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Lo de asignar nombres pintorescos es una táctica del FBI para generar interés en prensa y televisión, y facilitar así que el público identifique a los criminales buscados. Pero, como hemos visto, muchos de éstos se lo ponen fácil al Departamento de Apodos. La táctica da resultado, como demuestra el caso del Bandido Gruñón, así llamado porque los empleados de los bancos aseguraban que siempre estaba de muy mal humor. La publicidad que la prensa dio a su caso molestó al sensible atracador. Cuando la policía, que sospechaba de él, fue a detenerle, su indignación le hizo confesar en el acto: "Sí, yo robé ese banco, ¡pero no soy gruñón!". Vende productos para auto eliminarse Andrea. Un joven de 23 años, de Wuppetal (Alemania), ha sido condenado en enero a tres años y nueve meses de cárcel por vender sustancias para la auto- eliminación. El condenado ofrecía sus servicios de "experto" en medicamentos para pasar al más allá en foros de Internet, en los que se presentaba con los seudónimos de "Bhudda" o "Paul de Vitt". Gracias al éxito de sus productos, dos personas han muerto y siete han caído en estado coma, al ingerir el cóctel de medicamentos. El juez ha considerado que este "comerciante con la muerte" demostró especial crueldad, pues a pesar de conocer el resultado de la ingestión de sus productos en varios de sus clientes, no dejó de venderlos. El negocio estaba claro para el condenado, pues tanta polémica sobre la legalización o no de la eutanasia revela que hay demanda para este tipo de "productos". Aunque en Alemania no hay una legislación que prohíba expresamente la comercialización de medicamentos para el suicidio, este primer caso ha originado un debate sobre su necesidad. Indemnización millonaria por llevar condones con harina
La detuvieron en el aeropuerto de Philadelphia (EE.UU.) en diciembre de 2003, cuando se dirigía a Los Angeles para pasar las vacaciones de Navidad con su familia. Explicó a los agentes que se trataba de harina, pero estos dijeron que un test inicial había revelado que era cocaína. Era un kilo, así que se enfrentaba a 20 años de cárcel y le impusieron una fianza de 500.000 dólares USA. En enero de 2007 le concedieron la indemnización. Ladrones de pelo femenino Esther. Una joven de 22 años y larga cabellera se topó con unos ladrones en un autobús de Río de Janeiro (Brasil) que la dejaron sin pelo, sin teléfono móvil y sin bolso. Se sentaron detrás de la chica y le cortaron la melena con unas tijeras. No se lo había cortado en cuatro años, era negro, liso y le llegaba a la cintura. Dicen que seguramente lo venderán para hacer extensiones. Otro que robaba pelo es el australiano Rodney Lyle Petersen, de 30 años, aunque lo de éste parece más una cuestión fetichista que no económica. En marzo le condenaron a dos años y ocho meses de cárcel por robar los pelos que encontraba en los equipajes femeninos extraviados en el aeropuerto de Melbourne. Petersen trabajaba en Qantas y se dedicaba a registrar las maletas perdidas de mujeres, para llevarse los pelos humanos que encontraba en la ropa y los peines. Los guardaba en bolsas de plástico que etiquetaba con los detalles personales de la pasajera. Los retardados vienen con miles de dólares bajo el brazo
Niñas rusas contratan a asesinos para matar a parientes Esther. La moda rusa de contratar asesinos a sueldo para deshacerse de alguien ha llegado a los adolescentes. Siguiendo tendencias, una quinceañera rebelde de Barnaul (Siberia), harta de que sus padres no la dejaran salir, contrató a tres compañeros de colegio por poco más de 400 euros para resolver el problema. Entraron en el domicilio familiar la tarde del 24 de enero y apuñalaron a la madre, que murió en el acto. El padre corrió mejor suerte porque ese día se quedó más tiempo de lo habitual en el trabajo. En 2006, otra adolescente de Rostov del Don, Inna Smirnova, de 17 años, contrató a otro asesino para librarse de su padrastro, porque le robaba la atención de su madre. Como no contratar asesinos en Moscú (Adegüello, septiembre 2004). |
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número
19- abril 2007
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