Llevan un cadáver a cobrar la pensión

Juanma. Ya había ocurrido antes. Ante la posibilidad de cobrar la pensión de un amigo muerto (o del abuelo), hay quien no vacila en llevar al difunto al banco o, en este caso, a un establecimiento donde se cobran cheques. Naturalmente, es inevitable llamar un poco la atención.
Llevan al muerto hasta el banco en una silla
Y ya lo creo que la llamaron. Dos hombres arrastrando por las calles de la Cocina del Infierno, en Manhattan, una silla de oficina con un cadáver sentado y vestido a medias atrajeron una multitud de espectadores en enero. Entre ellos el inspector de policía Travis Rapp, que comía en un restaurante y vio pasar el cortejo por la ventana. El policía, que por su profesión ha tenido que ver unos cuantos cadáveres, no dio crédito a sus ojos. "Pensé que era una broma. Tenía que ser un maniquí o un muñeco".
Pero no. Era un cadáver auténtico. Concretamente, el de Virgilio Cintron, que parece que falleció por causas naturales a los 66 años, dejando un cheque de la Seguridad Social por valor de 355 dólares. Entonces su compañero de piso y un amigo, ambos de 65 años, llevaron el cheque a una tienda con intención de cobrarlo. Pero el cajero les dijo que el titular tenía que estar presente.
Ni cortos ni perezosos, los dos hombres, David Dalaia y James O'Hare, volvieron al piso y trataron de vestir al cadáver, que estaba desnudo. Lo consiguieron a medias. Le pusieron una camiseta, unos pantalones que no lograron subirle del todo y unas zapatillas. Lo sentaron en una silla de oficina, le echaron un abrigo en el regazo para tapar lo que el pantalón no tapaba y se lanzaron a la calle, con el consiguiente éxito de público.
Dejaron la silla con el cuerpo en la acera y volvieron a entrar a cobrar el cheque. El cajero, que conocía al difunto Cintron, les preguntó dónde estaba éste. Le dijeron que esperando en la puerta y que, si era preciso, le harían entrar.
Efectivamente, en la puerta estaba la silla con el cadáver, rodeada por un grupo de curiosos, a los que se había sumado el policía Rapp, que había decidido investigar más de cerca lo del muñeco. Un examen superficial confirmó que de muñeco, nada. Dalaia y O'Hare intentaron meter la silla en la tienda. Rapp se identificó y les ordenó apartarse del difunto mientras llamaba a una ambulancia.
Cuando los enfermeros confirmaron que Cintron estaba muerto, sus amigos fingieron una gran sorpresa. "Oh, Dios mío. ¿Se ha muerto?", exclamaron.
Tanto el difunto como sus dos aprovechados amigos tienen un largo historial policial, con detenciones por robos, asaltos y delitos relacionados con la heroína, que se remontan a los años 60. Tanta experiencia no les ha enseñado a ser discretos, aunque sí han acumulado un buen nivel de desfachatez.




 

 



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