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bimensual de crítica de crímenes / número 14- marzo 2006
Crítica
de crímenes
Una
docena de detenidos por el mayor golpe británico
Esther.
Un grupo formado por un mínimo de seis hombres secuestraron al
encargado de una empresa de seguridad y a su familia, y se llevaron más
de 53 milllones de libras esterlinas (algo más de 77 millones de
euros) en Tonbridge (Kent, Gran Bretaña) el 22 de febrero, en el
mayor golpe de la historia criminal británica. Haciéndose
pasar por policías, se acercaron al coche del encargado, Colin
Dixon, de 51 años, y se lo llevaron esposado en su vehículo.
Mientras tanto, otros dos hombres secuestraban en su casa a la esposa,
Lynn, de 45 años, y a su hijo Craig, de ocho, haciéndose
pasar también por policías y explicándoles que su
marido había sufrido un accidente. Se los llevaron a todos a una
granja al este de Kent. Y, posteriormente, los trasladaron al depósito
de billetes de la empresa en Tonbridge, donde obligaron al encargado a
que les facilitara el paso. Entraron armados y enmascarados, ataron a
los catorce empleados en una habitación y se llevaron el dinero.
Los trabajadores consiguieron accionar la alarma una hora después
de que se fueran los asaltantes.
La policía recuperó a los pocos días 1,3 millones
de libras que los ladrones se dejaron supuestamente en uno de los vehículos
empleados, junto con pasamontañas y pistolas. Posteriormente, aparecieron
también unas cajas en las que se cree transportaron el dinero.
De momento, ya han detenido a más de una docena personas acusadas
de estar relacionadas con el robo, la mayoría han quedado en libertad
bajo fianza, menos John Fowler, de 60 años, Stuart Royle, de 47,
y Kim Shackleton, de 38, que permanecen en prisión acusados de
tomar parte o colaborar con el robo.
Han ofrecido una recompensa de dos millones de libras (cerca de tres millones
de euros) por información sobre la banda, y ya se han recibido
más de un millar de llamadas.
Hasta ahora el récord económico en el Reino Unido lo ostentaba
el robo del Nothern Bank de Belfast (Irlanda del Norte). El 20 de diciembre
de 2004 unos ladrones se llevaron 26,4 millones de libras esterlinas (cerca
de 39 millones de euros). Tres hombres, entre ellos un empleado del banco,
han sido acusados en relación con el robo, pero la mayor parte
del dinero todavía no ha sido recuperado.
El Gran
Robo del Tren
De todas formas, el golpe más famoso y espectacular del Reino Unido
sigue siendo el Gran Robo del Tren. El 8 de agosto de 1963 un grupo de
hombres se llevaron 2,6 millones de libras esterlinas (unos 3.800.000
euros) del tren nocturno de correos que hacía el trayecto Glasgow-
Londres. En menos de 30 minutos consiguieron parar el tren y llevarse
120 sacos con correo y billetes usados de una, cinco y diez libras, que
pesaban 2,5 toneladas. El dinero equivaldría hoy en día
a unos 40 millones de libras.
Fue un escándalo que hizo tambalearse al gobierno británico
inmerso ya en otros problemas políticos, a los que se les unió
una petición no atendida de un laborista (realizada dos años
antes) sobre mejorar la seguridad de los trenes de correos.
Fue un golpe precioso y magistral perpetrado por una veintena de hombres
desarmados que se convirtieron en una especie de héroes populares,
al fin y al cabo, el dinero era de unos bancos escoceses. Era una banda
formada por una mezcla de tíos musculosos e inteligentes que cayeron
por su afición al Monopoly y a la cerveza. Por entonces, a los
ladrones desarmados les caía menos de un lustro, pero un golpe
demasiado fuerte en la cabeza del conductor del tren multiplicó
sus penas. A pesar de todo, nadie confesó quién fue el que
le golpeó y nunca delataron a los cómplices que no habían
sido descubiertos. La entrega final de dos de los prófugos, Buster
y Ronnie, es, además, una especie de oda patriótica de amor
al imperio británico.
El plan
No sé sabe bien de quién fue inicialmente la idea de robar
un tren postal. Algunos dicen que de un irlandés que se dedicaba
a vender planes sobre nuevos golpes a delincuentes. El caso es que, al
parecer, la idea llegó a oídos de Bruce Richard Reynolds
cuando estaba encerrado en la cárcel. Reynolds era un vendedor
de antigüedades londinense al que le gustaba vivir a lo grande y
que, de vez en cuando, se dedicaba a robar para aumentar sus ingresos.
Aparentemente, era más fácil que abrir la caja de seguridad
de un banco situado en el centro de una ciudad, pero hacía falta
un montón de gente para asaltar un tren entero.
Cuando salió del presidio, contactó primero con su amigo
Douglas Gordon Goody, un peluquero musculoso que también robaba
de vez en cuando y que era famoso por sus nervios de acero. Después,
reclutó a su cuñado, John Daly, al corredor de apuestas
Charles Frederick Wilson y al ex delincuente juvenil Ronald Arthur "Ronnie"
Biggs, que, por entonces, trabajaba de carpintero. Pero Reynolds quería
dar un golpe sin armas y necesitaba unos cuantos tíos brutos que
dieran miedo, así que habló con Ronald "Buster"
Edwards, un ex boxeador que regentaba un club nocturno y que era el jefe
de la Banda del Sudeste de Londres. De su grupo salieron el conductor
de carreras Roy James y Roger John Cordrey, un ludópata neurótico
que tenía los conocimientos de electricidad necesarios para parar
el tren.
El anticuario se centró entonces en el recorrido del tren nocturno
del correo que iba de Glasgow a Londres, ya que se enteró de que
solía transportar grandes cantidades de dinero de bancos y empresas
financieras de Escocia. Tenía que encontrar el punto del recorrido
más apropiado para dar el golpe. Buscaba un sitio cercano a Londres,
para evitar ausencias prolongadas de sus actividades rutinarias que despertaran
sospechas, y cercano a las rutas de transporte de mercancías pesadas,
para que los vehículos necesarios para transportar el botín
pasaran desapercibidos. Finalmente, el lugar escogido fue un punto entre
Cheddington y Linslade en Buckinghamshire. Estaba cerca de Londres, de
carreteras principales y había una base del ejército en
la zona; además, el tren pasaba por allí a las 3.30 horas
de la mañana, lo que les permitiría dar en golpe en completa
oscuridad.
Reynolds se ocupó entonces de encontrar una casa en los alrededores,
desde la que partirían los ladrones y en la que planeaban permanecer
escondidos un par de semanas después del golpe. Tras una intensa
búsqueda, el lugar escogido fue la granja Leatherslade (Oxfordshire),
situada en mitad del campo a unas 27 millas del lugar del golpe. Pero,
inexplicablemente, contrató a un abogado para que negociara en
su nombre el alquiler de la vivienda, en lo que fue seguramente su mayor
error evitable.
Parece ser que, en principio, el anticuario planeaba dar el golpe en julio,
pero descubrió que el tren transportaba más dinero al día
siguiente de un festivo (gracias a un informador interno que se cree tenía
en Escocia y al que nunca pillaron). Por ello, decidió dar el golpe
a primera hora del 7 de agosto de 1963, contando con que el lunes 5 de
agosto era festivo en Escocia.
Por la cercanía a la base del ejército, Reynolds decidió
hacer pasar a sus hombres por militares que estaban de maniobras nocturnas
y encargó a Jimmy White, un ex paracaidista, del aprovisionamiento:
dos Land Rover y un camión del ejército robados, uniformes
y documentos militares falsos para todo el grupo.
Por otro lado, Roy James se hizo pasar por un profesor que tenía
previsto dar una clase a sus alumnos sobre trenes y consiguió que
le explicaran el funcionamiento de la locomotora. Biggs, además,
se dedicó a sonsacarle información a un conductor de trenes
jubilado, al que conoció mientras realizaba unas obras de carpintería
en su casa.
El golpe
El 6 de agosto se reunieron casi todos en la granja con la idea dar el
golpe al amanecer del día siguiente. Sólo faltaba Gordon
Goody, que esperaba en casa de un amigo la llamada del informador escocés
que confirmaría si iba dinero. Pero ese tren no transportaba objetos
de valor y la banda se quedó en la casa bebiendo cerveza y jugando
al Monopoly.
Finalmente, la noche del 7 de agosto Goody apareció por la granja
con la confirmación de que en ese tren no sólo iba el dinero,
sino que, además, era una cantidad superior a lo habitual. Entonces,
los hombres se desplazaron a los puestos que tenían asignados y,
una vez allí, se pusieron monos de trabajo azules sobre los uniformes
militares.
Roger John Cordrey y John Daly fueron los encargados de manipular las
señales luminosas. Taparon las luces verdes con unos guantes de
criquet y enchufaron luces rojas y ámbar a unas baterías
de 6 voltios.
A las 3 horas de la madrugada el tren se paró a 100 metros del
puente de Bridego, tras encontrarse con una inesperada señal roja
en su camino. En las vías apareció, de repente, lo que parecía
un grupo de obreros ferroviarios. El fogonero del tren se acercó
para ver que pasaba y llamar por el teléfono de emergencias, pero
descubrió que los cables estaban cortados. Entonces, Buster Edwards,
el ex boxeador, lo tiró por un terraplén. Al ver que no
regresaba, Jack Mills, el conductor del tren, se adentró en la
oscuridad y un encapuchado le dio un fuerte golpe en la cabeza. Mientras
tanto, otro grupo se encargaba de separar la locomotora y los dos primeros
vagones del resto del convoy. Cuando ya estaba todo preparado, uno de
los ladrones tomó los mandos de la maquinaria, pero fue incapaz
de ponerla en marcha; así que, acabaron obligando a Jack Mills
(que no paraba de sangrar por la cabeza) a conducir los dos primeros vagones
hasta a un lugar apartado al otro lado del puente. Allí, rompieron
las ventanas y puertas del segundo vagón, conocido como él
de "equipajes de alto valor", y obligaron a los cinco guardas
que viajaban en su interior a recostarse en el suelo, mientras una cadena
humana se encargó de descargar los sacos. Antes de irse, amenazaron
a los trabajadores para que no avisaran a la policía hasta que
no pasaran treinta minutos.
Los ladrones se recluyeron después en la granja Leatherslade, donde
siguieron jugando al Monopoly, ahora con dinero de verdad, y bebiendo
cerveza, mientras escuchaban una radio sintonizada en la frecuencia de
la policía. Empezaron a ponerse nerviosos cuando oyeron decir a
los investigadores que la banda había usado vehículos del
ejército y que debían estar escondidos en una granja de
la zona, entre otras cosas, por los treinta minutos de margen solicitados
a los empleados.
Reynolds no había planeado qué hacer en caso de que descubrieran
su escondite y tuvo que improvisar sobre la marcha. Ordenó pintar
el camión militar con pintura que encontraron en la casa y quemar
en la chimenea los sacos de correos y los envoltorios de los fajos de
billetes, pero empezó a salir una humareda muy llamativa para el
mes de agosto, y lo dejaron. Entonces, decidieron enterrar los sacos y
aunque también sabían que tenían que limpiar las
huellas, y de hecho empezaron a hacerlo, no tenían tiempo para
todo. Parece ser que Buster Edwards planteó quemar la casa entera,
una idea que entonces les debió parecer arriesgada, pero que tal
vez les hubiera salvado. Se cree que, finalmente, Gordon Goody se comprometió
a contactar con un amigo para que se encargara de limpiar los rastros
de su paso por la vivienda tras su marcha. Le pagaron una pasta por sus
servicios, pero no se esmeró demasiado.
Las
capturas
Ofrecían 260.000 libras de recompensa por informaciones sobre la
banda (un montón de pasta para la época) y una semana después
del robo la policía acudió a investigar una llamada sobre
una gente sospechosa en la granja Leatherslade. Algunos dicen que llamó
un granjero de la zona y otros, un policía local, pero no está
claro, pudo ser incluso el encargado de la limpieza. Los agentes encontraron
un montón de comida, sacos de dormir, paquetes postales, envoltorios
de billetes y sacos de correos; así que, acordonaron la zona y
se dedicaron a buscar huellas.
El primero en caer, un par de semanas después del robo, fue Charlie
Wilson. Le siguieron todos los miembros de la banda, menos los tres que
no se quitaron los guantes en la granja y él que no estaba fichados,
según contó Biggs años después. La mayor parte
de las huellas aparecieron en el tablero y las fichas del Monopoly, las
cervezas y un bote de ketchup, objetos que podían haberse llevado
sin problemas en su huida. En el tren encontraron, además, una
huella digital de Jimmy Hussey.
Las condenas
En enero de 1964 comenzó el juicio contra los primeros detenidos.
El juez se aferró al golpe en la cabeza de Mills para imponerles
penas superiores, más propias de un atraco a mano armada. Los condenaron
a todos por robo con violencia, menos a John Daly, cuyo abogado consiguió
que creyeran que su huella estaba en el tablero de Monopoly desde antes
de que se produjera el robo. Hasta condenaron a John Wheater, el abogado
que negoció el alquiler de la casa.
En agosto de 1964 Charlie Wilson se escapó de la cárcel
con la ayuda de personas en el exterior y, un año después,
se fugó Biggs.
En 1966 Buster Edwards regresó al Reino Unido y se entregó
a la policía. Había estado viviendo en México con
su familia "a todo tren", pero parece ser que se cansó
de tanto sol y comida picante. Dijo que prefería ir a la cárcel
con tal de poder volver a Gran Bretaña.
Dos años después, en 1968, detuvieron a Bruce Reynolds (en
Turquía), a Jimmy White y al fugado Charlie Wilson (en Canadá).
Por entonces, el único miembro conocido de la banda que seguía
en busca y captura era Biggs, que se convirtió en una leyenda viva
más por su huida que por su papel en el golpe. Tras escapar de
la cárcel, se fue a Bélgica, donde le hicieron la cirugía
estética, después pasó fugazmente por España
y de ahí se fue a Australia, donde residió con su familia
durante un tiempo; hasta que, finalmente, acabó refugiándose
en Brasil. Con tanto viaje, cirugía y ayudantes en fugas, el dinero
se le acabó pronto y se dedicó a vivir de las entrevistas,
escribió libros, protagonizó anuncios de la tele (de Land
Rover), se hizo fotos con los Sex Pistols en Río de Janeiro y les
compuso una canción: "No one is innocent".
Tras varios intentos de captura infructuosos, en 2001 le envió
una carta a un detective de Scotland Yard anunciando que quería
entregarse y solicitando un pasaporte para viajar a Gran Bretaña.
Tenía 71 años y había sobrevivido a su tercer accidente
cerebro vascular. Dijo, entonces, que su último deseo en la vida
era volver a Inglaterra para poder ir a un pub inglés y pedir una
pinta, como un inglés. Desde entonces, sigue ingresado en el hospital
de la cárcel cumpliendo condena.
Los autores
del robo
William Gerald
"Bill" Boal, le condenaron a 14 años, tras apelar
una primera condena a 24.
Ronald Arthur "Ronnie" Biggs, condenado a 30 años.
Roger John Cordrey, el encargado de las luces, le condenaron
a 14 años, tras apelar una condena a 20. Fue el único que
se declaró culpable y devolvió su parte del botín.
Ronald "Buster" Edwards, el ex boxeador y jefe
de la Banda del Sudeste. Le condenaron a 15 años de cárcel.
Tras su liberación, se montó un puesto de flores en la estación
de Waterloo. En 1988 hicieron una película sobre su vida, "Buster"
protagonizada por Phil Collins. Se suicidó en 1994 ahorcándose
en el garaje de su casa.
Brian Arthur Field, le condenaron a 5 años, tras apelar
una primera condena a 25.
Leonard Dennis Field, también le condenaron a 5 años,
tras apelar una condena a 25.
Douglas Gordon Goody, el peluquero musculoso y tatuado y
ladrón a tiempo parcial, le condenaron a 30 años de cárcel.
James "Jimmy" Hussey, delincuente versátil,
condenado a 30 años de cárcel. Tras salir en libertad, le
volvieron a encarcelar por tráfico de drogas.
Bruce Reynolds, el cerebro, le condenaron a 10 años.
En los años 80 le volvieron a pillar por tráfico de drogas.
Robert Alfred Welch, condenado a 30 años.
John Wheather, el abogado respetable, le cayeron 3 años
porque se demostró que cuando negoció el alquiler de la
casa no sabía nada del robo, pero después sí.
Jimmy White, el ex paracaidista, condenado 18 años,
tras salir de la cárcel se hizo pintor de brocha gorda.
Charles Frederick "Charlie" Wilson, ex corredor
de apuestas y contable de la banda, le cayeron 30 años. Un asesino
a sueldo lo mató a tiros en su casa de Málaga (España)
en 1990. Parece ser que se dedicaba al tráfico de drogas.
Thomas William Wisbey, condenado a 30 años, le volvieron
a encerrar en 1989 por trapichear con cocaína.
Ratifican pena de
muerte de asesino aficionado al "gore"
Esther.
El Tribunal Supremo japonés ha ratificado en enero la condena a
pena de muerte de Tsutomu Miyazaki, un asesino en serie que mató
a cuatro niñas entre 1988 y 1989 en Tokyo y Saitama Prefecture
y se comió algunos trozos. Miyazaki había sido condenado
en 1997 a la pena capital por el Juzgado de distrito de Tokyo. La cuestión
que se planteaba era si el asesino cuando cometió los crímenes
padecía un trastorno mental que le convertía en inimputable.
El presidente al Alto Tribunal consideró que el asesino tenía
un trastorno extremo de la personalidad, pero que no le exime de responsabilidad
criminal. En uno de los dos estudios psiquiátricos que le realizaron
para el primer juicio se concluyó que el trastorno mental que padecía
le hacía inimputable. El condenado dijo entonces que las había
matado porque se le apareció una rata humana.
Los crímenes
del "Otaku"
Miyazaki, que por entonces tenía 27 años, mató a
cuatro niñas, de 4 a 7 años, y le pillaron cuando intentaba
acercarse a la quinta. Se llevaba a las menores en coche y las estrangulaba.
Uno de los cuerpos apareció carbonizado y a otra la descuartizó
y se comió sus muñecas. Envió una carta a un periódico,
bajo un nombre falso, reconociéndose autor de las muertes, y a
la familia de una de sus víctimas le remitió otra carta
con restos de la menor.
Miyazaki era un joven solitario de clase media que trabajaba en una imprenta
y había nacido con las manos deformadas. Parecía que no
le prestaba mucha atención al mundo exterior y que lo único
que le interesaba era su colección de películas. La policía
encontró 6.000 cintas de vídeo en su habitación.
Esto hizo que los medios de comunicación dejaran de llamarle el
"Vampiro" y pasaran a conocer sus fechorías como los
"Crímenes del Otaku". Los Otaku en Japón son los
aficionados obsesivos: Ese individuo rarito que sale poco, casi no se
relaciona con gente (salvo que sean otros aficionados a lo mismo) e invierte
casi todo el tiempo libre en su obsesión (los videojuegos, la informática,
el manga, perseguir a un cantante o hacer una revista de crítica
de crímenes, por ejemplo). Los asesinatos de Miyazaki llamaron
la atención sobre la existencia de este tipo de personas que, desde
entonces, son una especie de parias en Japón.
La segunda gran polémica suscitada por el asesino japonés
derivó del contenido de sus vídeos. La mayoría eran
películas de manga- porno ultraviolento y gore. En su colección
de vídeos había varios "Guinea Pig Films", una
serie de películas gore que se hicieron pasar por "snuff"
auténtico, al principio, y se acabaron reciclando en una especie
de gore humorístico, tras el escándalo Miyazaki. Las pelis
no tenían créditos, lo que hacía pensar que no se
podía revelar la identidad de los protagonistas porque eran auténticos
torturadores asesinos y víctimas que morían en pantalla.
Con el tiempo, acabaron editando el "Cómo se rodó"...
de varias cintas para demostrar que eran ficción. Pero es posible
que Miyazaki no se llegara dar cuenta de esta irrealidad, ya que confesó
que había matado porque ansiaba grabar sus propias películas
de cadáveres. En uno de sus crímenes reprodujo una escena
de "Flower of flesh and blood" ("Flor de carne y sangre"),
la segunda peli de los "Guinea Pig", que fue rodada en 1985.
Dominátrix
absuelta de homicidio y descuartizamiento
Juanma.
Barbara Asher, de 56 años, de profesión estricta gobernanta,
ha salido absuelta en enero de la acusación de haber dejado morir
a un cliente en un potro de tortura y después despedazar su cuerpo
para hacerlo desaparecer en New Hampshire (Estados Unidos).
Y lo cierto es que el supuesto cliente, Michael Lord, ha desaparecido
por completo desde julio de 2000. No se le ha vuelto a ver ni vivo ni
muerto, y la defensa de Barbara alegó que ni siquiera existe constancia
de que muriera, y menos en el gabinete de su defendida.
Barbara, que en el ejercicio de su severa profesión se hacía
llamar "Ama Lauren M", tenía toda una cámara de
tortura medieval en un sótano de su casa. Según la policía,
allí acudió Lord para una sesión de dominación
a lo bestia.
La policía basaba su versión en una supuesta confesión
de Barbara, pero resulta que dicha confesión no fue grabada y los
inspectores que la interrogaron "no guardaron" sus notas después
de hacer el informe. En el juicio, Barbara lo negó todo, y al no
haber cadáver ni evidencias, el tribunal optó por absolverla.
La versión de la policía no tiene desperdicio. Según
ellos, Lord, un hombre de 53 años y 130 kilos de peso, estaba desnudo
y atado a un potro mientras Barbara se ponía su uniforme de ama
severa. Entonces, el hombre sufrió un ataque al corazón
y Barbara no hizo nada por ayudarle, por miedo a que las autoridades se
enteraran de su negocio. El cliente murió por falta de atención,
y entonces Barbara llamó a su novio, que metió el cadáver
a la bañera, lo despedazó con una sierra mecánica,
introdujo los restos en ocho bolsas y llevó las bolsas a Maine,
donde las abandonó detrás de un restaurante, junto con la
basura.
Según la defensa de Barbara, la policía se negó a
seguir otras pistas, como un lío que Lord había mantenido
durante 20 años con una mujer casada, cuyo marido había
amenazado con matarlo. Además, un experto declaró que la
presunta confesión se había arrancado mediante coacciones
(es curioso; uno piensa que de eso Barbara sabía mucho y que no
sería fácil de coaccionar).
Como detalle pintoresco, el fiscal trató de añadir peso
a su acusación escenificando en el juicio la muerte del presunto
difunto, para lo cual se puso una máscara de cuero con cremallera
en la boca. El juez admitió la protesta del abogado defensor.
Con esta sentencia, a Barbara le será más fácil afrontar
la demanda de un millón de dólares USA que ha presentado
la familia de la supuesta víctima. Por lo visto, dicha familia
no se enteró de las aficiones de su padre hasta unas semanas después
de su desaparición, cuando encontró accesorios de masoquismo
y teléfonos de severas especialistas en dominación.
Huyen en
un desfile de carnaval con cuadros robados
Esther. Ni túneles con poesía
argentina ni secuestros sincronizados
británicos, mucho robo espectacular esta temporada, pero poca eficacia.
Planes fabulosos que terminan cuando se embolsan el dinero y a las pocas
semanas empiezan a caer como chinches. Con los dos millones de libras
de recompensa que ofrecen en Gran Bretaña por informaciones sobre
los ladrones de Kent, hasta las paredes hablan, por lo que hay que tener
un plan cojonudo para después, si no quieres acabar entre rejas.
A los de Brasil seguramente también les acabaran cogiendo, pero
por lo menos no se han complicado mucho y también se han llevado
un montón de pasta. Sólo tuvieron que esperar a que llegara
febrero y el carnaval de Brasil.
Cuatro ladrones armados entraron en el museo Chacara do Ceu de Río
de Janeiro el 24 de febrero y se llevaron los cuatro cuadros más
valiosos de la exposición: "El Baile" de Picasso, "Marina"
de Monet, "El Jardín de Luxemburgo" de Matisse, "Dos
Balcones" de Dalí y el libro "Toros" de Picasso.
Los cuadros han sido valorados en unos 20-50 millones de dólares
USA.
Dicen que los hombres obligaron a los guardias a desconectar los circuitos
de televisión. Después cogieron los cuadros y las pertenencias
de algunos visitantes y huyeron en medio de un desfile de carnaval, con
las obras de arte al hombro.
Atrapan
a asesino de homosexuales de México
Esther. Raúl
Osiel Marroquín, "el Sádico", dijo que pensaba
mejorar su método asesino con la practica, pero se le acabaron
las oportunidades de matar con el cuarto crimen. La policía de
ciudad de México le detuvo en enero acusado de haber secuestrado
a seis homosexuales y de acabar con la vida de cuatro de ellos. Marroquín,
un ex militar de 25 años, declaró en el Diario de México
que le hizo "un bien a la sociedad" porque sus víctimas
podían haber atacado a niños. Conocía a los hombres
en bares gays y se iba con ellos a un hotel, donde les sonsacaba datos
sobre su situación económica. A los que no tenían
dinero los dejaba irse, tras insultarlos, y a los pudientes los invitaba
a su apartamento. Allí les esperaba un supuesto cómplice,
Juan Enrique Madrid Manuel, prófugo en la actualidad, que le ayudaba
a torturar a los homosexuales, mientras negociaban con sus familiares
sobre el pago de un rescate, según su confesión. Dijo que
los mantenía secuestrados entre cinco y siete días. A las
familias les pedía un rescate que oscilaba entre los 15.000 y 120.000
pesos mexicanos (1.200- 8.000 euros). Después, según contó,
ahorcó a cuatro de ellos para que no le delataran, descuartizó
los cuerpos y los guardó en maletas negras para tirarlos a la calle.
Las investigaciones se iniciaron a finales de noviembre de 2005 por la
denuncia del secuestro de un empleado de una cadena de televisión,
por el que se pagó un rescate y cuyo cadáver apareció,
finalmente, el 9 de diciembre. La primera víctima mortal del Sádico
había sido un estudiante de 20 años que apareció
asesinado a finales de octubre y los últimos fueron dos empleados
de 25 años, cuyos cadáveres aparecieron el 23 de diciembre.
Él dice que no es homosexual, que escogió a este colectivo
porque están más dispuestos a irse con un extraño,
pero la explicación no cuadra del todo porque si el móvil
era exclusivamente económico, no tenía motivos para torturar
a sus víctimas durante el cautiverio. Además, guardaba los
documentos de identidad de los hombres a modo de trofeo, hecho típico
de los asesinos en serie que suelen matar al sexo por el que se sienten
atraídos.
Los
feos delinquen más
Esther. "Cuando
tengas dudas entre dos presuntos culpables, condena al más feo",
ya lo dijo Valerio en su edicto, fuente de inspiración de nuestros
matatiempos, y dos economistas norteamericanos, Naci Mocan, de la Universidad
de Colorado, y Erdal Tekin, de la Universidad de Georgia, han llegado
a la misma conclusión siglos después. Los economistas dicen
que la gente fea comete más delitos que la gente físicamente
normal y que los muy guapos cometen menos delitos que los normales.
Llegaron a esta conclusión por un estudio que realizaron con 15.000
estudiantes de instituto, a los que les siguieron la pista hasta el principio
de la edad adulta. Se entrevistaron con los alumnos en 1994, 1996 y 2002.
La belleza la midieron en una escala de cinco puntos desde muy feo a muy
atractivo.
Mocan y Tekin señalan que es posible que sus hallazgos estén
relacionados con los de otros estudios que indicaron que las personas
más guapas tienen más facilidad para encontrar trabajo y
para conseguir mejores sueldos, pero decir esto es como afirmar que las
clases acomodadas no delinquen porque ganan más y tienen mejor
trabajo, idea que es totalmente falsa.
Uno de los principales problemas del estudio es determinar en qué
consiste ser atractivo. Kirk y Michael Douglas, por ejemplo: padre e hijo.
Hay que reconocer que se parecen, no obstante uno (el padre) es un tío
atractivo, mientras que el otro es, en mi opinión, más bien
repulsivo. ¿Cómo puntuarlos en la escala de atractivos?,
¿Qué da más puntos ser rubio o moreno, tener los
ojos azules o negros?...
Otro problema es el de los delincuentes más espabilados, a los
que no han detenido o que, por ejemplo, no quieren contarlo en una entrevista.
En cualquier caso, al margen de la subjetividad de ser atractivo en una
escala del 1 al 5, ¿son realmente feos los mayores asesinos en
serie de la historia? La verdad es que la mayoría de los dictadores
del Siglo XX son bastante feos por naturaleza y, además, se suelen
atrever con bigotes poco favorecedores. Pero, dejando a una lado el crimen
político, ¿está relacionado el grado de fealdad con
el número de crímenes de asesino en serie? La verdad es
que Chikatilo es bastante feo,
pero Shipman y.Javed
Iqval son normales ¿no? Ted Bundy, incluso, tenía fama
de guapo y ligaba mucho. Lo que sí es verdad es que el aspecto
físico de muchos asesinos en serie norteamericanos mejora bastante
tras su captura (véase Jeffrey Dahmer, "el Carnicero de Milwaukee")
tal vez, porque salen mucho en la tele y les cambian el peinado o les
ponen dientes. Por otro lado, da la impresión de que la hermosura
sí tiene un papel determinante a la hora de clasificar a los delincuentes
económicos porque del feo se suele decir que es un "gángster"
y del guapo, un "empresario".
Secta nativa enseña
a matar
Andrea.
El ministro de Interior de Kenia ha prometido en enero que va a barrer
a la secta Mungiki de la faz de la tierra. Hasta ahora, la policía
no ha tenido éxito en su lucha contra esta secta que se dedica
a controlar y robar a todo el que pasa por los caminos de ese país,
además de asesinar políticos. Los seguidores de la secta,
que dice contar con dos millones de acólitos, tienen como ritual
rezar hacia el Monte Kenya (hogar de su dios Ngai), esnifar tabaco y llevar
"dreadlocks" o rizos al estilo jamaicano.
Según expertos, el origen de los Mungiki se remonta a la rebelión
de la tribu Mau Mau contra el gobierno británico en los años
50, a la que se unieron muchos jóvenes de la tribu más numerosa
de Kenia: los Kikuyus. Algunos sociólogos dicen que la parte religiosa
es sólo una tapadera de un grupo de guerrilleros, pero reconocen
su infiltración en todo el aparato estatal explicando así
el fracaso para combatirla. Aparte de imponer peajes en las carreteras,
atacar a ministros, secuestrar, asesinar y asaltar comisarías de
policía para rescatar a los miembros de la secta detenidos, los
Mungiki también realizan actividades "a favor de la cultura
local" como desvestir en público a mujeres que lleven minifaldas
o pantalones e imponer la ablación femenina. En todo caso, el respeto
a las "tradiciones" únicamente se aplica a las mujeres
porque han cambiado armas típicas del lugar como machetes, picas
y espadas por modernas AK-47.
La secta también ha incursionado en el negocio educativo ofreciendo
cursos de formación para asesinos. Por una suma de unos 200- 800
sh, jóvenes de entre 18 y 20 años reciben formación
con futuro laboral asegurado, pues los cursos son una forma de reclutar
personal para las unidades encargadas de asesinar y cometer raptos. En
la ceremonia de graduación, los estudiantes esnifan tabaco, queman
hierbas y tienen que comer cordón umbilical humano. Las autoridades
encontraron en una redada policial varios "certificados de graduación"
emitidos a los asistentes de estos cursillos.
Los sociólogos creen que esta secta ofrece un camino a jóvenes
pobres a los que la iglesia y el estado han olvidado. Por ello, la policía
ha llamado a los padres a vigilar de cerca a qué se dedican sus
hijos.
Víctimas
de psicosis satánica piden una indemnización
Esther.
Sin previo aviso ni motivo aparente, la policía y los servicios
sociales se llevaron a dieciséis niños de seis casas en
Rochdale (Manchester, Gran Bretaña). Era 1990 y algunos chicos
tardaron hasta 10 años en poder volver con sus familias, a pesar
de que un juez ya había determinado que no había pruebas
de que se les hubiera sometido a abusos. Todo empezó cuando Daniel,
un niño de 6 años, le dijo a su profesor que había
soñado con fantasmas (una madre, un padre y su hijo, todos ellos
fantasmas, que habían muerto). El niño era un poco introvertido
y problemático, por lo que el profesor decidió avisar a
los Servicios Sociales. Al poco tiempo, las trabajadoras sociales Jill
France y Susan Hammersley llegaron a la conclusión de que existía
un grupo de menores que habían sido sometidos a abusos sexuales
y adoraciones demoníacas, y se los fueron llevando poco a poco
de sus casas.
Nadie les explicó a los niños por qué no podían
volver con su familia, sólo les decían que era muy peligroso.
Gran Bretaña pasaba entonces por su fase de psicosis sobre abusos
sexuales satánicos.
Un año después se demostró que los padres eran inocentes,
pero no se les permitió volver con sus familias hasta que el Tribunal
Supremo condenó a los servicios sociales municipales de Rochdale.
Algunos de los menores, que ahora tienen entre 18 y 29 años, han
emprendido acciones legales en enero contra el municipio. En diciembre
de 2005 la BBC retransmitió un documental con su historia y testimonios:
"Cuando Satán llegó a la ciudad". Es la primera
vez que se ha podido dar a conocer los nombres de las asistentes sociales
que percibieron el satanismo y de algunas de sus víctimas.
Asesino
confeso brasileño exonera a reos satánicos (Adegüello,
enero 2005)
Asesino
canadiense mata a medio centenar de putas
Esther. Ya
les habían desaparecido unas 60- 70 prostitutas cuando una docena
de policías de Vancouver (Canadá) se acercaron a echarle
un vistazo a la granja de cerdos de Robert William Pickton, situada a
las afueras de la ciudad, en Port Coquitlam. Se pusieron a cavar en febrero
de 2002 y poco a poco fueron apareciendo diferentes restos de cadáveres,
que pertenecían a 31 mujeres que desaparecieron en la ciudad canadiense.
Estuvieron casi dos años excavando y tuvieron que analizar más
de 100.000 muestras de ADN de trozos de cuerpos encontrados. Por entonces,
avisaron a los que habían comido cerdos de Pickton que la carne
podía haber estado contaminada con restos de humanos.
De momento, al que puede convertirse en el mayor asesino en serie de Canadá
le acusan de matar a 27 putas y yonquis, la mayoría indígenas,
durante un periodo de 25 años. Por su parte, Pickton, de 56 años,
se ha declarado inocente en febrero.
Chantajistas amenazan con denunciar por pederastia
Andrea.
La policía chilena ha arrestado en enero a Raquel Rodríguez
y Yuri Neira, una pareja a la que acusan de chantajear a ejecutivos y
profesionales universitarios. La mujer, que ejercía la prostitución,
frecuentaba locales nocturnos en una zona pudiente de Santiago de Chile
buscando sobre todo ingenieros y médicos, entre 35 y 45 años.
Después de un primer conocimiento carnal, previo pago, quedaba
con ellos para ofrecerles sus servicios unas cuantas veces más.
Cuando la mujer ya conocía lo bastante de su víctima, entraba
en acción su novio, quien haciéndose pasar por detective,
amenazaba con contarle todo a su mujer o compañeros de trabajo,
según la policía. Pero los tiempos cambian y esa amenaza
ya no asusta a tanta gente, por lo que en las siguientes llamadas se cree
que los amenazaba con acusarlos de pedófilos, alegando que conocían
a muchos niños dispuestos a declarar ante un juez. La suma exigida
a cambio del silencio o de no detenerlos era de unos 700 dólares
USA, que debían ingresar en una cuenta.
Todo se destapó cuando alguien llamó a la policía
para quejarse sobre sus detectives. De momento, cuatro personas aseguran
haber sido víctimas de la pareja, pero la policía sospecha
que puede haber más, ya que usaban el truco en distintas ciudades
de Chile.
Capturan
a secuestradores de judíos
Andrea.
La policía francesa sigue la pista al caso más misterioso
de los últimos tiempos: el hallazgo en París, junto a las
vías de una estación de tren, de un joven desnudo y agonizante
con evidentes señales de tortura. El muchacho identificado como
Ilan Hamili, de 23 años y origen judío, quien falleció
camino al hospital, había sido secuestrado tres semanas antes.
Entonces Hamili recibió la llamada de una chica desconocida con
la que quedó ese mismo día, pero la cita en cuestión
terminó en el sótano de una banda parisina con experiencia
en secuestros, y cuyos miembros han sido detenidos en febrero (a excepción
de Yusef Fofana que consiguió huir temporalmente a Costa de Marfil).
Los detenidos reconocen haber secuestrado a Hamili "porque era judío
y los judíos tienen dinero".
Otros siete hombres, mitad judíos, han sido secuestrados de la
misma forma, confirmando la predilección de la banda por las personas
de este origen. Una de las víctimas aseguró que un secuestrador
le dijo "los judíos van a pagar" y "a mi no me gustan
los judíos". Aunque la policía insiste en que se trata
de una banda de criminales que atacan a judíos por la extendida
creencia de que tienen dinero y no por razones políticas, el crimen
ha ocasionado una ola de protestas y manifestaciones en Francia contra
el antisemitismo.
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