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/ revista trimestral de crítica de crímenes / número 25- octubre 2008
Por qué
salió mal
Fracasan
dos secuestros de un histórico del crimen
Esther. Habían estudiado las costumbres de sus víctimas
y las finanzas familiares; tenían coches, furgonetas, pistolas,
grilletes, zulos, tranquilizantes, cámaras de seguridad, perros
de presa, infiltrados para sonsacar información a la familia y
un cabecilla con experiencia que elaboró un plan estructurado,
pero los dos secuestros fueron un fracaso. El primero les salió
mal por el carácter rústico e inconsciente de la víctima
y el segundo, por el uso de un medio de comunicación obsoleto:
las cabinas telefónicas. De todas formas, no se sabe cómo
pretendían cobrar los rescates sin que les pillaran, la cuestión
más peliaguda en cualquier secuestro.
Y aunque se cree que el ideólogo de los dos sucesos es un histórico
del crimen: el testigo del juicio por la desaparición de El Nani
que hizo que la guardia civil rastreara tres pantanos, un estafador en
activo desde los años sesenta y compañero de correrías
de un marqués, lo más famoso del caso es la supuesta participación
del primo de Rajoy.
El hijo de "El
Pocero" se defiende
Primero, alquilaron una vivienda unifamiliar en Perales del Río
(Madrid) y construyeron un zulo en la bodega para ocultar a su víctima.
Pensaban pedir treinta millones de euros de rescate, pero su objetivo
era demasiado bruto para dejarse secuestrar. Simularon un accidente de
tráfico para raptar al hijo de Francisco Hernando, un ex pocero
que se hizo millonario como constructor y famoso por hacer una ciudad
sin licencias ni infraestructuras suficientes en Seseña (Toledo,
España). Chocaron con su coche en la carretera para obligarle a
apearse. Uno de los secuestradores lo apuntaba con una pistola y otro
trataba de meterlo en el maletero de un BMW 320, pero el hijo de "El
Pocero", en lugar de amedrentarse, se lió a golpes con el
que empuñaba el arma, y los raptores acabaron huyendo. Todo esto
ocurría el pasado 25 de abril en Seseña. El joven fue atendido
en el hospital por diversos golpes y magulladuras.
Los secuestradores no fueron identificados hasta septiembre, cuando la
policía encontró vídeos y documentos con datos sobre
los familiares del constructor de Seseña en poder de una banda
detenida en junio por el secuestro de otro rico heredero de la construcción.
En este caso fue el teléfono lo que identificó a los criminales:
la vigilancia de cabinas por parte de la policía y esa afición
desmesurada de los españoles a la comunicación telefónica.
El secuestro del
empresario de Sanlúcar
El empresario Rafael Ávila Tirado, de 45 años, fue secuestrado
el 2 de junio de 2008 cuando salía de su oficina en Sanlúcar
de Barrameda (Cádiz). Los secuestradores se pusieron en contacto
con la familia para solicitar diez millones de euros de rescate y amenazarles
para que no avisaran a la policía. Tras diversos contactos con
la familia, rebajaron sus pretensiones económicas a dos millones
de euros.
Las llamadas procedían de cabinas telefónicas de distintos
barrios y localidades de Madrid: Méndez Álvaro, La Vaguada,
Coslada, Aranjuez,... Un sistema de comunicación utilizado habitualmente
por los secuestradores que, por lo visto, ya no funciona. Los investigadores
colocaron medio centenar de coches camuflados y decenas de policías
secretas vigilando cabinas telefónicas y el 12 de junio localizaron
a un hombre sospechoso que realizó una llamada desde una cabina
de la zona de Puerta de Toledo, según El País. El hombre
se montó en un coche junto a una mujer y se fue a un domicilio
del barrio de Vallecas, adonde le siguieron unos agentes. Esta versión
de la identificación del sospechoso debe estar incompleta salvo
que hayan puesto a todo el cuerpo nacional de policía destinado
en Madrid a hacer turnos de vigilancia en las cabinas porque en la Comunidad
de Madrid debe haber unas 4.000 (si se cumple la norma que dice que tiene
que haber una cabina por cada 1.500 habitantes). Así que, o lo
pillaron por pura casualidad o parece más factible que la policía
haya consultado qué cabinas se estaban utilizando cuando se recibían
llamadas en el móvil del negociador de la familia del secuestrado.
Hasta hace pocos años habrían sido muchas las cabinas desde
las que se realizaban llamadas de forma simultánea, pero actualmente
con la difusión de los teléfonos móviles ya casi
nadie las usa, salvo inmigrantes que llaman a sus países con tarjetas
prepago y excéntricos.
En cualquier caso, la pareja de la cabina de Puerta de Toledo resultó
ser Miguel Rodríguez Souza y Vanesa Hidalgo. Los investigadores
pincharon el teléfono de Miguel e interceptaron dos llamadas sospechosas.
En la primera, su hermano Luis Antonio, que tiene una tienda de bisutería
en un local alquilado a la familia del secuestrado, bromeaba con la posibilidad
de ser raptado. En la segunda, el interlocutor era Luis Miguel Rodríguez
Pueyo, con el que el sospechoso habló directamente de la situación
del secuestro de Ávila. (En algunos medios de comunicación
se asegura que Miguel Rodríguez Souza, de 27 años, es hijo
de Luis Miguel Rodríguez Pueyo y en otros se dice que es su sobrino,
pero no está claro que exista parentesco entre ellos). Luis Miguel
Rodríguez Pueyo es un delincuente habitual que fue condenado en
1998 a un año de cárcel por el caso Arny de prostitución
homosexual de menores. Al parecer, actualmente utilizaba la identidad
de su hermano Joaquín, ya fallecido, y la línea telefónica
la había puesto a su nombre.
Tras estas primeras pistas, lo único que hicieron los investigadores
fue seguir tirando del hilo y, tirando del hilo, se encontraron con otro
acusado por prostitución de menores en el caso Arny: el sevillano
Manuel Ibáñez Ruiz, de 53 años, que por entonces
era propietario de dos clubes de ambiente homosexual cercanos al Arny,
El "27" y "Valentino" y que finalmente fue absuelto.
Se cree que en la actualidad pasaba por dificultades económicas
y había contactado con Rafael Ávila para negociar una compra-
venta de terrenos. Al parecer, Ibáñez Ruiz visitó
en varias ocasiones a la familia del secuestrado para conocer el estado
de las investigaciones con la excusa de darles ánimos.
Y, finalmente, a través de otro de los implicados en el caso Arny,
el bailarín argentino Domingo Arnaldo Concha, fallecido en 2007,
llegaron a otro sospechoso, su amigo Raúl Brey Ábalo, de
60 años, primo de Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular.
Brey Ábalo se dedica a la compra venta de antigüedades y tiene
una casa unifamiliar en Almonte (Huelva). En esa vivienda la policía
nacional liberó el 18 de junio a Rafael Ávila Tirado, tras
16 días de secuestro. Se lo encontraron narcotizado y encadenado
en un zulo de dos metros cuadrados que estaba custodiado por cámaras
de seguridad, perros de presa y dos hombres: Raúl Brey Ábalo
y José Antonio Giles Rodríguez, de 24 años, según
los investigadores. Posteriormente, la víctima declaró que
durante el cautiverio estuvo todo el tiempo encadenado a una pared y tenía
que hacer sus necesidades en una lata.
Finalmente, los agentes detuvieron a un total de nueve personas por el
secuestro de Almonte. Tres de ellos están también acusados
de planificar el secuestro de Seseña. Se cree que en ambos casos
el cabecilla era Luis Miguel Rodríguez Pueyo.
El cerebro de la
banda
Luis Miguel Rodríguez Pueyo nació en Madrid en 1942. Es
un delincuente especializado en estafas y falsificaciones que tiene una
larga y precoz carrera delictiva. Lo más sorprendente de su biografía
es que haya podido vivir tanto tiempo fuera de la cárcel, lo que
denota que la justicia española es demasiado benévola con
los estafadores. Con su ingenio y contactos podía haberse hecho
rico legalmente, pero parece que prefirió vivir al margen de la
ley. En sus inicios delictivos se le relacionó frecuentemente con
el aristócrata Jaime Mesía Figueroa, Marqués de Mirallo,
bisnieto del primer Conde de Romanones, convertido en "Messía"
por la prensa a finales de los años ochenta, y uno de los ídolos
del redactor jefe de Madrid (junto con Paesa).
A pesar de que ha cometido al menos una tropelía escandalosa por
década, desde los años sesenta, la actuación más
famosa de Rodríguez Pueyo fueron sus idas y venidas al juicio Arny
vestido de Nazareno Ninja y otros disfraces peculiares para un hombre
de mediana edad. Rodríguez Pueyo evolucionó de la estafa
a proletarios, al asalto armado y el secuestro exprés, la estafa
bancaria y de ahí a un secuestro que tal vez no preveía
tan largo.
Estafas inmobiliarias
En 1966, cuando tenía 24 años, Luis Miguel Rodríguez
Pueyo montó en el Barrio del Pilar de Madrid una oficina con el
nombre de "Administración Inmobiliaria Pueyo S.L.", de
la que él y su madre, Carmen Pueyo Moreno, eran accionistas y Antonio
Rubio Fernández, director general. La empresa vendió y alquiló
pisos inexistentes a más de medio millar de familias que pagaron
entre 1.000 y 50.000 pesetas.
Posteriormente, en febrero de 1967, abrió otra oficina en Madrid
con el nombre de "Inmobiliaria Pueyo S.L." con la que estafó
a trescientas familias a las que les cobró 50.000 pesetas por la
entrada de unos pisos que nunca llegó a construir ni tuvo la intención
de hacerlo. Rodríguez Pueyo vendía pisos a familias de clase
media baja en el Barrio del Pilar y Aluche, que por entonces eran periféricos,
a precios entre 400.000 y 600.000 pesetas.
Le detuvieron en octubre de 1967 acusado de estafa. Posteriormente, detuvieron
también a su madre, que por entonces tenía 55 años,
y a su hermano Joaquín, de 23, como sospechosos de formar parte
de la trama.
Finalmente, la Audiencia Provincial de Madrid condenó a Luis Miguel
a once años de cárcel por seis delitos de estafa y cinco
delitos de maquinación para alterar el precio de las cosas por
las actividades de la "Inmobiliaria Pueyo S.L."
Secuestro de un
joyero y asalto a un empresario
En mayo de 1978 detuvieron a Luis Miguel Rodríguez Pueyo acusado
del secuestro del joyero Recaredo González Pazos y del asalto al
empresario Felipe Batlló. Por estos hechos, también cayeron
Gerardo Vázquez Torres, Antonio Córdoba Camacho, Ignacio
Rodrigo Fernández y Jaime Mesía Figueroa. Los investigadores
creían que Rodríguez Pueyo era el cerebro de la banda. Por
su parte, Mesía Figueroa fue identificado por otros tres acusados
como el colaborador que les había facilitado armas e información
sobre las víctimas. Ambos sucesos serían catalogados hoy
en día como secuestros exprés.
En diciembre de 1977, tres delincuentes asaltaron al empresario Felipe
Batlló Iglesias en su domicilio, haciéndose pasar por miembros
de la banda terrorista ETA, y le obligaron a firmar dos cheques por un
valor total de diez millones de pesetas. Mientras dos de los asaltantes
se quedaron vigilando en la casa, el tercero hizo efectivos los cheques
en el banco.
En marzo de 1978, tres individuos armados entraron en casa del joyero
Recaredo González Pazos haciéndose pasar por miembros de
las "Brigadas Rojas", un grupo terrorista de izquierdas. Se
llevaron al joyero a un piso que habían alquilado en la calle Arroyo
del Fresno de Madrid, donde lo tuvieron retenido hasta que al día
siguiente la familia pagó quince millones de pesetas por el rescate.
(Un socio del joyero Recaredo González desapareció años
después cuando viajaba con un muestrario de joyas valorado en 130
millones de pesetas. Mariano Loriente Chinchilla, de 38 años, desapareció
en Madrid el 7 de diciembre de 1983 tras ingresar cantidades de dinero
en diversas entidades bancarias. Su coche apareció días
después en el aparcamiento de la plaza Mayor de Madrid estacionado
a pocos metros de las plazas reservadas para los vehículos de la
Brigada de Policía Judicial. Su desaparición se registró
tres semanas después de la de Santiago Corella, El Nani, tras ser
arrestado por agentes de esa misma Brigada de Policía Judicial.
La desaparición de Loriente fue investigada por la Brigada Anticorrupción
de la Policía que también se encargó del caso de
"El Nani" que destapó la existencia de una mafia policial
en la que se implicó a Mesía Figueroa).
Estafa al Banco
Hispanoamericano y la papelera Sarrió
En mayo de 1987, la policía detuvo a Luis Miguel Rodríguez
Pueyo, Jaime Mesía Figueroa y Carlos Beneján Mateos acusados
de estafar 98 millones de pesetas al Banco Hispanoamericano y la empresa
papelera Sarrió de Leiza (Navarra).
Sospechaban que los detenidos habían simulado la apertura de una
nueva delegación de la empresa Sarrió en Barcelona, para
lo que contrataron a cuatro parados: un contable, un chofer y dos guardaespaldas.
Después, Beneján Mateos contactó por teléfono
con un ejecutivo del Banco Hispanoamericano en Barcelona al que le pidió
dos cheques contra el Banco de España, uno de 10 millones de pesetas
destinado a la Tesorería General de la Seguridad Social y otro
de 98 millones de pesetas que iba a ser utilizado para comprar acciones
y debía estar a nombre del contable. Posteriormente, falsificó
una carta con el membrete de la papelera por la que se autorizaba al contable
a hacer efectivo el cheque. Beneján mandó a los cuatro parados
a cobrar el cheque al Banco de España, después recogió
el dinero y se marchó.
El principal sospechoso vivía en una casa en Castelldefels alquilada
por Rodríguez Pueyo con un nombre falso. Los investigadores localizaron
en la vivienda un carnet de identidad falso y útiles para falsificar
documentos. Cuando se llevó a cabo la estafa, Messía Figueroa
y Rodríguez Pueyo estaban en libertad provisional por el asalto
al industrial Felipe Batlló tras haberse puesto en huelga de hambre
en la cárcel.
En junio de 1987, cuando iban a ser juzgados por el asalto a Batlló,
Luis Miguel Rodríguez Pueyo y Messía Figueroa se volvieron
a poner en huelga de hambre. El fiscal pedía para Rodríguez
Pueyo una pena de 20 años de cárcel por detención
ilegal, tenencia ilícita de armas y utilización ilegítima
de vehículo de motor.
Testigo en el juicio por la desaparición de El Nani
En junio de 1988, Rodríguez Pueyo testificó en el juicio
por la desaparición de Santiago Corella, El Nani, a petición
de José Emilio Rodríguez Menéndez,
abogado defensor del comisario Francisco Javier Fernández Álvarez.
Rodríguez Pueyo dijo que El Nani murió en dependencias policiales
tras sufrir una hemorragia interna a causa de las torturas que le infligieron
para que revelase el paradero de un botín de 50 kilos de oro. Además,
explicó que Jaime Mesía Figueroa le había contado,
estando en huelga de hambre, que había tirado su cadáver
al pantano de Guadalén (Jaén). Según algunos testigos,
Mesía Figueroa había sido la persona que acudió a
la comisaría la noche que desapareció El Nani para hacerse
cargo del cadáver.
En el pantano señalado por Rodríguez Pueyo no fueron encontrados
los restos de El Nani con lo que el estafador identificó otros
dos pantanos, aduciendo que se había equivocado, en los que tampoco
apareció nada. Aparentemente, los testimonios de Rodríguez
Pueyo eran una baza de la defensa para enturbiar el caso y sembrar dudas
sobre la muerte de El Nani y la identidad de los culpables.
La desaparición de El Nani, un delincuente habitual, destapó
la existencia de una mafia policial que colaboraba con delincuentes comunes
especializados en atracos a bancos y joyerías a cambio de una parte
del botín. Se sospechaba que Jaime Messía Figueroa era el
enlace entre los delincuentes y los policías corruptos.
Tres policías, un comisario y dos inspectores, fueron condenados
a 29 años de prisión por la desaparición de Santiago
Corella.
Estafa a la Mutua
Madrileña Automovilista
En diciembre de 1988, Rodríguez Pueyo, Mesía Figueroa y
Carlos Beneján fueron procesados por intento de estafa a la Mutua
Madrileña Automovilista. Se les acusaba de falsificar varias firmas
de apoderados de la Mutua para cobrar talones manipulados por valor de
600 millones de pesetas.
Por entonces, Mesía Figueroa estaba en busca y captura por diferentes
causas. Había huido a Estados Unidos en 1987, desde donde lo extraditaron
en marzo de 1996 para ser juzgado por el Caso de El Nani, el intento de
estafa a la Mutua Madrileña Automovilista y el asalto al industrial
Felipe Batlló.
Fuga de Carabanchel
En febrero de 1990, Luis Miguel Rodríguez Pueyo aprovechó
un permiso penitenciario para huir de la cárcel de Carabanchel
en la que cumplía una condena de doce años por el asalto
al empresario Felipe Batlló Iglesias. Días después
le tocaba comparecer ante la Audiencia Provincial de Madrid acusado del
secuestro del joyero Recadero González Pazos.
Estafas a empresas
y organismos públicos
En febrero de 1996, La Brigada de Policía Judicial de Madrid detuvo
a Luis Miguel Rodríguez Pueyo junto a otras seis personas por cometer
supuestamente 26 delitos de estafa por valor de 1.683 millones de pesetas.
Las víctimas eran sociedades de todo tipo: bancos, constructoras,
aseguradoras, grandes almacenes y organismos públicos.
Los detenidos se hacían pasar por directivos de empresas multinacionales
para solicitar información de las sociedades a las que pensaban
estafar. Posteriormente, falsificaban documentos a nombre de los directivos
de las empresas para cobrar talones o hacer transferencias bancarias.
Sospechaban que el líder de la banda era Rodríguez Pueyo.
Entre los detenidos estaba su hermana María del Carmen que por
entonces tenía 49 años.
Prostitución
gay de menores
En 1996, Rodríguez Pueyo fue implicado en el Caso Arny de prostitución
homosexual de chavales de 14 a 17 años con pocos recursos económicos.
Se le acusó de organizar orgías en un piso de la calle Betis
de Sevilla, en las que participaban menores a los que grababan en vídeos
que posteriormente se proyectaban en el pub Arny.
En 1998, lo condenaron a un año de cárcel por prostitución
de menores. (El caso en El
Mundo)
Estafas bancarias
En septiembre de 1999, fue arrestado en Madrid acusado de nueve delitos
de estafa y de estar preparando otros dos golpes de cerca de 200 millones
de pesetas a un banco y una inmobiliaria.
Sospechaban que había contactado con empresas a las que les ofrecía
tarjetas VIP de Iberia para sus directivos que debían rellenar
un formulario con sus datos personales y bancarios.
Por entonces, dicen que Rodríguez Pueyo y su banda también
se dedicaba a la compra venta de coches de lujo. Realizaban la compra
con un cheque y documentación falsa y cobraban la venta en dinero
en efectivo.
Además, se cree que falsificaba títulos de propiedad de
viviendas unifamiliares valoradas en más de cien millones de pesetas
para pedir créditos hipotecarios a su costa.
Atracador
a la fuga se atasca en una chimenea
Esther. El inmovilizador de presencia de un coche y un excesivo
volumen corporal dieron al traste con su huida. En septiembre, se tiró
en calzoncillos por la chimenea de una casa unifamiliar de Buenos Aires
(Argentina), intentando huir de la policía, pero se quedó
atorado boca abajo. Así pasó una hora hasta que los bomberos
consiguieron rescatarlo.
La rocambolesca huida comenzó después de que un vecino avisara
a un agente de policía que dos hombres estaban intentando atracar
a un tercero en una calle del barrio de Liniers. Los dos asaltantes recibieron
a tiros al agente y echaron a correr en distintas direcciones. El policía
se fue detrás de uno de ellos que robó un coche para intentar
huir. Pero el vehículo se quedó parado a los pocos metros
porque tenía un inmovilizador de presencia, un sistema antirrobo
que permite arrancar el coche y circular unos cien metros para que el
propietario tenga tiempo para esconderse del asaltante. Con el primer
coche inmovilizado, el atracador intentó llevarse un segundo vehículo,
pero la propietaria se resistió, y el hombre le pegó un
tiro en el hombro. Después, trepó a lo alto de una vivienda
y siguió corriendo por los tejados de una manzana hasta que se
tiró por la chimenea.
No es la primera vez que una chimenea argentina atrapa a un ladrón,
en 2004 un hombre con piernas ortopédicas
fue detenido tras quedar atorado en la chimenea de una vivienda a la que
habría ingresado a robar, en la ciudad de Villa Gobernador Gálvez,
provincia de Santa Fe.
El violador
tiene sus datos en facebook
Andrea. Jesús López Aguilar, de 19 años
y estudiante de análisis de sistemas, ha sido detenido en Chile
por violar a una joven en las cercanías de un centro comercial
en agosto; aunque la policía cree que las víctimas podrían
ser más. Al presunto violador no debería extrañarle
mucho la rapidez de su detención porque tenía cuenta en
facebook y en Fotolog, portales donde había subido sus mejores
fotos. Además, como le gustaba ir de moderno, llevaba piercings
y tatuajes, por lo que fue fácil para sus víctimas dar una
descripción.
En sus perfiles de Internet afirmaba buscar a su alma gemela, pero se
ve que mientras esperaba se dedicaba a otras actividades. Cuando se hizo
pública su detención, sus páginas recibieron todo
tipo de insultos, e incluso una chica argentina, que decía ser
su novia a través del Messenger, ha roto públicamente con
él diciendo que espera se pudra en la cárcel.
López fue detenido a la salida de un examen de matemáticas,
ante la sorpresa de sus compañeros de universidad que aseguran
que es chico muy normal y que ayudaba a los compañeros que tenían
problemas para aprobar las asignaturas; aunque un poco falto de amor,
según una de sus compañeras. Pero Jesús López
no era ningún angelito y a su tierna edad ya había tenido
que responder por abusos reiterados a una menor y estaba bajo tratamiento
psicológico por orden de un juez.
Vende una
casa con un cadáver momificado dentro
Esther. Vendía una casa que no era suya y podía
haber colado si no fuera porque dejó el cadáver momificado
del dueño a la vista de los posibles compradores. Miguel Santamaría,
un artista plástico de 80 años, falleció de muerte
natural a principios de 2003 en su casa de Florida, Buenos Aires (Argentina).
Su amigo Juan Carlos Barbero, de 61, contó a los vecinos que se
había ido a vivir a un geriátrico. Barbero tenía
las llaves de su casa y acudía de vez en cuando a cortar el césped.
En mayo, puso en venta la vivienda por 50.000 dólares USA, un tercio
de su valor. Pero a un comprador no le hizo gracia la idea de ocuparse
de una momia tumbada en una cama de la segunda planta y acudió
a la policía.
En julio acusaron a Juan Carlos Barbero de tentativa de estafa.
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