El espía que me amó

Esther. Un camarero no muy agraciado, pero que es un portento sexual y consigue dinero de sus víctimas (casi todas mujeres) convenciéndolas de que es un agente del MI5 (los servicios secretos británicos). Su historia sería hasta graciosa si no fuera por la tortura psicológica desproporcionada a la que sometió a algunas de sus víctimas, único aspecto en el que se sustenta su candidatura al Moriarty.
Los investigadores han identificado a nueve víctimas del timador, siete mujeres y dos hombres, aunque creen que puede haber más y calculan que pudo estafar entre uno y dos millones de libras esterlinas. Llegó a mantener relaciones sexuales con cinco de las estafadas en un mismo periodo de tiempo y se comprometió en matrimonio con la mayoría.

Robert Hendy- Freegard
Robert Hendy- Freegard empezaba comportándose con sus nuevas víctimas como la amabilidad personificada. Era el hombre perfecto: regalos y viajes caros, halagos por doquier; era elegante, atento, generoso y, además, el chico "era muy bueno en la cama", según Elizabeth Bartholemew, una de las estafadas. (Caroline Cowper le calificó con un 11, sobre 10, en este aspecto).
Una vez superada la fase inicial de la conquista, llegaba el momento de las revelaciones. Primero, simples insinuaciones sobre su profesión: que él no era sólo un camarero o un vendedor de coches, que había algo más que no les podía contar de momento... Hasta que, por fin, les decía que era un agente del MI5 embarcado en una peligrosa misión contra el IRA o contra una mafia polaca. La gran revelación explicaba el alto nivel de vida del camarero (ropa de diseño, coches 007, hoteles de cinco estrellas,...) y, además, le servía para manejar a los primos a su antojo.

Los timos de Hendy- Freegard eran eternos. No se esfumaba tras tras hacerse con el dinero de sus víctimas, las exprimía de por vida hasta que le entregaban todo lo que tenían y lo que podían pedir prestado a su familia, amigos o al banco. Sus primeras víctimas estuvieron sometidas a una especie de timo continuado que duró una década, hasta su detención. Durante este tiempo vivieron sumergidos en una historia de James Bond más fantasiosa incluso que las propias películas del agente británico. Finalmente, tuvo que ser una abogada, que no se conformó con quedarse sin el dinero que le debía, la que puso en aviso a la policía. Al fin y al cabo, a los espías también se les puede embargar el sueldo.

Agente secreto y camarero
Robert Hendy- Freegard nació en Blyth, Nottinghamshire (Gran Bretaña) en 1971. Dejó el colegio a los 15 años y se puso a trabajar de carpintero. En 1993 era camarero en un pub cercano a una universidad de Newport, Shropshire (Gran Bretaña). Allí conoció a los estudiantes John Atkinson, Sarah Smith y Maria Hendy. Les contó sus batallitas de espías y finalmente les convenció para que abandonaran la universidad y huyeran con él aduciendo que se habían convertido en un objetivo del IRA. Deambularon por distintas ciudades siempre bajo las órdenes del "espía" que decía saber cuando se acercaba el peligro.


 


Las víctimas

1. Sarah Smith

Se pasó diez años huyendo supuestamente del IRA, bajo las órdenes de Hendy- Freegard. Durante este tiempo, el timador consiguió sacarle unas 200.000 libras esterlinas: todo el dinero que tenía, más él de sus padres. Sarah vivió en diferentes tugurios, aterrorizada y sin dinero para comer, llegó a trabajar 16 horas al día en una tienda de patatas fritas, pero le tenía que dar el dinero al timador. En una ocasión estuvo durante tres semanas encerrada en un cuarto de baño, por orden de Hendy- Freegard, para despistar a los terroristas irlandeses.
Tras el juicio, dijo en el Sunday Mirror: "a la gente encarcelada la tratan mucho mejor que a mí. Tienen comida con regularidad, visitas de sus familias y televisor para ver. Yo no he tenido nada parecido. Yo estaba en una prisión mental".

2. John Atkinson
Le dijo que le había reclutado para luchar contra el Ejército Republicano Irlandés, pero primero tenía que convertirse en un tipo duro y para ello debía soportar las palizas que Hendy- Freegard le daba en la bodega del pub.
A Atkinson le sacó más de 300.000 libras esterlinas.

3. Maria Hendy
Se la llevó a vivir a un apartamento cutre de Sheffield, donde tuvo dos hijas del timador. Vivía sumida en la pobreza, mientras él iba a verla en deportivo, y a veces se ponía violento con ella.

4. Renata Kister
Dirigía una compañía polaca, se acababa de separar de su pareja y estaba embarazada de siete meses. Por entonces, Hendy- Freegard era vendedor en un concesionario. La convenció para que vendiera su coche y se comprara otro mejor y no le entregó las 10.000 libras esterlinas por las que se vendió su viejo vehículo. Además, la convenció de que pidiera un crédito de 15.000 libras para él. Cuando la mujer le reclamaba el dinero, el timador contestaba que todavía no había cobrado la paga de agente secreto.
También le pidió que alojara durante un tiempo a Sarah Smith en su casa, alegando que era una testigo protegida que sólo hablaba español. Por otro lado, por razones de seguridad (el IRA la seguía de cerca) le prohibió a Sarah que hablara con la anfitriona. Las chicas no se dirigieron la palabra en los tres meses de convivencia.
Al principio, Renata se negó a colaborar con la policía creyendo que se trataba de una prueba de discreción del MI5.

5. Leslie Gardner
Una funcionaria a la que conoció en una discoteca. Le sacó más de 15.000 libras durante seis años por vicisitudes varias del mundo del espionaje. Finalmente, le pidió dinero para dejar los Servicios Secretos y empezar una nueva vida como taxista.

6. Elizabeth Bartholemew
Tenía 22 años y llevaba seis meses casada cuando conoció a Hendy- Freegard. Pidió dos créditos por un total de 14.500 libras para el timador.
Le dijo que necesitaba la autorización del MI5 para poder casarse con ella, por lo que la mujer debería pasar una serie de pruebas que se sucedieron durante ocho años. Bartholemew tuvo que dormir varias noches en un aeropuerto y vivir durante semanas en un banco de un parque (en invierno, con un paquete de pan de molde y una chocolatina a la semana y vestida sólo con camiseta y vaqueros).
También la obligó a teñirse el pelo de rubio, a salir a la calle sin maquillaje y sin compresa, a hacerse pasar por Testigo de Jehová,...
Además, se tuvo que cambiar el apellido (por el IRA) y dar como excusa que habían abusado de ella de pequeña. También, le hizo fotos desnuda y la amenazó con enseñárselas a su marido si le desobedecía.
De vez en cuando le decía que no había pasado alguna prueba y que no volverían a mantener relaciones sexuales hasta que no hiciera bien las cosas.
Cuando contactó con ella la policía pensó que era otra prueba del MI5.

7. Caroline Cowper
Abogada de éxito. Le conoció en el concesionario, donde vendió su Mercedes y se compró un Golf. Posteriormente se dio cuenta de que Hendy- Freegard se había quedado con 8.000 libras de la venta de su coche viejo. Él le prometió que le devolvería el dinero cuando le pagara el MI5 y, además, le pidió otras 1.500 libras prestadas. Le hizo regalos caros y se la llevó de vacaciones, pero la dejó con las cuentas por pagar. Caroline le denunció tras descubrir que se veía con otras mujeres.

8. Kimberley Adams
Es una reputada psicóloga infantil norteamericana, madre de un hijo. Hendy- Freegard dejó su trabajo cuando se enteró de que a los padres de Kimberley les había tocado 20 millones de dólares USA en la lotería. Le dijo que se iba a casar con ella y que se irían a vivir 25 años a un faro para espiar a los submarinos rusos del Mar del Norte. Pero, primero, la mujer debía dejar su trabajo, alegando que tenía cáncer terminal, y convertirse en espía gracias a sus enseñanzas.
Cuando la chica le comentó que no quería pasar dos décadas en un faro mirando submarinos, él le contestó que debía pagar 80.000 libras por los gastos ocasionados por el cambio de planes. Entonces, Kimberley llamó por teléfono a su padre y le pidió 20.000 libras para pagar una escuela de espionaje. Al poco tiempo, le pidió otras 10.000 libras porque había suspendido los exámenes.
Además, la psicóloga le tuvo que contar pormenorizadamente todas sus relaciones sexuales anteriores porque la policía iba a descubrir estos detalles, según él. Cuando la mujer le contó que había besado a otro hombre después de haberle conocido, Hendy- Freegard amenazó con matar a su hijo.

9. Simon Young
Es un relojero al que convenció para que alojara durante un tiempo en su casa a Sarah Smith. Le dijo que le iba a contratar para una organización secreta gubernamental, pero que primero debía pasar unas pruebas para demostrar sus habilidades. Le mandó a una tienda de Manchester a comprar un abrelatas, con instrucciones detalladas sobre los medios de transporte que debía tomar y el recorrido, advirtiéndole de que le iban a estar vigilando en todo momento. También le ordenó que debía coger un tren a Londres y leer una revista gay a la vista de todo el mundo.
El relojero dijo que empezó a sospechar al ver que el espía se partía de risa con la narración de sus aventuras y le pidió tener una entrevista con sus jefes, a la que sólo asistió el timador. Parece que a éste no consiguió sacarle dinero.


 

La detención
En marzo de 2003 Caroline Cowper denunció a la policía que Hendy- Freegard le debía dinero por varios asuntos fraudulentos. Los agentes descubrieron entonces la historia de John Atkinson y Maria Hendy. El timador desapareció al enterarse de la denuncia de Cowper y la policía británica elaboró un plan conjunto con el FBI para atraparle. Convencieron a la madre de Kimberley Adams, que por entonces se encontraba en paradero desconocido junto con el delincuente, para que viniera desde Estados Unidos a Londres. La madre le ofreció a Hendy- Freegard 10.000 libras si le dejaba ver a su hija unos minutos y quedaron en el aeropuerto de Heathrow, donde le detuvieron el 23 de mayo de 2003.
Hendy- Freegard se negó a colaborar con los investigadores, que consiguieron localizar a otras víctimas gracias a los documentos que guardaba en una maleta que dejó en el hotel de Francia en el que se alojó tras su huida. Algunas no tenían contacto con sus familias desde hacía años por orden del timador, que decía que los teléfonos estaban pinchados y que podían poner en riesgo sus vidas.


Cadena perpetua
Perpetua para el espía que me amó
Tras nueve meses de juicio, a Hendy- Freegard le han condenado a cadena perpetua por dos secuestros (Sarah Smith y John Atkinson), diez robos y ocho estafas. Deberá pasar como mínimo ocho años en la cárcel para tener la posibilidad de lograr la libertad condicional.
En realidad, Hendy- Freegard no secuestró a nadie por el método tradicional de amenazar a la víctima con un arma y encerrarla en un sitio del que no puede salir. Sus víctimas podían huir libremente, pero el tribunal consideró que el lavado de cerebro al que las sometió era el arma empleada por el condenado para impedir la huida por lo que consideraron que había cometido un delito de "secuestro por medios fraudulentos". Las víctimas no podían huir porque temían morir si lo hacían, según la fiscalía.

Jueces y policías han dicho de él que representa un peligro continuo para la sociedad y para las mujeres en particular, que es un hombre arrogante y cruel que ha timado miles de libras a sus víctimas, años de vida y dignidad y que es un timador demoníaco que ha explotado a sus víctimas despiadadamente, entre otras cosas.


 

 


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