criminal del año:
LOS RECLUSOS ARGENTINOS
Porque tienen una imaginación y unas aptitudes criminales inigualables que les permiten seguir cometiendo un montón de delitos desde la cárcel. Por invertarse el secuestro virtual (modalidad que soluciona el eterno problema del cobro del rescate y que ha revolucionado el mundo del hampa) y por dar cobertura telefónica (desde la prisión) a los golpes de sus colegas delincuentes que están en libertad.



premio Moriarty 2004:
HAROLD SHIPMAN, EL DOCTOR MUERTE
Por ser el asesino en serie más prolífico de la historia moderna con 218 víctimas (la cifra proviene de un informe oficial del Gobierno Británico), por su larga trayectoria delictiva (27 años matando), por su traición a la confianza de los pacientes (en muchos casos amigos), por su falta de arrepentimiento, por ser adicto a matar, por su intento de falsificar un testamento a su favor y porque tras suicidarse en su celda el 13 de enero de 2004 (a los 57 años), su mujer recibirá 150.000 euros y una pensión vitalicia de 15.000 euros anuales. (Si el Doctor Muerte hubiera fallecido tras cumplir 60 años, su esposa sólo habría recibido 7.500 euros al año).




mención especial Moriarty 2004 a jóvenes promesas:
JOHN (14 AÑOS), MÁTAME Y SERÉ TUYA
Por tortuoso y maquiavélico, por su capacidad de seducción y manipulación, el joven conocido oficialmente por el seudónimo de "John" apunta maneras de genio del crimen. Porque sólo tenía catorce años cuando urdió su diabólica trama suicida, porque se hizo pasar por mujer espía y por convencer a otro adolescente (que conoció por Internet) de que debía matar a sangre fría a un desconocido para poder entrar en los servicios secretos británicos.



chapuza del año:
ATRACADOR SIN SUERTE, VIOLADOR SIN SESOS
El violador de la bicicleta de Buenos Aires asalta a las chicas de su barrio y se las lleva secuestradas a comer pizza. El chico es todo un galán y les compra analgésicos al fiado en su quiosco habitual (por si la víctima quiere saber donde encontrarle). El chaval tiene por delante una carrera brillantísima... como hazmerreír de los sucesivos presidios a los que le va a llevar su manera de hacer las cosas.




Gracias a todos los lectores que nos habéis acompañado durante este año y especialmente a los que habéis mandado e-mails elogiosos y colaboraciones, a los que nos habéis recomendado en vuestras Webs y a todos los buscadores que nos encuentran.




CRIMINAL 2004
Los secuestros virtuales revolucionan el hampa
(adegüello, marzo 2004)

El secuestro virtual, invento argentino
Esther. Los delincuentes argentinos han demostrado, una vez más, tener una imaginación y unas aptitudes criminales inigualables. Se han inventado una modalidad de secuestro que soluciona el eterno problema del cobro del rescate, gran quebradero de cabeza para delincuentes de todas las épocas. Para llevar a cabo el secuestro virtual no hace falta furgoneta, ni pistola, ni cloroformo, ni sótano, ni cómplices discretos, ni siquiera hace falta secuestrar. Sólo se necesita tener teléfono y facilidad de palabra.

El secuestro consiste básicamente en llamar a un domicilio al azar (a ser posible de una zona adinerada) y preguntar si hay algún familiar que no está en casa porque ha habido un accidente. Cuando el primo contesta: " sí, mi hijo, que se llama X y salió está mañana...", el estafador le replica que su hijo X ha sido secuestrado y que no se le ocurra avisar a nadie porque el teléfono está pinchado y la casa vigilada. El familiar debe bajar a la calle y comprar tarjetas telefónicas por una cantidad que suele oscilar entre los 40 y 1500 pesos (10 y 550 euros), después debe volver a casa (con las tarjetas) y esperar a que suba a recogerlas la persona que le está vigilando en la calle. (Las tarjetas, que solicita el delincuente, son de empresas de telefonía que ofrecen un servicio de llamadas, generalmente, más barato. Para realizar la llamada hay que marcar un número gratuito de la empresa, a continuación el número secreto que aparece en la tarjeta y después el número del teléfono con el que se quiere hablar. La tarjeta en sí no sirve para nada, sólo se usa el número secreto).

El cobro del rescate
El primo baja a la calle, compra las tarjetas y se vuelve a casa a esperar a que las recojan. Pero no va nadie, el delincuente vuelve a llamar y le pide que le diga los números secretos de todas las tarjetas por teléfono. Después le dice que las queme al lado de la ventana (por lo de los vigilantes). Como el primo está supuestamente bajo constante observación no copia los números secretos y por ello no podrá anular las tarjetas, ni seguirle el rastro al estafador.
No ganan mucho dinero, pero es un secuestro que tiene un coste muy barato y se puede hacer varias veces en un mismo día. Nada más surgir esta nueva moda, la policía argentina recibía entre ocho y quince denuncias al día. La mitad de los denunciantes habían pagado el rescate y no han llegado a detener a nadie.
Sí se ha identificado la procedendia de muchas de las llamadas: han sido realizadas desde las cárceles de Córdoba (Argentina). La mayoría de los secuestradores virtuales son presos que están cumpliendo condena en la prisión de Bouwer. Según parece, las tarjetas telefónicas se utilizan como moneda de cambio en la cárcel.



El Twist de las cárceles (adegüello, marzo 2004)

Pampa. Sólo inmerso en un contexto de paranoia y miedo, el "secuestro virtual", la última moda en estafa, puede tener lugar. Es por eso que Argentina se encuentra por estos días tan tentador.
"Tenemos a tu hija secuestrada", dice una voz anónima por teléfono. La desesperación invade a la persona que escucha y el cuento del tío, como se denomina por estas costas a este tipo de engaños.
"Si querés volver a ver a tu hija con vida tenés cinco minutos para comprar diez tarjetas de pulsos telefónicos y esperar a que te llamemos. ¡Ojo, que te estamos vigilando!", manifiesta la misma voz.
Los autores de las llamadas no tienen a ningún rehén, sólo aprovechan la ausencia temporal de una persona, para así cargarse con el módico botín de las claves de algunas tarjetas telefónicas.
Pero mucho más nocivo que la pérdida económica, son las horas (tres o cuatro) que transcurren entre la llamada y la toma de conocimiento de que la misma sólo se trató de un sofisticado "cuento del tío".

El sorteo del cine
Según afirman los policías, se han podido detectar dos modus operandi en estos tipos de estafa: llamadas al azar desde cárceles y averiguaciones de información en cine.
Los presos usan las tarjetas como moneda
El primero de los casos, se trata de delincuentes que se encuentran cumpliendo condenas efectivas, que disponen en sus celdas o patios de teléfonos públicos.
El segundo de los casos, mucho más sofisticado, consiste en hacer llenar, en la entrada de los cines, un cupón que supuestamente se utilizará para un futuro sorteo. Como en esos cupones se pide nombre, apellido, y número de teléfono, los delincuentes aprovechan la información y las dos horas que durará la película (sumado a que el celular de los chicos debe estar apagado en el cine) para actuar con suma eficiencia y seguridad.
El resultado final es nuevamente la obtención de claves telefónicas que son vendidas a los reclusos, durante las jornadas de visita, o bien utilizadas para llamar al exterior.
Las tarjeta telefónicas tienen un valor muy especial para los presos, representan la única forma que tiene de comunicarse con el exterior. Dentro de la cárcel los pulsos telefónicos tienen valor de dinero en efectivo: se usan como una auténtica moneda de trueque en un auténtico mercado negro.



Los reos argentinos ayudan a sus colegas (adegüello, noviembre 2004)

Esther. Si en la candidatura al premio Moriarty repiten los médicos, en el premio al criminal del mes volvemos a tener a los reclusos argentinos. Los chicos consiguen cometer un montón de delitos a pesar de estar entre rejas. Al secuestro virtual le unimos ahora la cobertura telefónica a sus colegas delincuentes.
Las bandas informan a los reos sobre cuándo y dónde va a ser su próximo golpe y los reclusos se dedican a colapsar las líneas telefónicas de las comisarías de policía cercanas, los bomberos, los servicios de urgencias de la zona,... a la hora señalada. (Nos quitamos el sombrero). Los reclusos denuncian falsos atracos en lugares remotos para que los agentes pierdan el tiempo, falsos incendios, falsos accidentes,...
En un gran número de cárceles ya han empezado a tomar medidas contra la utilización delictiva del teléfono. En algunos centros se ha anulado el acceso a los números de los servicios de emergencia y, para intentar evitar los secuestros virtuales, se ha programado una grabación que anuncia al interlocutor que va a recibir una llamada de la cárcel. En lo que va de año se han denunciado 3.000 secuestros virtuales, la mayoría realizados desde los teléfonos de las prisiones.





PREMIO MORIARTY 2004
Harold Shipman: adicto a matar

Muere el mayor asesino en serie de la historia moderna (adegüello, marzo 2004)

Esther. Harold
Shipman, el asesino en serie más prolífico de la historia moderna, apareció muerto el 13 de enero de 2004 en su celda de la prisión británica de Wakelfield. Aparentemente, Shipman se suicidó colgándose de los barrotes de su celda con las sábanas de la cama. Está previsto que la investigación para esclarecer las causas de su muerte dure dos meses.
Este tío tan majo se cargó a 218
El doctor Muerte, por excelencia, nos deja sin saber exactamente a cuántas personas ha asesinado. Un informe oficial de Gobierno británico señaló en 2002 a un mínimo de 215 víctimas (171 mujeres y 44 hombres, de entre 41 y 93 años) y la probabilidad de que esta cifra se elevara a 260. Se estudiaron más de 500 muertes en las que se sospechaba que el médico podía haber tenido alguna relación. En enero de 2005, la autora del informe elevó el número de víctimas probadas a 218, añadiendo tres hombres a la lista, y afirmó estar convencida de que el médico había matado a 250 pacientes.
Nunca reconoció sus crímenes, ni mostró arrepentimiento o remordimiento. Los psiquiatras que le examinaron llegaron a la conclusión de que nunca hablaría de sus crímenes porque era incapaz de reconocerse a sí mismo su culpabilidad.
Nadie sabe por qué un afable médico de familia, felizmente casado y con cuatro hijos, mató a centenares de pacientes. Janet Smith, autora del informe oficial sobre los asesinatos, señaló que posiblemente Shipman era "adicto a matar". Smith añadió que "hay evidencias de que tiene una personalidad adictiva, y es posible que matar fuera una forma de adicción".

Shipman no ganaba nada con los asesinatos, más bien perdía clientela. En alguna ocasión pidió a los familiares que le regalaran objetos personales del fallecido: una máquina de coser, un mueble, un periquito... Hasta que en 1998 cometió su único error al intentar falsificar -torpemente- el testamento de Kathleen Grundy, una paciente a la que había asesinado, que poseía una fortuna de 386.000 libras esterlinas (unos 579.000 euros). La policía inició una investigación por este hecho que culminó con su detención.

El médico adorable
Shipman era un hombre de pocos amigos que podía volverse agresivo, pero la mayoría de sus pacientes le adoraban. Le describían como una persona muy amable, sobre todo con los ancianos, ante los que se mostraba como un amigo verdadero a la par que médico. A muchos incluso les gustaba su manera de llamar a las cosas por su nombre. Cuando Stephen Dickson le preguntó a Shipman el 28 de febrero sobre la esperanza de vida de su suegro, que padecía cáncer, el doctor le contestó: "yo no le compraría ningún huevo de Pascua". Él mismo se ocuparía cuatro días después de materializar su previsión. Sus víctimas eran pacientes con dolencias leves que le caían mal, enfermos crónicos y enfermos terminales.

La mayoría de los compañeros de trabajo le consideraban como un médico en el que se podía confiar, adorable, entregado al cuidado de los pacientes, siempre disponible, trabajador y competente; pero para algunos colegas era también un poco extraño, siniestro y arrogante (sobre todo con los superiores).
Según sus compañeros, el único servicio que se le daba mal era ginecología y obstetricia (área en la que estuvo trabajando unos meses durante el período de residencia). Era demasiado bruto y tosco en los partos, y un médico le llegó a prohibir que volviera a tratar a su mujer (que estaba ingresada en el hospital). Se cree que empezó a consumir morfina en esta época porque la droga se utilizaba frecuentemente para aliviar el dolor de los partos, y en este área era más fácil conseguirla.


Certificados de defunción
El número de crímenes por año fue aumentando paulatinamente. En 1997 batió su récord criminal con 37 asesinatos, según el citado informe oficial. El propio Shipman extendió los certificados de defunción de todas sus víctimas, salvo en tres ocasiones. La mayoría de los pacientes fueron incinerados, para lo cual un segundo médico tenía que confirmar los certificados de defunción. Para ello debía ver el cadáver y estudiar cuidadosamente las circunstancias de la muerte, pero la mayoría se limitaban a confirmar desde su consulta los certificados de sus colegas.
Shipman se casó con Pimrose en 1965
En determinadas circunstancias, como que un paciente falleciera en menos de 24 horas tras su ingreso en un hospital, el médico tenía la obligación de informar al forense, pero a Shipman le daban igual las normas y no informaba a nadie.

Indemnización millonaria
Hasta el pasado 18 de junio el Doctor Muerte estaba bajo vigilancia especial para evitar que se suicidara. Se trata de una medida habitual entre los reos británicos que están condenados a cadena perpetua. No había mostrado ninguna tendencia suicida, aunque en una ocasión, según The Times, habló sobre la posibilidad de suicidarse para que su esposa cobrara una indemnización. Tras la muerte de Shipman, a los 57 años, su mujer recibirá 100.000 libras esterlinas (unos 150.000 euros), libres de impuestos, y una pensión vitalicia de 10.000 libras esterlinas (unos 15.000 euros) al año. Si el Doctor Muerte hubiera fallecido tras cumplir 60 años, su esposa sólo habría recibido 5.000 libras (unos 7.500 euros) anuales.
Los familiares de las víctimas han mostrado su desacuerdo con esta compensación económica. Cuando encarcelaron a Shipman les dijeron que había perdido su jubilación. ¿Tiene derecho un médico que asesina a sus pacientes a cobrar una pensión por su trabajo? ¿Y su viuda?
Su muerte ha dividido a la opinión británica. Por un lado están los que piensan que debían haber evitado que se suicidara para que cumpliera su castigo y, por otro, los que se alegran de su muerte por el dinero que ahorra a los contribuyentes, que ya no tienen que costear su estancia de por vida en la cárcel.
cárcel.


     
  Datos Biográficos de Harold Shipman
 
  1946. Nace en Nottingham el 14 de enero.
1963. Muere su madre, a los 43 años, de cáncer de pulmón. Durante sus últimos días le administraban grandes dosis de morfina para paliar el dolor.
El Doctor Muerte en 1961
1965. Empieza a estudiar medicina en la Universidad de Leeds y a salir con Pimrose Oxtoby, la hija de un granjero. Se queda embarazada y se casan durante su primer año de facultad.
1970. Termina la carrera y obtiene el título de licenciado en Medicina y Cirugía. Trabaja como médico residente en el Pontefract General Infirmary de West Yorkshire.
1971. Acaba el periodo de residencia y se colegia. Sigue trabajando en el mismo hospital, donde pasa por los servicios de medicina interna, pediatría y ginecología y obstetricia. Empieza a matar.
1974. Trabaja como médico de familia asociado en Todmorden, Lancashire. Le ponen una multa de 600 libras esterlinas por recetar morfina a nombre de pacientes y utilizar la droga para su propio consumo.
1975. Le despiden. Ingresa en un hospital de York especializado en el tratamiento de adicciones y enfermedades mentales. Trabaja para los servicios sanitarios de Durham.
1977. Trabaja como médico de familia titular de la clínica Donneybrook House en Hyde (Manchester).
1992. Abre su propia consulta como médico de familia en Hyde, donde atiende a unos 3000 pacientes.
1998. La policía británica le arresta como sospechoso del asesinato de Kathleen Grundy.
2000. Shipman es condenado a cadena perpetua por asesinar a 15 de sus pacientes. El juez que le sentencia recomienda que nunca sea liberado.
2002. Un informe oficial revela que Shipman ha matado, como mínimo, a 215 pacientes y probablemente a muchos más. Eran 171 mujeres y 44 hombres, de entre 41 y 93 años, a los que inyectó morfina.
13 enero 2004. Shipman aparece ahorcado en su celda de la prisión de Wakefield, a los 57 años.
Enero 2005. El sexto y último informe oficial sobre los crímenes del médico de familia dice que Shipman ha matado como mínimo a 218 paciente (añade tres hombres a la lista, que fallecieron antes de que se estableciera como médico de familia). Janet Smith, la autora del informe, cree que probablemente mató a 250 pacientes, pero en algunos casos no hay pruebas concluyentes.
 
     

(Información actualizada en enero de 2005, tras la publicación del sexto y último informe oficial sobre sus crímenes, realizado por Janet Smith).



MENCIÓN ESPECIAL MORIARTY 2004 A JÓVENES PROMESAS
"Mátame y seré tuya"
(adegüello, julio 2004)

Juanma. John es un adolescente de Manchester que ha sido condenado en mayo por incitar a un asesinato. Lo sorprendente es que la víctima debía ser él mismo. En 2003, cuando tenía 14 años, contactó en Internet con otro joven, Mark, de 16 años, e inició una increíble conspiración para lograr que Mark le matase.
Durante seis meses estuvo manteniendo contactos en la Red con Mark, al que engañó diciéndole que era una mujer. No sólo eso: era una mujer espía. Y además, podía ayudarle a ingresar en los servicios secretos británicos. Para ello, sólo tenía que superar unas pruebas preliminares. "Ella" le ayudaría, y encima le ofrecía sexo como recompensa por su éxito.
Fascinado por su exótico ligue virtual, Mark cayó en la red. También John sucumbió a los virtuales encantos de Mark, y así fue gestándose un perverso amor basado en una grotesca mentira. La "mujer espía" le pidió a Mark que, para demostrarle su amor, realizara actos sexuales ante una cámara Web. La cosa iba marchando.
Por fin, la supuesta espía sometió a Mark a la prueba definitiva, que le abriría las puertas del servicio secreto. Debía demostrar que era capaz de matar a sangre fría a un desconocido. Le dio la dirección de la víctima (la del propio John) y le indicó que debía apuñalarla tras decirle "Te quiero, hermano".
El 29 de junio de 2003, en un callejón de las afueras de Manchester, Mark atacó con un cuchillo a un desconocido, sin saber que era su gran amor de la Red. Pero no tenía mucha experiencia en apuñalamientos, de modo que John quedó grave pero no murió. Se curó en una semana y los dos chavales se vieron en la necesidad de dar explicaciones.
Aunque John alegó que había sido atacado por un extraño, resulta que en el lugar del crimen había cámaras de vigilancia, y la visión de las cintas hizo pensar a la policía que allí había gato encerrado. Tras unas hábiles pesquisas en Internet, salió a la luz la correspondencia entre los dos jóvenes.
Ahora, John ha sido condenado a tres años en régimen de supervisión especial por inducción al asesinato. Claro que el muerto tenía que ser él, pero el ejecutor no lo sabía. Mark, declarado culpable de intento de asesinato, deberá pasar dos años en vigilancia. El juez debió de entender que el chico no tiene demasiadas luces y no ha sido muy duro con él. Tampoco nosotros creemos que vaya a llegar muy lejos, ni como espía ni como asesino.
Pero John... eso es harina de otro costal. Si no reincide en sus intentos de autoeliminación, John tiene por delante una brillantísima carrera en el mundo del crimen creativo. Como todos sabemos, la cárcel es una excelente escuela de métodos y técnicas, donde podrá pulir su estilo. Y ni siquiera conocemos su verdadero nombre, que la ley protege. ¿No es para temblar?





CHAPUZA 2004
Atracador sin suerte, violador sin sesos
(adegüello, noviembre 2004)

Juanma. Un argentino de 18 años, aspirante a delincuente, abordó a tres chicas una tarde de septiembre, en Buenos Aires, y las amenazó con un cuchillo para que le entregaran su dinero. Pero ellas no llevaban mucho y sólo consiguió quitarles dos pesos. Entonces el atracador, que iba montado en bicicleta, se llevó a una de las tres chicas a un descampado y allí la violó.

Se llevó a su víctima a comer pizza
No debió de parecerle suficiente, porque en lugar de dejarla libre, obligó a la chica a que lo acompañara a una pizzería. Tal vez tenía ganas de comida y conversación después del sexo. Por el camino, ella se quejó que le dolía una muela, y entonces él se dirigió a un quiosco donde le conocían (¡todo esto ocurría en el barrio donde él vivía!) y le compró analgésicos que le dieron fiados, porque ninguno de los dos tenía dinero (sólo dos pesos). Después fueron a la pizzería. Allí la chica se rebeló, pidió ayuda a gritos y el atracador-violador-secuestrador huyó en su bici. Pero la policía le detuvo a las pocas horas, porque los del quiosco dijeron quién era y dónde vivía. Incluso presentaron la anotación de la compra al fiado.
Como era de esperar, el sagaz criminal de la bicicleta estaba en su casa, como aguardando a que llegara la policía a detenerlo. También tenía allí el cuchillo de trabajo.
Se ve claramente que el chaval tiene por delante una carrera brillantísima... como hazmerreír de los sucesivos presidios a los que le va a llevar su manera de hacer las cosas. Sólo queda saber cómo pensaba pagar la pizza.



 


 

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revista bimensual de crítica de crímenes
especial premios 2004

 

 

 
próximo número 6 de enero 2005
 
 
© E.Cordeiro. 2003