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/ revista trimestral de crítica de crímenes / número 22- enero 2008
Estafa,
timo y falsificación
Detienen
en República Dominicana al "Jamonero de Trevélez"
Esther.
La policía
ha trasladado a Granada (España) a Antonio Herrera, de 50 años,
acusado de estafar unos 23 millones de euros a más de 300 personas,
la mayoría de la Alpujarra granadina, que invirtieron sus ahorros
en un negocio de venta de jamones. El "Jamonero de Trevélez"
desapareció en octubre de 2004, poco después de que se descubriera
el pastel, y fue localizado recientemente en República Dominicana,
donde le detuvo la Interpol el 11 de diciembre. Tras pasar por el Juzgado
de 1ª Instancia e Instrucción Nº 1 de Órgiva,
ha ingresado en prisión acusado de estafa, apropiación indebida,
alzamiento de bienes y un delito contra la hacienda pública.
Sobre 1994, el acusado dejó su trabajo como director de una sucursal
bancaria de Trevélez para dedicarse a los negocios. Montó
la empresa "Jamones Fernando S.L." que llegó a tener
más de medio centenar de empleados y varios secaderos. Pero el
de Trevélez no era un jamonero normal porque también utilizaba
el negocio para recaudar dinero de inversores a los que prometía
hasta el 22 por ciento de beneficios al año, que no había
que declarar a Hacienda. El negocio estaba asegurado porque Herrera decía
que si no podía devolver el dinero, pagaría con jamones.
Era un tío del pueblo, universitario, campechano y locuaz, y durante
años había sido el director de la Caja de Ahorros, así
que no era difícil ganarse la confianza de los inversores y con
los primeros pagos prometidos, se fue corriendo la voz.
En realidad, la historia parece una estafa
piramidal más, que se desmoronó cuando empezó
a circular el rumor de que al "Jamonero de Trevélez"
no le iban bien los negocios, y los vecinos dejaron de invertir y empezaron
a reclamar su dinero. Como en muchas estafas piramidales, algunos vecinos
habían llegado a pedir créditos bancarios para invertir,
con lo que el supuesto fraude se convirtió en un desastre económico
para la comarca.
Cuando los acreedores se agolpaban en su puerta y llegaron las primeras
denuncias, el jamonero se esfumó. Al parecer, poco antes de su
desaparición empezó a comportarse de forma extraña
y a hacer viajes frecuentes con destino desconocido. Él afirmó
que estaba intentando encontrar inversores para reflotar la empresa, pero
también podía estar llevándose el dinero a Suiza
o jugándoselo en un casino, porque se le ha perdido la pista a
unos cuantos millones de euros. Herrera dejó tras de sí
más de medio millar de denuncias y demandas penales, administrativas
y civiles y una deuda de entre 23 y 30 millones de euros, según
los administradores judiciales.
En febrero de 2005, concedió una entrevista en Sudamérica
al Ideal de Granada en la que explicó que había huido porque
estaba amenazado de muerte por la mafia rusa y unos inversores de Murcia,
a los que, según él, les debía dinero, y que estaba
valorando la posibilidad de entregarse a la justicia española.
Negó, además, que su intención fuera estafar a los
inversores y dijo que era únicamente un empresario que había
tenido mala suerte. Herrera reconoció que sobre el año 2000
empezó a ir mal el negocio, por lo que tuvo que espaciar los pagos
acordados y los inversores poco a poco se fueron mosqueando. El acusado
explicó que en aquel momento intentó atraer a grandes inversores,
pero que estos imponían como requisito previo que se hiciera una
auditoría de la empresa.
El acusado explicó en el Ideal de Granada que sólo unas
125-130 personas perdieron sus ahorros y que entre los denunciantes hay
gente a la que ya le devolvió el dinero en su día, pero
sin dejar constancia por escrito. Según él, los inversores
le dieron una media de 10 millones de pesetas, salvo cuatro que invirtieron
100 millones. El acusado explicó también que la empresa
había ido mal por llevar una doble contabilidad con dinero negro
de inversores, lo que parece más bien una forma de intentar echarle
la culpa a las víctimas.
Estafa
masiva
La detención se produjo gracias a la actuación del juez
de Instrucción número 1 de Órgiva que reabrió
la causa penal por estafa masiva y, en agosto de 2006, dictó una
orden de búsqueda y captura internacional. Las primeras denuncias
interpuestas por los inversores por la vía penal habían
sido archivadas.
En cuanto a los procedimientos civiles que se siguen contra el empresario,
el primero en dictar sentencia fue el Juzgado de 1ª Instancia e Instrucción
Nº 2 de Órgiva que le condenó a pagar 93.000 euros
a seis inversores que habían firmado contratos privados y a los
que no les devolvió el dinero en agosto de 2003, fecha en la que
vencían los préstamos.
Por último, un juzgado mercantil resolvió poner a la venta
todos los bienes de "Jamones Fernando S.L.", valorados en 8
millones de euros, para pagar parte de la deuda que, al parecer, asciende
a 45 millones.
La
increíble historia del 'rey del jamón', (El Ideal de
Granada, noviembre 2004)
"En
culpa ajena, un mundo de estafas y mentiras"
Andrea. Hay
que reconocer la inventiva de algunos estafadores: no cualquiera se inventa
una estafa tan original como la producción de una película
- cuyo título preliminar era "En culpa ajena, un mundo de
estafas y mentiras" - para cobrar dinero a colombianos interesados
en emigrar a Europa con trabajo asegurado como personal técnico
del equipo de rodaje. Al parecer, cada futuro "profesional del cine"
debía pagar quince millones de pesos colombianos (unos 5.000 euros)
para obtener el billete de avión y el correspondiente visado. Pero
todo empezó a torcerse cuando en febrero algunos trabajadores estuvieron
encerrados una semana en un hotel de Bogotá sin poder salir del
país, mientras que los que consiguieron huir e intentaron coger
el avión, se encontraron con que los pasajes eran falsos.
Como Artemo Montoya y los hermanos William y Ricardo Serna, los productores
de la supuesta película, eran conocidos como tramitadores de visas
en la zona de Manizales (de la que provenían la mayoría
de las víctimas), los estafados creyeron sus promesas de que les
devolverían el dinero. Pero después de varios meses esperando,
los supuestos estafados se cansaron y en octubre presentaron las primeras
denuncias.
Según el padre de dos de los acusados, la película que se
iba a rodar en Francia era totalmente real, pero el tercer socio, Artemo
Montoya, los engañó y se fue con el dinero.
Traficante
de diamantes israelí tiene prisa por gastar
Esther.
El gerente de una inmobiliaria de Lugo (España) recibe un e- mail
de un traficante de diamantes de origen israelí que le explica
que tiene que invertir más de cinco millones de euros antes de
que acabe el año. Para negociar las condiciones de la compra, el
traficante cita al vendedor en París. En esta primera reunión,
fijan una segunda cita en Madrid a la que el gerente debía llevar
600.000 euros, que los compradores tenían que entregar a una organización
pro- judía de Israel, en billetes de 50, 100 y 200 euros, para
hacer ver que se trataba de pequeños ingresos de otro negocio.
Por su parte, los compradores quedan en llevar a la reunión algo
más de tres millones de euros en billetes de 500, que se correspondían
con la mitad del valor total de la propiedad que pensaban comprar, 2,5
millones de euros, más 600.000 euros en concepto de comisión
para el vendedor.
Pero el 15 de noviembre a la cita de Madrid también acudieron unos
agentes de policía, alertados por el gerente. Allí detuvieron
a los compradores, cuatro elegantes servo croatas, con tarjetas de residencia
francesas, coches de lujo, matrículas robadas y un maletín
con 23 fajos de billetes falsos de 500 euros, según la policía.
Le
detienen por prestar su cuenta bancaria
Andrea.
En noviembre, un hombre de 50 años ha sido detenido en Valencia
(España) por participar en una estafa internacional a través
de Internet. Lo que parecía algo tan inocente y fácil como
prestar la cuenta corriente a unos desconocidos le puede costar caro.
El sistema consistía en obtener datos de cuentas bancarias a través
de "phishing" para después transferir los ahorros depositados
a la cuenta del acusado. Entonces, el detenido retiraba la cantidad transferida
(que oscilaba entre 2.000 y 4.000 euros, para no despertar sospechas)
y la enviaba a distintos países del Este mediante una compañía
de envío de dinero rápido. A cambio de prestar su cuenta,
se quedaba con el 10 por ciento del importe de la transferencia (en general,
entre 280 y 420 euros).
Utilizar cuentas corrientes que tengan cierta antigüedad es una forma
común de actuar para estas bandas que incluso llegan a poner anuncios
para ofrecer trabajos de "gestor o intermediario financiero".
Desgraciadamente para este tardío "gestor financiero",
la policía lo detuvo cuando salió del banco tras retirar
la última transferencia, mientras que la banda para la que trabajaba
sigue sin ser identificada.
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