Los asesinos del banquero suicida

Roberto Calvi, el Banquero de Dios
Esther. Porque durante mucho tiempo el crimen fue oficialmente un suicidio; porque en 25 años no han identificado a los asesinos y probablemente nunca descubrirán su identidad; porque podían haber hecho desaparecer el cadáver para siempre, pero prefirieron algo más artístico y amenazador: un banquero italiano colgando de un puente de Londres; porque es uno de los crímenes más fascinantes de la historia. Por todo eso, los asesinos de Roberto Calvi, "el Banquero de Dios", han conseguido el premio al Criminal del Mes.
Los principales sospechosos son, como es habitual, los que estaban interesados en su desaparición. Pero Calvi tenía demasiados enemigos, demasiado poderosos: La Cosa Nostra, el Vaticano y una Logia Masónica, según todos los entendidos. De momento, sólo se ha juzgado la hipótesis de la mafia sin que se llegara a condenar a nadie. En junio, un juzgado de Roma ha declarado inocentes a los cinco acusados del asesinato de Roberto Calvi hace un cuarto de siglo. Su cadáver apareció ahorcado del andamiaje inferior del puente Blackfriars de Londres (Inglaterra) en 1982. En principio, la policía británica concluyó que se trataba de un suicidio, pero años después retomaron las investigaciones ante la insistencia de sus familiares.


El Banco Ambrosiano y sus causas
Roberto Calvi nació en 1920 en Milán. En febrero de 1971 lo nombraron Director General del Banco Ambrosiano; en noviembre, Consejero Delegado y en 1975, Presidente. Con su gestión, el Ambrosiano se convirtió en el mayor banco privado de Italia. En 1981 le condenaron a cuatro años de cárcel por fraudes monetarios y le dejaron en libertad bajo fianza mientras se resolvía la apelación.
Hasta entonces era un empresario de éxito, que se cree tenía estrechas relaciones con el Vaticano, la Mafia Siciliana y la P2, una logia masónica para algunos y para otros, un grupo de empresarios fascistas.

Marcinkus dirigía al Banco Vaticano
Calvi estaba en contacto constante con el Arzobispo Paul Marcinkus, director del "Istituto per le Opere di Religione" (IOR), el banco del Vaticano, entre 1971 y 1989. Se cree que financiaron movimientos anticomunistas en Polonia y América Latina con dinero que salió del Banco Ambrosiano y que, además, Calvi cubría las pérdidas de Marcinkus en el IOR.
En 1987 ordenaron la detención de Marcinkus por fraudes y estafas relacionadas con la quiebra del banco Ambrosiano, pero el Cardenal se acogió a su inmunidad diplomática. Posteriormente, se trasladó a Arizona (Estados Unidos), donde falleció en 2006, a los 84 años. Para algunos, Marcinkus es también el principal sospechoso de la muerte del Papa Juan Pablo I que, para algunos, fue un asesinato.

En cuanto a sus relaciones con la Cosa Nostra, se sospecha que Calvi se dedicaba a blanquear el dinero que obtenían con sus actividades mafiosas. Se cree que estaba relacionado con Michele Sindona, un banquero de la Mafia Siciliana que murió tras beber un café con cianuro en la cárcel. Al parecer, Sindona relacionó a Calvi con los mafiosos y el P2 pocos años antes de fallecer.
Además, se cree que Calvi formaba parte del P2 fundado por Licio Gelli, una organización que supuestamente pretendía establecer un régimen autoritario en Italia y a la que se desviaron fondos del Ambrosiano. Estaba formada por cerca de un millar de personas (políticos, empresarios, banqueros, periodistas, jueces, militares,... y, al parecer, Silvio Berlusconi). Gelli fue condenado por delitos económicos relacionados con el Banco Ambrosiano y actualmente hay una investigación abierta contra él por la muerte del banquero.

La desaparición del "Banquero de Dios"

Con tanto patrocinio y desvío de fondos, en junio de 1982 las autoridades italianas descubrieron un agujero de millones de euros en el Banco Ambrosiano y pusieron en marcha una investigación más exhaustiva sobre las cuentas de la entidad. Se cree que el 5 de junio de 1982 el banquero remitió una carta al Papa Juan Pablo II en la que le ofrecía documentos importantes y le aseguraba que no contaría lo que había hecho por el bien de la Iglesia. Seis días después, el 11 de junio, Calvi desapareció con un maletín lleno de documentos y un pasaporte falso. Y a la semana siguiente, el 18 de junio, un periodista británico encontró su cuerpo colgando del puente londinense. Era un escenario arriesgado y teatral, que seguramente pretendía avisar a todos los traidores y chantajistas en potencia del poder de los asesinos. El cuerpo de Calvi, de 62 años, estaba sumergido en el agua hasta la cintura y tenía los bolsillos llenos de piedras y dinero.
Su cadáver colgaba del puente Blackfriars
Durante años su muerte fue catalogada como suicidio, hasta que en octubre de 2002 nuevas pruebas forenses establecieron que había sido asesinado. Se comprobó que en la ropa y los zapatos del banquero no había ningún rastro de que hubiera trepado por el andamiaje, por lo que su cuerpo tuvo que ser trasladado allí por alguien. Durante su estancia en Londres el banquero se alojó en un apartamento del empresario Flavio Carboni en el barrio de Chelsea. Se cree que acompañó voluntariamente a sus asesinos, porque le hicieron creer que se lo llevaban en barco a Sudamérica, que le estrangularon y trasladaron su cuerpo en barco hasta el puente, donde lo dejaron colgado de un andamio.

Los acusados
En abril de 2005 acusaron formalmente de homicidio voluntario y premeditado a Giuseppe (Pippo) Calò, un contable de la Cosa Nostra, al empresario sardo Flavio Carboni y él romano Ernesto Diotallevi, al chófer y guardaespaldas de Calvi, Silvano Vittor, y a la ex novia de Carboni, Manuela Kleinszig. El fiscal retiró posteriormente los cargos contra Manuela por falta de pruebas, pero solicitó cadena perpetua para los otros cuatro acusados. Según la fiscalía, se encargaron de trasladar a Calvi a Londres para dejarlo en manos de sus asesinos porque la Cosa Nostra quería evitar que Calvi revelara datos sobre sus operaciones financieras. La acusación sostenía que Calvi quería escapar a Suiza y que los acusados le convencieron para que fuera a la capital británica.
Por su parte, Giuseppe (Pippo) Calò, que cumple cadena perpetua desde los años ochenta por diversos delitos relacionados con la Mafia Siciliana, explicó que si él hubiera ordenado la muerte de Calvi, el crimen lo habría cometido su propia gente de la Mafia. Lo que parece un argumento bastante razonable. Además, Calò señaló que no tenía ningún interés en la muerte del banquero. Según el abogado del mafioso, las declaraciones de los familiares del fallecido indicaban que Calvi tenía miedo y conflictos con miembros del Vaticano, a los que pretendía chantajear, pero no con la mafia
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