www.adeguello.net
/ revista trimestral de crítica de crímenes / número 17- octubre 2006
Estafa,
timo y falsificación
Cientos
de afectados por la pirámide de los "quesitos"
Andrea.
En lo que se considera la mayor estafa piramidal de la historia de Chile,
cientos de personas se han visto afectadas en distinto grado con un pretendido
negocio perfecto conocido como "la estafa de los quesitos".
El método era muy simple: una empresa legalmente constituida e
inscrita en el registro mercantil vendía unos sobres de fermento,
que se mezclaban con leche, y con los que, después de dejar reposar
la mezcla durante varios días, se obtenía una sustancia
supuestamente utilizada en la fabricación de cosméticos.
La empresa prometía comprar a los inversionistas sus quesitos para
supuestamente enviarlos a fábricas de cosméticos de Francia.
El primer timo es que los interesados en invertir en ese lucrativo negocio
debían comprar los sobres de fermento a 500 dólares USA
cada uno, cuando en realidad otras empresas importadoras los vendían
por 10 dólares.
A la cabeza de la empresa estaba Gillberte Van Erpe, conocida como Madame
Gill, una francesa de mediana edad que se dedicaba a viajar por Chile,
animando a invertir en este negocio seguro para rejuvenecer al mundo.
Su acento y elegancia francesa, a pesar de los kilos de más, convencía
a las personas a pedir préstamos o vender su casa, para comprar
los sobres mágicos.
Al igual que otras empresas piramidales, al principio sí que hubo
ganancias, lo que hizo aumentar la fama de la inversión, pues los
vecinos y familiares envidiosos de los primeros inversionistas hacían
todo lo posible por invertir y no quedarse fuera de ese maravilloso negocio.
Todo tipo de personas, alcaldes, estudiantes universitarios y jubilados
se dedicaron a los fermentos y, a los pocos días, conseguían
esa sustancia láctea de forma redonda, que guardaban con esmero
a la espera de poder venderlos cada tres meses. La sorpresa desagradable
vino cuando fueron a vender sus preciados quesitos y se encontraron con
que la empresa ya no compraba más, pues no había dinero,
y con que Madame Gill había desaparecido. Además ahora se
sabe que realmente nunca se mandaron quesitos a Francia.
Los estafados se han organizado en julio y la fiscalía, que ya
ha congelado las cuentas de la empresa, ha mandado un abogado a Francia,
pero como no hay acuerdo de extradición entre Francia y Chile las
posibilidades de juzgarla son pocas. Después también se
descubrió que Madame Gill ya había pasado por Perú,
dejando a un montón de inversionistas arruinados a su paso, y que
las autoridades de ese país tampoco habían podido hacer
nada.
Aunque Gillberte tiene antecedentes por estafa y fraude en su país,
la Interpol dice que no tiene ninguna restricción para viajar por
el mundo y se cree que actualmente esta en Brasil. Habrá que esperar
un tiempo para saber si está tumbada al sol disfrutando de su dinero
o si Brasil es una escala más en sus negocios de venta del fermento
La mayor estafa piramidal
de la historia (Adegüello, julio 2006)
El
timo de la caca
Esther.
En Alemania se ha registrado una nueva versión del tradicional
timo de la mancha (ensucian la ropa del primo y, mientras le ayudan a
limpiarse, le roban la cartera) un tanto escatológica. Lo que tiran
a la cabeza del pringado son excrementos humanos. Esto seguramente debe
despistar mucho más que lo de la mancha de tinta en la camisa,
pero lo raro es que la víctima no se sorprenda cuando un desconocido
le ayuda amablemente a limpiarse caca ajena.
Con este procedimiento, en agosto le birlaron 7.500 euros a un hombre
que acababa de salir del banco. Las almas caritativas que le ayudaban
a limpiarse eran dos mujeres que le decían que habían visto
a un señor haciendo las necesidades en un balcón.
Estafan
300.000 euros en créditos por internet
Esther. Se
cree que estafaron más de 300.000 euros solicitando créditos
a través de Internet con identidades falsas. El jefe del grupo,
según la policía, es un ex director de una sucursal bancaria,
al que habían despedido, y con el que colaboraban dos familiares
y dos propietarios de establecimientos comerciales de Tarragona (España).
Se cree que el principal acusado falsificaba documentos de identidad y
creaba otros con datos ficticios, para solicitar créditos a entidades
bancarias o tarjetas de crédito, con las que realizaba compras.
Las solicitudes las realizaban por Internet y remitían fotocopias
de la documentación requerida por correo.
Al supuesto cabecilla del grupo le detuvieron en agosto en Paterna (Valencia).
Los investigadores dicen que cambiaba de domicilio una vez al año.
|