo en
un bosque. Para demostrarlo, le enseñó el carnet de conducir
de la víctima. Ya estaba. Ahora sí que la tía se
marcharía y lo dejaría en paz.
Pero no, lo que hizo Felicia fue llamar a la policía de Florida
(EE.UU.) y contar que su marido había matado a un hombre. Detenido,
Atkin sostuvo en principio su historia, pero la policía buscó
el cadáver con perros y no encontró nada. A continuación,
intentó localizar al titular del carnet de conducir, la presunta
víctima. No les resultó difícil. Él mismo
respondió al teléfono. Nunca había hecho auto stop,
no conocía a Akin y había perdido su cartera en un kiosco
de periódicos, donde Akin la encontró. Por fin, Akin reconoció
que se había inventado el crimen para librarse de su mujer. No
había contado con que ella también quisiera librarse de
él, mandándolo a la cárcel.
En agosto le acusaron de falsa denuncia y pequeño hurto. Además,
el estado piensa cobrarle el coste de la investigación policial.
No se sabe cómo le va con Felicia.
Asaltan comisaría
para robar a suegra del intendente
Juanma. Supongamos
que tienes planeado un atraco que puede ser muy productivo, pero no tienes
armas ni vehículo para llevarlo a la práctica. ¿Qué
hacer? Pues, por ejemplo, puedes asaltar la comisaría del pueblo
y llevarte de allí las armas necesarias y la camioneta policial.
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Se
llevaron las armas de la comisaría
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Esto fue lo que hizo
una banda de audaces ladrones de Santa Margarita (Argentina) en julio: asaltó
la comisaría y se llevó armas, un uniforme de policía
y la camioneta de los patrulleros. Con este equipo consumaron el atraco,
que les reportó 40.000 pesos y diversas joyas. Después abandonaron
la camioneta a unos dos kilómetros del pueblo.
Para más escarnio, la persona atracada es la suegra del intendente
local, propietaria de un importante comercio.
Santa Margarita es una población de 2.500 habitantes. Por las noches
sólo queda en la comisaría un policía de guardia, en
este caso un sargento ayudante que fue la primera víctima de los
atracadores.
A las dos de la mañana, uno de los asaltantes llegó a la comisaría
y pidió ayuda al sargento de guardia, porque decía que había
tenido un accidente de automóvil. Cuando el policía se estaba
poniendo el abrigo para salir, el ladrón lo derribó de un
golpe en la cabeza. Entonces entraron sus dos cómplices, encapuchados,
que ataron al sargento y lo encerraron en el baño. Cortaron los cables
telefónicos y la radio de la comisaría. Se llevaron una ametralladora
FM K3 y dos escopetas, además de un uniforme, que siempre viene bien.
A continuación, se apoderaron de la camioneta y con ella fueron a
la residencia de la suegra, una mujer de 68 años que vivía
sola. Forzaron la puerta para entrar y la amenazaron de muerte para que
abriera la caja fuerte donde guardaba el dinero y las joyas. Nerviosa, la
mujer no encontró las llaves, pero los ladrones, pletóricos
de recursos, abrieron la caja con palanquetas. Después ataron y amordazaron
a la mujer y se marcharon en la camioneta con el botín.
El propio intendente de Santa Margarita, yerno de la mujer atracada, fue
quien encontró el vehículo abandonado a dos kilómetros
del pueblo, liberó al sargento atado en la comisaría y después
fue a casa de su suegra, que estaba sufriendo una crisis nerviosa.
Una sola duda: si abandonaron la camioneta policial tan cerca del pueblo,
es porque allí tenían un segundo vehículo para escapar.
¿Habrá que achacar a pura chulería el uso del coche
patrulla?
Diagnóstico
por lectura de pies
Andrea. El japonés Hogen Fukunaga ha sido condenado en
julio a 12 años de cárcel por fraude. El hombre, de 60 años,
había fundado una secta llamada "Honohana Sampogyo" que
ofrecía la curación de todos los males, previa asistencia
a sus cursillos pagados. Después de unos años de lucrativo
negocio, los acólitos empezaron a mosquearse, montaron una organización
y demandaron a la secta por fraude.
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Veían
el futuro en los pies
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En un efectivo plan de
marketing, los miembros de la secta repartían folletos a la salida
de los hospitales y pacientes, o familiares de pacientes, se acercaban a
la sede con la esperanza de encontrar soluciones milagrosas a sus problemas
médicos. Allí les prometían que por medio de la lectura
de la planta de sus pies podían decirles el futuro y el pasado. Además,
Fukunaga habría dicho a varias de las personas engañadas que
el cáncer se había extendido a la cabeza y les "aconsejaba"
seguir sus cursos de formación para curarse de estos males. A los
más recelosos del alto precio y efectividad de los cursillos, se
les advertía que de no asistir morirían jóvenes.
Puede que como estrategia para ganarse la confianza de la gente, Fukunaga
aparecía en los folletos de la secta posando con distintas personalidades
de fama mundial como el papa Juan Pablo II, Bill Clinton o Mijail Gorvachov.
El acusado explicaba a sus colaboradores, acusados de complicidad, que admiraba
a esas personas y se inventaba historias como que el papa lo habría
nombrado su sucesor durante una audiencia que le concedió, hipótesis
rápidamente desmentida por las altas autoridades eclesiásticas
de Japón. Muchos de los que cayeron en las redes de la secta reconocieron
que al ver esas fotos pensaron que debía de ser una organización
seria si líderes mundiales de esa categoría accedían
a fotografiarse con su él. Mientras tanto, el condenado asegura que
la condena es injusta y constituye un ataque contra la libertad religiosa.
Al fin y al cabo, según su argumento, él prometía lo
mismo que otras religiones organizadas solo que cobraba por ello.
Sobre
cómo poner una denuncia y morir en el intento
Esther. En todo el mundo son relativamente frecuentes los casos
de sospechosos que mueren a manos de la policía, aunque en ocasiones
se trate de sospechas que no tienen ningún fundamento lógico.
En Londres, por ejemplo, hoy en día se puede morir acribillado
en el metro si una fuerza del orden imagina que eres un peligroso musulmán,
y no pasa nada.
Pero lo de España es mucho más original porque no hace falta
ser un peligroso sospechoso para salir con los pies por delante de una
dependencia policial. Al menos así es como salió el agricultor
Juan Martínez Galdeano, de 39 años, del cuartel de la Guardia
Civil de Roquetas de Mar (Almería) el 24 de julio. Al parecer,
el hombre fue a denunciar a unas personas que le seguían y le habían
amenazado tras un incidente de tráfico. En menos de dos horas estaba
muerto. Según parece, los agentes querían trasladar a Galdeano
para hacerle una prueba de alcoholemia, y éste le pilló
los dedos a una guardia civil con la puerta de un coche y se lió.
Se cree que durante 25 minutos mantuvieron al agricultor en un punto fuera
del ángulo de grabación de las cámaras de seguridad
del cuartel.
El ministro del Interior español dijo que el teniente al mando
del cuartel, José Manuel Rivas, intentó, además,
borrar las imágenes que sí había grabado la cámara
y que posteriormente fueron recuperadas del disco duro por un informático.
Al parecer, en estas imágenes aparecía Rivas golpeando al
agricultor con dos porras antirreglamentarias, mientras cuatro agentes
sujetaban al denunciante.
En julio de 2004 y febrero de 2005 se presentaron dos denuncias judiciales
por malos tratos contra el teniente, que fueron archivadas después
de que el juzgado encargara la investigación de los hechos al cuartel
del propio denunciado.
La jueza del Juzgado de Instrucción Número 1 de Roquetas
dejó en libertad con cargos a los nueve imputados.
Ataque
satánico contra profesor de inglés
Andrea. Carlos Reyes, un profesor de inglés de Temuco
(Chile), fue apuñalado en agosto por uno de sus alumnos, minutos
después de comenzar la clase. El chaval, de solo 15 años,
aprovechando que el profesor estaba sentado en su escritorio, se levantó
de su sitio y, sin mediar palabra, lo atacó en el cuello con un
puñal que había traído oculto en su mochila. El docente
herido huyó mientras intentaba contener la hemorragia y el estudiante
no tuvo tiempo de beber su sangre, para lo cual se había llevado
especialmente una copa. Pero no es que el atacante tuviera algo contra
el verbo "to be"; sus ambiciones eran más bien de tipo
satánicas. En su barrio lo conocían por su afición
a vestirse siempre de negro y entre sus planes estaba montar su propia
secta satánica. Para ello debía de matar a alguien y primero
decidió practicar con lo más fácil y asesinó
al gato de la casa. Sus padres, alarmados ante lo que suele ser el primer
signo de que el niño ha salido psicópata, lo llevaron al
psiquiatra, aunque se ve que el profesional no pudo hacer mucho. Ahora,
mientras el profesor sigue en cuidados intensivos y el ministro de educación
insiste en la importancia de aprender inglés, las autoridades no
saben que hacer con el angelito pues al tener solo 15 años es considerado
inimputable por las leyes chilenas.
¿Golpe
de estado cristiano en Carolina del Sur?
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Los
Mandamientos regirán el estado
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Esther.
No está claro si los planes de la organización
Éxodo Cristiano son una ingeniosa maniobra política para gobernar
Carolina del Sur (EEUU) o un golpe de estado, como lo califican algunos
medios de comunicación norteamericanos. El grupo pretende coordinar
la emigración de miles de creyentes a Carolina del Sur para instaurar
un gobierno cristiano, regido por los Diez Mandamientos, que se independizará
de la unión si es necesario.
La organización considera que durante los últimos treinta
años han resultado infructuosos los intentos cristianos de restaurar
la moralidad en el país. Se quejan de que, a pesar de tener un presidente
de Gobierno y un Fiscal General cristianos, se sigan practicando abortos
en muchos estados, de que en algunos colegios se sigan enseñando
las teorías de Darwin, de que la sodomía haya dejado de ser
considerada como una perversión condenable y que, incluso, los sodomitas
de Massachusetts puedan ahora casarse.
El grupo ha escogido un estado que ya cuenta con un gran número
de votantes cristianos. Los emigrantes deberán instalarse ordenadamente
en función de los votos que, según sus cálculos,
necesitan en cada población para hacerse con las administraciones
locales (ayuntamientos, jueces y fuerzas de orden público) y finalmente
con el gobierno del estado.
Ya han puesto en marcha la primera fase de su plan de acción que
contempla la recolocación de 2.000 cristianos en un condado y 500
en otro. Confían en completar todas las fases a finales de 2013
para poder ganar las elecciones estatales el año siguiente.
La organización ha creado una bolsa de empleo de empresarios cristianos
para trabajadores cristianos con el fin de colocar a los inmigrantes devotos.
Chantaje
mortal por exhibicionismo adolescente
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Le
enseñó sus intimidades
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Andrea.
Un juez de Cardiff (Gran Bretaña) ha condenado en julio a Mohamed
Arshad, taxista de 38 años, a cadena perpetua por asesinar a su ex
compañera de colegio Mussarat Nazir de 37 años. La víctima
estaba chantajeando al taxista porque éste había exhibido
sus partes íntimas frente a ella cuando tenía 13 años
y eran compañeros de colegio. Después de tanto tiempo el hombre
se había olvidado de este episodio pero la chica, quien mientras
tanto se había convertido en adicta a la heroína, lo recordaba
perfectamente y decidió usarlo para conseguir dinero con el que pagar
la droga. Lo extraño es que sus planes funcionaron y Arshad, casado
y padre de un niño, accedió a pagar a la chantajista para
que no contara lo sucedido a vecinos y familiares pues no quería
ver machado el "honor familiar". El taxista consiguió las
20.000 libras esterlinas exigidas, pero la mujer, al ver que el chantaje
funcionaba, le pidió otras 4.000 libras. Al verse acorralado y sin
fondos Arshad estranguló a su chantajista con una cuerda y después
roció el coche con gasolina para prenderle fuego. El juez ha reconocido
que se trata de un caso excepcional pues el acusado cometió el asesinato
sólo por ahorrarle un disgusto a su familia.
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