Gracias a todos los lectores que nos habéis acompañado durante este año y especialmente a los que habéis mandado e-mails elogiosos y colaboraciones, a los que nos habéis recomendado en vuestras Webs y a todos los buscadores que nos encuentran.
CRIMINAL
2006
Ahora tiene 73 años, nació el 31 de enero de 1933 en Corleone y le llaman "El Tractor" porque dicen que es implacable con sus enemigos. Estando prófugo, fue condenado a cadena perpetua por su participación en diversos delitos; entre ellos, los asesinatos de los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Empezó como matón del capo Luciano Liggio, que pensaba que Provenzano era un idiota, pero que disparaba muy bien. No obstante, el hombre del cerebro de pollo, según Liggio, consiguió encauzar a La Familia por un camino menos sangriento que su predecesor, Riina. Creó lo que se considera la "nueva mafia" de cuello blanco, más centrada en negocios inmobiliarios y subcontratas públicas. Consiguió eludir la captura, en parte, por esa vida modesta y porque evitó las delatoras nuevas tecnologías. No utilizaba el teléfono fijo ni los móviles, dirigía La Cosa Nostra con notitas escritas que entregaba a sus hombres de confianza. Tenía, además, varios escondrijos en Sicilia y cada dos o tres días se cambiaba de casa. Sus abogados insistían en que estaba muerto, sobre todo durante los últimos años, pero las autoridades descubrieron que en 2003 estuvo en una clínica francesa, donde le operaron de la próstata. En enero de 2005 la policía siciliana llegó a detener a 46 personas acusadas de ayudarle a esconderse, pero el gran capo seguía sin aparecer. Dos meses después, pusieron en circulación un retrato robot del mafioso con los cambios que podía haber sufrido su rostro y las indicaciones de los informadores de la mafia siciliana.
"No sabéis lo que estáis haciendo", le dijo Provenzano a los agentes que le detuvieron y poco más ha dicho desde entonces, porque en su primer interrogatorio se limitó a confirmar su nombre, edad y lugar de nacimiento. Lo han encerado en una cárcel de máxima seguridad de Umbría y está previsto que pase por los tribunales en mayo, en relación con diversos crímenes mafiosos cometidos en los años ochenta. La
Cosa Nostra Los
Corleonesi
Con la ayuda de sus matones, Toto Riina y Bernardo Provenzano, Liggio se había convertido en el jefe del clan Corleonesi, tras matar en 1958 a Michelle Navarra, anterior jefe del clan. Se cree que en el asesinato participó Provenzano, al que acusaron formalmente en 1963 por la muerte de uno de los hombres de Navarra, quedando desde esa fecha en busca y captura. En realidad, pese a las muestras aparentes de querer conservar la paz entre los clanes, Liggio planeba hacerse con el control del tráfico de heroína y acabar con el dominio de las familias de Palermo, que veían a los de Corleone como granjeros. Como Liggio pensaba que Provezano no era muy avispado, cuando le detuvieron en 1974 y le condenaron a cadena perpetua por el asesinato de un rival, dejó en su lugar a Toto Riina.
Salvatore "Toto" Riina nació en Corleone en noviembre de 1930. Se cree que él mismo asesinó a decenas de personas y que mandó matar a centenares. Le detuvieron por primera vez cuando tenía 18 años y le condenaron a seis años de cárcel por matar a un hombre. Alias "La Bestia", se convirtió en uno de los jefes más despiadados, con Provenzano como lugarteniente. Dicen que su máxima era: cuando alguien se lastima el dedo, lo más seguro es cortarle el brazo. Llegó a ser el Jefe de Jefes de la Cosa Nostra, tras acabar con todos sus competidores. Su reinado del terror provocó la guerra de clanes de principios de los años ochenta, que acabó con cientos de mafiosos asesinados y con el clan Corleonesi de Riina dominando Sicilia. Empezó deshaciéndose de sus principales competidores, que eran los antiguos compañeros de triunvirato de Liggio junto con Salvatore Inzerillo, todos ellos jefes de clanes de Palermo. Stefano Bontade y Salvatore Inzerillo murieron asesinados. A Bontade le dispararon con una ametralladora en abril de 1981, cuando iba al volante de su coche. Era hijo y nieto de jefes mafiosos, jefe de la familia de Santa Maria de Palermo y uno de los mafiosos que tenía más contactos políticos. Inzerillo murió asesinado un mes después. Ante este panorama, Badalamenti huyó de Italia. Estuvo un tiempo en España y Brasil y después se fue a Estados Unidos, donde entabló amistad con "Lucky" Luciano. Allí le encerraron por ser uno de los jefes de la "Pizza Connection" y murió el 30 de abril de 2004 en una cárcel de Massachusetts. Tras librarse de los tres capos, se cree que Riina mandó asesinar a amigos y familiares para evitar venganzas. Sus órdenes llegaron hasta New Jersey (EE.UU.), donde mataron al hermano de Inzerillo, que había huido de "La Bestia". Pero se le escapó un amigo de Bondate vivo: el también mafioso Tommaso Buscetta. Mientras tanto, el juez Giovanni Falcone se convertía en el abanderado de la lucha contra la mafia. En 1984 consiguió que por primera vez un jefe mafioso rompiera el Código de Silencio: Tommasso Buscetta, el amigo de Bontade. Se había refugiado en Brasil, huyendo de las matanzas de Riina. De ahí le extraditaron, con la colaboración de Estados Unidos, y accedió a desvelar la identidad de la cúpula de la mafia que dirigía el tráfico de drogas a nivel internacional, a cambio de un nombre, una asignación económica y una nueva vida en Estados Unidos, donde murió de cáncer, a los 71 años, en 2000. De todas formas no tenía mucho que perder porque Riina ya había matado a muchos de sus familiares y amigos antes de la traición.
Posteriormente,
en 1987, Falcone condenó a más de tres centenares de
mafiosos en el maxiproceso de Palermo. El magistrado no sólo
atacaba judicialmente a los mafiosos, sino que se ocupaba también
de desbaratar los mitos románticos sobre el mundo de la Mafia.
Se cree que Toto Riina decidió cortar por lo sano y el 23 de
marzo de 1992, Falcone, su mujer y tres escoltas murieron al estallar
el coche en el que regresaban del aeropuerto de Palermo. Su colaborador,
el juez Paolo Borsellino, falleció dos meses después,
junto con cinco escoltas, en un atentado similar. Los asesinatos que
pretendían dejar claro quien mandaba en Sicilia produjeron,
en realidad, el efecto contrario e hicieron que los sicilianos colgaran
sábanas con pintadas contra la Mafia y salieran a la calle
a manifestarse.
Finalmente, en enero de 1993 detuvieron a Toto Riina cerca de Palermo, al volante de un Citroën. Se intentó hacer pasar por un trabajador y casi lo consigue. Le condenaron a cadena perpetua, convirtiéndose, entonces, Bernardo Provenzano en el Jefe de Jefes de La Cosa Nostra. Liggio no llegó a ver sus progresos porque falleció de un ataque al corazón al día siguiente de la detención de Riina. PREMIO MORIARTY 2006 Detienen a asesina en serie de ancianas en México D.F. (adegüello, marzo 2006) Andrea. La policía mexicana dice que ha conseguido detener en enero al autor de los asesinatos de por lo menos 48 mujeres de la tercera edad. "El mataviejitas" había tenido atemorizadas a las personas de edad avanzada que viven solas en la ya de por sí peligrosa capital federal de México. La sorpresa fue que este asesino en serie resultó ser supuestamente una mujer: Juana Barraza, de 48 años. Su detención se produjo cuando Barraza huía de la escena del crimen de su última víctima, Ana María Reyes, a la que había estrangulado con un estetoscopio, según su confesión. Las autoridades aseguran que al principio barajaron la hipótesis de que la autora de los crímenes fuese una mujer, pero que la posterior detención de un sospechoso, y las declaraciones de los testigos asegurando haber visto a un hombre, hizo que esa teoría fuese desechada. El que Juana Barraza se dedicara a la lucha libre puede explicar que muchos la confundieran con un hombre, pues es de constitución robusta y tiene el pelo corto. En el ambiente se la conoce como "La Dama Silenciosa".
Las creencias religiosas de la Barraza eran algo más originales, pues la policía encontró en su casa un altar con estatuas de La Santa Muerte, Buda y Jesús Malverde, santo de los narcotraficantes. La cómplice Al parecer, la Mataviejitas no siempre actuaba sola, pues la policía ha detenido también a Araceli Tapia. Al principio, la mujer dijo no conocer a la presunta asesina, pero ha terminado reconociendo que la acompañó a varios encargos en los que se presentaban vestidas de enfermeras. Explicó que, en una ocasión, Barraza le pidió a una anciana su credencial para cobrar la pensión y que en un descuido de la víctima se guardó unos objetos de valor. Araceli Tapia conocía a la Mataviejitas desde hace doce años, pues era amiga de su hermana, y ella le había ofrecido trabajo limpiando su casa en un momento de dificultad. Fue mientras estaba en casa de Barraza, cuando ésta le propuso trabajar como enfermera, cosa que hizo en cuatro o cinco ocasiones, según su declaración. El juez le ha concedido la libertad bajo fianza, aunque los encargados del caso creen que hay pruebas suficientes para que esté en prisión preventiva. Al principio, Barraza negó haber cometido todos los asesinatos que se le atribuyen. Según su teoría, como no le unían vínculos de amistad con ninguna víctima no las podía haber odiado tanto para matarlas, así que no podía ser la asesina. Tras varios interrogatorios, Barraza ha admitido fríamente ser la autora de 12 asesinatos, pero podrían ser más, pues la policía ha encontrado sus huellas en los escenarios de 48 crímenes. De momento la "Mataviejitas" está detenida en el penal de Santa Marta, acusada de homicidio calificado y tentativa de asesinato. México busca al "Mataviejitas" (Adegüello, noviembre 2005).
CHAPUZA 2006
Rumboso fracasa como asesino (adegüello, mayo 2006) Juanma. Afortunadamente para su esposa, Robert F. Holcombe es tan incompetente como asesino que fracasó en cinco intentos de eliminarla con el fin de cobrar un seguro de vida y continuar su vida de crápula y ostentación. Para el quinto intento, Holcombe recurrió a la ayuda del hijo de ambos, que acudió a la policía y se prestó a llevar un micro oculto con transmisor, lo que permitió la detención antes de que se consumara el asesinato. La noticia viene clasificada como "chapuza", pero es más que eso: es todo un peliculón.
Así comenzó una serie de tentativas que recuerda el argumento de la película "Te amaré hasta que te mate". La primera tuvo lugar el 26 de octubre de 2004. Holcombe rompió la conducción de gas natural del calentador de agua y encendió un fuego en el sótano de la casa, con la intención de provocar una explosión. Pero la mujer olió el humo y apagó el fuego. Parece que no le dio importancia al incidente. La segunda vez, Holcombe puso en marcha el motor del coche y conectó el tubo de escape al extremo de un tubo de goma que llegaba hasta un agujero en la pared que separaba el garaje de la alcoba. Al cabo de 30 minutos, como su mujer no se moría, Holcombe fue al garaje a investigar. Casi le cuesta la vida. "Me mareé y empecé a vomitar", se le oye contar en la cinta que grabó su hijo. Vinieron después dos intentos de envenenamiento: uno con Percocet y otro con Benadryl. Otros tantos fracasos. Holcombe empezaba a desesperarse. Tres meses antes había conocido en el Tiffany's a Misty, una showgirl de 23 años con la que inició una curiosa relación. Le pagaba tan bien por acompañarle a comer que la chica abandonó el striptease y el lap dance. En dos meses, Holcombe se fundió 25.000 dólares con ella. La relación nunca superó el nivel de conversación, o sea que imaginen lo que habría gastado el amigo si la cosa hubiera pasado a mayores. El dinero se le acababa y había que acelerar el cobro del seguro. De modo que, desconfiando con razón de su competencia criminal, Holcombe decidió intentar por quinta vez el asesinato de su parienta, pero esta vez lo haría con ayuda. Y aquí viene el episodio más asombroso: el cómplice que se buscó era el hijo de la pareja, de 28 años, que pensó que su padre estaba borracho cuando le pidió ayuda para matar a su madre. Pero cuando el padre se lo propuso por segunda vez, Robert F. Holcombe II comprendió que el viejo iba en serio y acudió a la policía, que le equipó con un micrófono y un transmisor ocultos. Después volvió a la casa y le siguió la corriente a su padre. Le dijo que le ayudaría y le tiró de la lengua. Holcombe I contó la historia de las anteriores tentativas y explicó el plan: esta vez se dejaría de métodos indirectos y atacaría físicamente a la molesta esposa. La mataría de un golpe en la cabeza mientras ella estaba sentada ante el ordenador. Después fingiría que la mujer se había caído por las escaleras. El hijo tenía que ayudarle a subir el cadáver al piso de arriba. Pero antes de matarla -explicó- era preciso envolverle la cabeza en una toalla para evitar que salpicara sangre por todas partes. "Eso lo he visto en la tele", añadió para demostrar que se documentaba debidamente antes de actuar. Poco después era detenido en Cherokee (Atlanta, Estados Unidos). En marzo de declaró culpable y le pueden caer hasta seis años de cárcel. |