"Buenos días, arrodíllese", pum, pum. El Asesino de la Baraja
El Doctor Muerte bate su propio récord criminal
La policía detiene al Asesino en Serie de Wichita
Ladrones de película: la Banda de la Granada Falsa
Sobre como evitar ser jurado
Canadiense estafada por novio argentino
El mandrax protagoniza la delincuencia sudafricana
Comisaría argentina deja salir a pasear a los reos



"Buenos días, arrodíllese", pum, pum
El Asesino de la Baraja en la Audiencia Provincial de Madrid

Esther.
El fiscal solicitó 151 años y dos meses de cárcel para Alfredo Galán, presunto Asesino de la Baraja, por seis asesinatos consumados, tres en grado de tentativa, allanamiento de morada y tenencia ilícita de armas en el juicio que se celebró en la Audiencia Provincial de Madrid del 7 al 23 de febrero.
El criminal del naipe sembró el terror en las calles de Madrid, y poblaciones limítrofes, entre finales de enero y marzo de 2003. Escogía a sus víctimas aparentemente al azar, las liquidaba con una pistola de fabricación soviética y firmaba algunos de sus crímenes con una carta de la baraja española.
Las acusaciones particulares, por su parte, solicitaron una pena de 190 años de cárcel y que se declare al estado responsable subsidiario de los crímenes del ex militar para que indemnice a las víctimas.
La abogada de la defensa, Helena Echeverría, reconoció que la pistola con la que se cometieron los crímenes era propiedad de su cliente, pero negó el resto de las acusaciones. Galán se negó a declarar en el juicio.



 
Víctimas
Viernes 24 de enero de 2003, 11.30 horas de la mañana. Alguien entra en la vivienda del portero del número 89 de la calle Alonso Cano de Madrid y dispara a la cabeza del conserje, Juan Francisco Ledesma, de 50 años, delante de su hijo de 2 años. Su mujer encontró el cadáver poco después, con una herida de bala en la parte posterior del cráneo.

Miércoles 5 de febrero de 2003, 4.45 horas de la madrugada. Un conductor de autobuses encontró el cadáver de Juan Carlos Martín Estacio en una parada de la Alameda de Osuna (Madrid). Tenía 28 años y era limpiador en el aeropuerto de Barajas. También presentaba un disparo en la cabeza. Cerca del cuerpo apareció un as de copas.

Miércoles 5 de febrero de 2003, 4.30 horas de la tarde. Un hombre entró en el bar Rojas de Alcalá de Henares (Madrid) y le disparó a la cabeza al camarero, Mikel Jiménez Sánchez, de 18 años. Después le pegó un tiro a Juana Dolores Ucles López, una clienta, de 57 años, que estaba llamando por teléfono. Los dos fallecieron. Y, por último, efectuó varios disparos que hirieron a Teresa Sánchez García, de 38 años, dueña del bar y madre del camarero.

Viernes 7 de marzo de 2003, 2.30 horas de la madrugada.
Un hombre se acercó a una pareja de ecuatorianos que estaban hablando en una calle de Tres Cantos (Madrid). Sacó una pistola y le pegó un tiro en la cabeza a Santiago Eduardo Salas, de 27 años. Después intentó disparar contra Anahid Castillo Ruperti, de 29 años, pero se le encasquilló el arma. Huyó, tras dejar caer un tres de copas.

Martes 18 de marzo de 2003, 9.00 horas de la noche.
Alguien mató a tiros a una pareja de rumanos que estaban en un descampado de Arganda del Rey (Madrid). Gheoghie Magda murió en el acto y su mujer, Doina, horas después. Al lado de sus cuerpos aparecieron el tres y el cuatro de copas.

 


Confesión del presunto asesino
El 3 de julio de 2003 Alfredo Galán Sotillos se entregó en la comisaría de Puertollano (Ciudad Real). Al parecer, lo primero que le dijo a los agentes fue: "Soy el Asesino de la Baraja, estoy harto de la ineficacia policial".
Al principio, pensaron que se trataba de un desequilibrado en tratamiento psiquiátrico que había bebido alcohol. Para convencerles, Galán tuvo que dar algunos detalles que no habían aparecido en los medios de comunicación y que los propios policías de Puertollano tuvieron que consultar con los investigadores.
Según parece, el presunto asesino ofreció diversas explicaciones más o menos contradictorias: que quería probar que matar era fácil; que dejó de matar porque con el calor le molestaban los guantes, pero que pensaba reiniciar la actividad después del verano; que se entregó porque tenía remordimientos; o que se entregó porque, tras la publicación de perfil del asesino, creía que le iban a detener de un momento a otro, según contó uno de los agentes durante el juicio.
El acusado dijo, en aquella ocasión, que había usado una pistola Tokarev que compró en un bar de Mostar (Bosnia) por 400 euros y que fue introducida en España dentro de un televisor, enviado por correo militar. Según su versión, las balas se las trajo en su propio petate, cuando regresó a España.
Al parecer, también explicó que quería que creyeran que había dos asesinos y, por ello, no dejó siempre cartas y mató tanto a españoles como a inmigrantes. En otra ocasión dijo que él no había puesto la primera carta, y que tras observar la importancia que daban en los medios de comunicación a este detalle, decidió firmar sus crímenes con un naipe. (Esta versión parece más coherente porque la primera carta no tenía su característico punto azul en el envés y las tres primeras víctimas de la Tokarev no tenían naipe).
"Buenos días, arrodíllese", pum, pum. Un agente señaló en el juicio que así es como Galán se acercaba y liquidaba a sus víctimas, según su primera confesión, porque éste decía dar mucha importancia a los buenos modales y la educación.
Este detalle no coincide con las declaraciones de los supervivientes y, además, la trayectoria de la bala que mató al portero era casi paralela al suelo, por lo que, probablemente, no estaba de rodillas cuando le dispararon, aunque los forenses no lo descartaron. El que sí ha debido morir arrodillado es Juan Carlos Martín porque tenía los pantalones manchados de barro a la altura de las rodillas.
Alfredo Galán ratificó ante la jueza de Instrucción de Puertollano la confesión que había hecho en la comisaría e ingresó en la prisión de Herrera de la Mancha (Ciudad Real), a la espera de juicio.


Nueva declaración: los neonazis asesinos
El 10 de septiembre de 2003 el acusado cambió su declaración y negó ser el Asesino de la Baraja. La nueva versión que le dio a la jueza del Juzgado de Instrucción Número 10 de Madrid es un tanto enrevesada. Dijo que en enero de 2003 le vendió la pistola a un conocido. Que a finales de marzo de 2003 el comprador y un hombre de unos 33 años, ambos de ideología neonazi, le ordenaron que no contara a nadie a quien había vendido el arma, que seguía teniendo sus huellas.
A finales de abril, según esta versión, volvió a quedar con los dos hombres y, en esta ocasión, le dieron detalles sobre los crímenes (como lo de las marcas azules en el envés de las cartas). Después, le apuntaron con una pistola al ojo y le ordenaron que se entregara a la policía y se autoinculpara de los crímenes.
En un tercer encuentro, en mayo, le dieron un plazo de dos meses para entregarse, bajo la amenaza de que el cinco y el seis de copas serían para sus hermanas, según relató Galán. Además, si no se entregaba, contratarían a alguien por 5.000 o 6.000 euros para matarle, añadió el presunto asesino.



 
Pruebas e indicios
1. Su confesión en comisaría y la posterior ratificación ante la jueza. Galán reveló supuestamente detalles que no habían salido a la luz pública para convencerles de que era el asesino. Describió las posturas en las que quedaron los cadáveres, contó que encima de la mesa de la portería había una cartera y que había un punto azul pintado en el envés de las cartas.

2. Según la policía, el casquillo encontrado dentro de un jarrón en el domicilio de su hermana se corresponde con una bala disparada en casa del portero.

3. La policía encontró la sudadera, el chándal y los guantes que supuestamente utilizó para cometer los crímenes.

4. Desde que se entregó no se han dado a conocer más asesinatos con Tokarev y naipe, aunque los crímenes ya habían cesado cuatro meses antes de su confesión.

5. El acusado estuvo dos veces en Bosnia y, según la policía, la pistola con la que se cometieron todos los crímenes es yugoslava.

Retrato robot del asesino
6. Las víctimas que sobrevivieron le han identificado como el asesino durante el juicio. Aunque estas identificaciones no parecen demasiado fiables. Santiago Eduardo y la dueña del bar recuerdan ahora perfectamente su inconfundible nariz aguileña, pero antes de que se entregara no lo tenían tan claro. Por su parte, Anahid, la testigo ecuatoriana, dice que le ha reconocido por su mirada (que había descrito con anterioridad como la de un tiburón) y por rasgos generales.
Al parecer, Galán había sido descartado previamente de la lista de sospechosos después de que mostraran sus fotos a dos de los testigos, que no le identificaron. Además, en mayo de 2003 los agentes detuvieron a un sospechoso, al que sí había identificado una de las víctimas. Se trataba de otro militar de la brigada paracaidista de Alcalá de Henares, que también había estado en misión de paz en los Balcanes y al que se le relacionaba con grupos neonazis. Las dos mujeres sufren estrés postraumático crónico, según los peritos que declararon en el juicio. Una de ellas declaró que durante un tiempo le parecía que veía al asesino por todas partes.


7. Dos testigos señalaron en el juicio que Galán les había contado que se trajo una pistola de Bosnia.

La policía cree que el presunto Asesino de la Baraja se deshizo de la mayoría de las pruebas incriminatorias antes de confesar. No encontraron la redecilla que, según su confesión, utilizaba para recoger los casquillos; ni las dos barajas a las que pertenecían los naipes; ni los recortes de prensa sobre los asesinatos, que supuestamente había guardado; ni las zapatillas deportivas, que se cree llevaba cuando perpetró los crímenes y con las que se podían haber cotejado huellas y restos de tierra...Tampoco apareció la pistola. Alfredo Galán dijo que la había tirado a un contenedor de Puertollano y la buscaron en el vertedero de Almódovar del Campo durante meses, pero no apareció.


La pistola
La Zastava M57 es una variante de la Tokarev
Los investigadores dijeron que la pistola con la que se cometieron todos los crímenes era una Tokarev yugoslava del calibre 7,62 mm, con cargador para nueve balas. Deben referirse realmente a una Zastava M57 porque la Tokarev de ese calibre tiene un cargador para ocho balas.
La Zastava M57 es una variante de la Tokarev TT-33 rusa, que empezó a fabricarse en Yugoslavia en 1957.
La Tokarev TT-33, de 7,62 mm, tiene un cargador para ocho balas.
La Tokarev TT33 fue la pistola del Ejército Rojo
Se fabricó en Rusia entre 1933 y 1952. Fedor Tokarev diseñó un primer modelo en 1930, del que se fabricaron dos millares de ejemplares, y en 1933 simplificó el prototipo y se empezó a fabricar la TT-33 a mayor escala. Fue la pistola oficial del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial.
Durante la década de los años cincuenta la Unión Soviética autorizó a China,
Hungría, Corea del Norte, Polonia, Rumanía y Yugoslavia a que fabricaran la Tokarev TT-33. Cada país hizo sus propias modificaciones sobre el modelo ruso. La variante yugoslava es la Zastava M 57, que tiene también un calibre de 7,62 mm, pero el cargador es de nueve balas. Es una pistola semiautomática, que pesa 980 gramos (cargada) y tiene un cañón de 116 mm y una longitud total de 200 mm.

 


Datos Biográficos
Alfredo Galán Sotillos, 27 años, natural de Puertollano (Ciudad Real). Residente en Villalbilla (Alcalá de Henares, Madrid). Mal estudiante y aficionado al alcohol. Huérfano de madre, tiene cuatro hermanos. Su padre ingresó en un hospital con un ataque al corazón, cuando se enteró de lo que había confesado.

Septiembre de 1998.-
Ingresa en el ejército. Alcanza el rango de Cabo Primero del Regimiento de Paracaidistas de Alcalá de Henares.

2001.- Detención por conducir en estado de embriaguez.

- Participa en dos misiones humanitarias en Bosnia.

Enero 2003.- Regresa de Bosnia y le mandan a limpiar chapapote del Prestige a Galicia. Allí estuvo quince días. Se fue a dar una vuelta con el coche de una señora mayor, tras discutir con ella y romperle una ventanilla, lo que provocó que tuviera un problema con un superior, según el diario El País. Entonces, le mandaron al hospital militar Gómez Ulla de Madrid, donde estuvo ingresado un día. Le diagnosticaron neurosis y ansiedad. El alcohol era incompatible con la medicación que le recetaron, pero, al parecer, él siguió bebiendo.

4 de Marzo 2003.- Causa baja definitiva en el ejército. Este mismo mes empieza a trabajar como vigilante en el aeropuerto de Barajas para una empresa de seguridad, según el diario ABC. Según parece, se dio cuenta de que no iba a durar mucho en el ejército, tras el problema con el superior, y empezó a buscar otros trabajos. Pasó las pruebas psicológicas de la empresa de seguridad y de la Guardia Civil, pero no pasó las físicas de la Benemérita, según El País.

3 de julio de 2003.- Se entrega a la policía de Puertollano (Ciudad Real).

Personalidad
Los psiquiatras que le han visto, tras su detención, dijeron que mataba por placer, por gratificación personal y por experimentar el sentimiento de quitar la vida a otra persona. Le describieron como un sádico, manipulador, antisocial, agresivo y narcisista, que necesita sentirse admirado por los demás, y que presenta rasgos paranoides y un trastorno adaptativo de la personalidad. Los psiquiatras le calificaron en el juicio como un "depredador humano" que elige, humilla y mata a sus víctimas. Los investigadores hablaron de un hombre frío e inteligente y con afán de notoriedad.
Por otro lado, el profesor de psiquiatría forense de la Universidad Complutense José Antonio García Andrade dijo en el diario Galicia-hoxe que su perfil estaba más próximo a una personalidad "histérica", a un neurótico capaz de acusarse de asesinar a varias personas para hacerse famoso.
La verdad es que si sólo quería experimentar lo del sentimiento de matar a un ser humano, podía haber aprovechado las misiones humanitarias. (Salvo los norteamericanos, que tiene guerras propias con mucha frecuencia, los sádicos de otros países tienen una gran predilección por estas misiones, en las que cobran un sobresueldo importante y además se pueden dedicar a violar y matar impunemente). Matar a alguien en Bosnia, de un disparo en la cabeza, podría haber pasado inadvertido y no tendría demasiada importancia en comparación con las atrocidades de su guerra.


 
Asesino en serie o frenético
Los crímenes de la baraja parecen obra de un híbrido entre un asesino en serie y un asesino frenético (spree killer).
El asesino frenético típico es, como el asesino de masas, un tío abrumado por el fracaso (no se conocen mujeres asesinas de ninguna de estas dos tipologías). Siempre piensan que los culpables de todos sus males son los demás. Suelen sentir fascinación por las armas de fuego y sólo hace falta una desgracia (como que les despidan) para cargar la munición y empezar a liquidar a todo aquel que se les ponga por delante. El asesino de masas se va, por ejemplo, a un centro comercial y empieza a disparar indiscriminadamente o tiene problemas con sus familiares y, un buen día, estalla y decide cargarse a todos los que pueda. Después, generalmente, se suicida o sigue disparando hasta que lo mata la policía. En realidad, lo que quieren es morirse, pero deciden hacerlo de una forma escandalosa y masculina.
Los frenéticos son iguales, solo que matan en diferentes sitios y dejan pasar cierto tiempo (muy poco) entre los crímenes, como en los de la baraja. Tampoco escogen a sus víctimas, matan a los que tienen la mala suerte de cruzarse en su camino porque, al fin y al cabo, toda la sociedad es culpable de sus problemas.
Por el contrario, los asesinos en serie típicos sí escogen a sus víctimas, algunos quisquillosos se limitan exclusivamente a un tipo muy concreto: chicas rubias, con pelo liso, pantalones vaqueros,... porque su motivación es básicamente sexual y matan casi siempre al sexo y al tipo de persona que les atrae. Los seriales típicos nunca se entregan. Algunos han llegado a alegrarse de su detención porque ya estaban hartos de matar, pero no se entregan voluntariamente.
En cuanto a las circunstancias personales del acusado, coinciden con la definición del frenético en la existencia de un posible desencadenante. Hasta enero de 2003 Galán era un militar que había participado en dos misiones humanitarias, pero, tras quince días limpiando chapapote, se convirtió formalmente en un enfermo mental que protagoniza altercados absurdos y lo que es peor aún, discute con superiores, por lo que, previsiblemente, sus días estaban contados en el ejército.

Los "períodos de serenidad" del asesino en serie
El único problema para clasificar a los crímenes de la baraja como la obra de un frenético típico es la cuestión del tiempo. Ocho víctimas en algo menos de dos meses es demasiado tiempo para un frenético y demasiado poco para un asesino en serie.
Los intervalos de calma entre muertes son una de las características esenciales de los seriales (de hecho se les llama así por las series de la tele: todos los martes, a la misma hora, la misma historia). Mantienen un ciclo constante en sus crímenes. Empiezan, por ejemplo, matando a una persona por año y, según se van animando y cogiendo confianza, actúan cada ocho meses, siete, seis,... conocen a una chica y dejan de matar durante un tiempo, se divorcian y matan a más... Primero surge la idea de matar a alguien y se pasan un tiempo fantaseando y pensando a quién, cómo lo harán, dónde... Después entran en juego los inhibidores: piensan que les pueden coger, que no lo van a pasar muy bien en la cárcel,... y algunos hasta llegan a pensar que matar no está bien o que a sus familiares no les va a hacer gracia saber que tienen un pariente asesino. Superadas estas cuestiones, entran en otra fase y empiezan a concentrarse en la próxima víctima, ya están listos para matar. Después de matar vuelven los inhibidores: la idea de que les pueden pillar,... Todo el proceso se produce en un tiempo que suele ser más o menos constante para cada criminal y que determina esos intervalos "de serenidad" entre los asesinatos de una misma serie.


 






El Doctor Muerte bate su propio récord criminal

Shipman era un médico "adorable"
Esther. Harold Shipman se supera a sí mismo en la clasificación de asesinos en serie gracias al sexto y último informe oficial sobre sus crímenes, publicado en enero. Janet Smith, la autora del estudio, ha llegado a la conclusión de que el médico británico mató a un mínimo de 218 pacientes, entre 1971 y 1998, (171 mujeres y 47 hombres, de entre 41 y 93 años, a los que Janet ha conseguido identificar) y cree que la cifra total está alrededor de las 250 víctimas.
Para la elaboración de este último informe se analizaron las muertes producidas en los centros en los que trabajó el Doctor Muerte entre 1970 y 1975. En todos los sitios por los que pasó siempre había estadísticamente muchas más posibilidades de morir cuando él estaba de servicio. El informe sólo identifica con certeza a tres nuevas víctimas del asesino, pero indica que empezó a matar tras acabar el periodo de residencia y colegiarse.
El mayor asesino en serie de la historia moderna comenzó matando a pacientes que estaban muy enfermos y con el tiempo amplió su radio de acción a los sanos, que le debían caer mal. Smith cree que su fascinación por las drogas fue una de sus motivaciones y que se dedicó -en parte- a experimentar sus efectos con los pacientes.
En el primer informe oficial, publicado en 2002, Smith señaló que el médico había matado, como mínimo, a 215 pacientes entre 1975 y 1998, que tenía "sospechas reales" de que había matado a otros 45 pacientes y además clasificaba otras 200 muertes como "altamente sospechosas".


Más información en Harold Shipman: adicto a matar. Doctores y Ángeles de la Muerte (Adegüello, marzo 2004)




La policía detiene al Asesino en Serie de Wichita

Dennis está acusado de ser BTK
Esther. Tras tres décadas de investigaciones, el 26 de febrero la policía ha detenido por primera vez a un hombre acusado de ser BTK, el Asesino en Serie de Wichita (Kansas, EEUU). El sospechoso es Dennis Rader, de 59 años, un funcionario, casado y con dos hijos. Rader fue mecánico en el Ejército del Aire, durante cuatro años, terminó sus estudios universitarios en 1979, fue jefe de grupo en los Boy Scout y es un miembro activo de una iglesia luterana. Algunos vecinos han dicho que es un hombre encantador y otros le han descrito como arrogante, egoísta y detallista en el trabajo.
La policía dice que su ADN coincide con las muestras tomadas en, al menos, uno de los crímenes del asesino en serie. La hija de Rader pidió a la policía que le tomaran una muestra de sangre porque sospechaba que su padre era el asesino, según la cadena local de Wichita Kake TV. Al parecer, otra de las pruebas de cargo es un diskette que el asesino envió a la televisión en febrero de 2005 (BTK es muy aficionado a mandar poemas y tonterías a los medios de comunicación locales).
Las primeras víctimas de BTK fueron cinco miembros de la familia Otero, a los que asesinó en enero de 1974. Meses después, el criminal dejó una carta en la biblioteca de la universidad en la que se autobautizó como "BTK (Bind them, Torture them, Kill them) Strangler". Su máxima "atarlos, torturarlos y matarlos" resumía perfectamente el tratamiento con el que obsequiaba a sus víctimas.
Es un funcionario de Wichita
Los investigadores creían que BTK había matado a siete personas entre 1974 y 1977. Pensaban que el asesino dejó de matar en esta fecha por algún motivo (cambio de domicilio, fallecimiento, ingreso en prisión por otro delito o en un hospital psiquiátrico).
El caso se reabrió en marzo de 2004 porque BTK envió una carta al Wichita Eagle en la que reconocía ser el autor del asesinato de Vicky Wegerle en 1986. En el sobre iban también unas fotos del cadáver, tomadas en el lugar de los hechos, y el carnet de conducir de la víctima. A partir de ese momento, ya eran ocho las víctimas atribuidas al criminal de Wichita y ahora los agentes, tras la detención de Rader, dicen que son diez. Añaden a la lista los asesinatos de Marine Hedge, de 53 años, en 1985, y Delores Davis, de 62 años, en 1991. Según la policía, murieron de forma similar a las otras víctimas de BTK, aunque, en su caso, no dejó los cuerpos en el domicilio de las víctimas. El asesino en serie de Wichita solía colarse en las casas, cortaba la línea telefónica, ataba a sus víctimas con cuerda de persiana, las estrangulaba, dejaba todo lleno de semen y se llevaba algún objeto.


Más información: El regreso de BTK, el Asesino en Serie de Wichita (Adegüello, mayo 2004).




Ladrones de película
La Banda de la Granada Falsa se recicla constantemente

Juanma. La policía argentina empieza a hartarse de esta banda, que ha asaltado 26 bancos en un año. Ya han caído 16 de sus miembros, pero los cabecillas están libres y siguen reclutando nuevos integrantes.
Dejan una granada en el banco
La banda utiliza un sistema parecido al que se veía en la película "Le llamaban Bodhi" (Point Break), protagonizada por los guapísimos Patrick Swayze y Keanu Reeves. Ningún golpe debe durar más de noventa segundos. En el banco entran cuatro ladrones. Uno, que va armado, reduce al vigilante privado. Otro permanece en la puerta y va contando el tiempo que dura el atraco. Los otros dos saltan los mostradores y se llevan todo el dinero que haya en las cajas. Antes de cumplirse el minuto y medio, se marchan con lo que hayan pillado, sea poco o mucho. Al marcharse dejan en el suelo del banco una supuesta granada y dicen que va a explotar. Aprovechando la reacción de pánico, desaparecen.
La diferencia con los ladrones de la película americana es que éstos llegan y se marchan a pie o en transportes públicos. No utilizan coches para no dejar pistas. Otro detalle curioso es que se ponen pegamento en la punta de los dedos para no dejar huellas y evitar que les resbalen las manos en los cristales.





Sobre como evitar ser jurado

Esther.
La abogada Leslie Ballin les llamó el Jurado Infernal. Se trataba de un juicio celebrado en enero contra una mujer acusada de pegarle a la novia de su hermano en la cara con un ladrillo en Tennessee (EEUU). Entre el grupo de honrados ciudadanos escogidos al azar para formar parte del jurado había: un hombre que estuvo ingresado en un hospital psiquiátrico (tras intentar disparar contra su sobrino porque no quería salir de debajo de la cama), un ex alcohólico al que habían arrestado por solicitar los servicios de una prostituta que era una policía secreta (dijo en el juicio: "Debía haberme dado cuenta de que no era puta porque tenía todos los dientes"), un vecino de la acusada que explicó que en su barrio todos los que contratan a Leslie Ballin (abogada de la acusada) para su defensa son culpables. Otro de los ciudadanos dijo simplemente que era consumidor de morfina y que estaba colocado y se fue.
Tal vez estos ciudadanos estaban poniendo en práctica un sistema muy efectivo para evitar tener que ser jurado. A muchas personas no les gusta enfrentarse a la responsabilidad de condenar a alguien, así que suelen intentar evitar el trance de convertirse en jurado alegando que tienen mucho trabajo o muchas responsabilidades que atender, pero esto normalmente no sirve. Cuando han fallado todas las excusas y llega el día en que hay que presentarse en el juzgado, sólo queda contestar tonterías a las preguntas de las partes para que te recusen. La mejor respuesta que conozco es la que dio un hombre en un juicio por asesinato contra unas gitanas lesbianas, que se dedicaban al tráfico de drogas, y que estaban acusadas de contratar a un hombre para matar al marido de una de ellas, porque les había prohibido que se viesen. El candidato a jurado dijo que no quería formar parte del tribunal porque no se sentía capacitado. Le recordaron que era un deber y dijo que pasara lo que pasara les declararía inocentes. Como ya se habían entrevistado con varios candidatos que creían que todos los gitanos son delincuentes y con uno que dijo que no tenía nada contra las lesbianas porque le gustaba mucho verlas en películas porno, decidieron insistir, preguntándole sobre su capacidad para distinguir sobre el bien y el mal. El candidato siguió en sus trece y les dijo que su religión no se lo permitía y que ya se encargará Dios de juzgarnos a todos el día del Juicio Final. Seguramente pensaron que les había tocado un chiflado de una secta, pero él contestó que era católico apostólico romano, como todos. Fue uno de los recusados de la acusación.





 
Canadiense estafada por novio argentino

Andrea.
Una odisea pasó la turista canadiense Nicole Trembley, de 41 años, cuando decidió ir a Argentina para visitar a su novio Lucas. Al llegar al aeropuerto de Mendoza, en enero, había dos hombres esperándola en vez de su novio y le dijeron que Lucas había tenido un accidente y estaba en el hospital. Como le enseñaron fotos, la mujer accedió a irse en un taxi con ellos. Los hombres la llevaron a una casa donde la torturaron para que les entregara el dinero y le quitaron los 1.500 dólares que traía. Después la dejaron cerca de un hipermercado a las afueras de Mendoza. Ella pidió ayuda a los guardias del centro comercial, quienes la llevaron a la comisaría. Extrañamente, los policías no le dieron importancia a su denuncia.
Mientras pasaba todo esto, el supuesto novio estuvo detenido en la comisaría para comprobar sus antecedentes, durante 12 horas. Evidentemente, al juez encargado del caso le pareció un poco raro pues el joven podría haber avisado a su familia para que recogieran a su novia, pero no lo hizo. El oficial ayudante Julio Sans está detenido porque no notificó el secuestro a la justicia, mientras que Diego Martínez, otro policía, está acusado de haber acordado la detención de Lucas para que tuviera una coartada. Curiosamente el suegro de Martínez vive en Canadá y es vecino de la víctima.
Nicole ha vuelto a su país y es poco probable que piense en echarse otro novio argentino, al menos en un futuro próximo.



 




El mandrax protagoniza la delincuencia sudafricana

Esther.
El 75 por ciento de los asesinatos y violaciones más violentas y brutales que se registran en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) los cometen adictos al Mandrax y personas que están en tratamiento de desintoxicación, según el diario Cape Argus. Mutilaciones, violaciones de ancianas, ensañamientos,... están ligados con mucha frecuencia a los crímenes de los adictos.
El Mandrax es una droga sintética de bajo precio, cuya sustancia activa es la metacualona. Se trata de un barbitúrico, con fuerte dependencia física y psíquica, que produce disminución del nivel de conciencia, sensación de descanso, relajación muscular, euforia y desinhibición afectiva. Si se mezcla con alcohol, también puede producir delirios y alucinaciones y un aumento de la agresividad. La agresividad es uno de los efectos secundarios junto con depresión, pérdida de peso, jaquecas, calambres digestivos, insomnio y epilepsia.
Los mayores productores de Mandrax son India, Pakistán, Kenia, Tanzania, Zambia, Swazilandia, Mozambique y Sudáfrica. Este último es el país en el que más se consume.
Mandrax original
Se comercializa en comprimidos que se fuman pulverizados y -a veces- se mezclan con Marihuana. Las pastillas originales son blancas y tienen las letras "MX", en un lado, y "Rl", en el otro. Actualmente también se fabrican en otros colores y en cápsulas azules y blancas, con las mismas letras impresas.
En Gran Bretaña las llamaban "mandys" en los años setenta. En la actualidad, no hay constancia de que se consuman en Europa, aunque es posible que circulen confundidas con otras sustancias. En junio de 2003, por ejemplo, la policía española detuvo en la Estación Sur de Autobuses de Madrid a Gil Dumitrescu, un rumano de 35 años, con 25.500 pastillas blancas, redondas, con el logotipo "MX". La policía dijo que eran éxtasis (derivado de las anfetaminas).





Comisaría argentina deja salir a pasear a los reos

Andrea.
Una joven de 18 años que volvía caminando a su casa de madrugada, en enero, fue atacada por un hombre que intentó violarla en Rosario (Argentina). Como la víctima opuso resistencia y había otras personas cerca, el hombre desistió de su intento y se dio a la fuga. Dos días más tarde, y todavía no recuperada del susto, la joven paseaba con su padre por el centro de la ciudad cuando vio al hombre que la había atacado caminado tranquilamente por la calle. Padre e hija lo siguieron, observando con sorpresa como entraba en una comisaría. Ese mismo día la víctima denunció a su atacante a la policía y la fiscalía.
El violador resultó ser, no un policía como se podría haber pensado en un principio, sino Jose Horacio Salías de 34 años, recluso que estaba cumpliendo una condena 12 años por violación y que el día del ataque estaba disfrutando de un "permiso de salida laboral". Al parecer, el juez provincial de ejecución penal le había concedido el traslado a una comisaría, pero no el permiso de salida. Mientras las autoridades provinciales de seguridad están investigando si los funcionarios de policía dejaron salir al reo a cambio de dinero o favores, todos los presos alojados en comisarías han sido devueltos a las cárceles y se ha iniciado un sumario contra varios oficiales de la institución.
Lo que todavía no esta claro es si el violador consideraba sus ataques sexuales como un asunto "laboral" o no, pero por si acaso se están investigando otras violaciones que hubieran ocurrido en la zona durante dichos permisos de salida.




 

 


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número 8- marzo 2005


 

 
 
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