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De todas formas, Berkowitz no puede beneficiarse de la venta de su historia o pertenencias porque, a raíz de su detención en 1977, el estado de Nueva York aprobó una ley que impedía que los delincuentes obtuvieran cualquier tipo de beneficio económico por sus crímenes. A la ley que prohibía que el dinero de las ventas de autobiografías, derechos cinematográficos, objetos personales o entrevistas fuera a parar a los delincuentes se la llamó entonces, en su honor: "La Ley del Hijo de Sam". Otros treinta estados y el gobierno federal aprobaron con posterioridad sus propias versiones de la ley. En la mayoría de los casos se han ido aprobando enmiendas de los textos originales encaminadas a extender la definición de beneficios económicos por la comisión del delito a cualquier dinero que reciba el criminal en cualquier momento y de cualquier fuente. Es un tema controvertido que mantiene a los legisladores entre el Tribunal Supremo, que ha decidido en diversas ocasiones que determinadas leyes del Hijo de Sam eran contradictorias con la Primera Enmienda, en la que se establece la libertad de expresión y prensa, y los intereses del Consejo de Víctimas de Delitos (Crime Victims Board), que es el encargado de recaudar los beneficios económicos generados por los delincuentes por estos temas. Las familias de las víctimas, por lo general, no quieren que salga a la luz nada les recuerde los hechos delictivos. A ellos se enfrentan los que creen que la libertad de expresión está por encima y que suelen aducir, entre otras cosas, que los crímenes son también parte de la historia de un país y que no se puede dejar de contar lo que no nos gusta.
El padre de Lauria dijo, de todas formas, que sólo una persona despiadada era capaz de ir a rodar al Bronx una película sobre el asesino de parejas de Nueva York. Terror en Nueva York Julio de 1977, una ola de calor azota Nueva York, mientras un asesino en serie deambula por las calles buscando parejas a las que matar. Max Factor crea una nueva crema hidratante: Autodefensa. "Una cara bonita no está a salvo en esta ciudad", decía el eslogan. En plena psicosis colectiva se produce un apagón de 25 horas que convirtió al 13 de julio de 1977 en la "Noche del Terror". Oscuridad, saqueos en los comercios, los barrios negros e hispanos en llamas y un asesino en serie suelto, cuyo retrato robot empapela la ciudad. Los crímenes empezaron el 29 de julio de 1976, pero hasta después del cuarto tiroteo nocturno contra parejas no se dieron cuenta de que había un asesino en serie suelto en la ciudad de Nueva York. Se trataba de un hombre que por la noche se solía acercar a parejas de novios o de amigas que estaban dentro de un coche aparcado y, sin mediar palabra, vaciaba el cargador de una pistola del calibre 44.
En abril de 1977 se produjo el sexto tiroteo contra una pareja de novios y en esta ocasión el criminal dejó una nota dirigida al policía que estaba a cargo de las investigaciones, dolido porque éste había declarado que el asesino odiaba a las mujeres. La nota iba firmada por "Sam's Creation .44", así que la prensa ya tenía un nuevo nombre para el criminal: "El Hijo de Sam". Los psiquiatras elaboraron entonces un perfil de asesino que le describía como un esquizofrénico paranoide solitario, que tiene dificultades para relacionarse sobre todo con las mujeres. Encantado con su popularidad, el asesino envió poco después otra carta a un periodista del Daily News en la que avisaba que volvería a matar. "Sam es un tío sediento. No me dejará parar de matar hasta que esté saciado de sangre", decía entre otras cosas. Un nuevo tiroteo en junio de 1977 logró que el terror se apoderara de la ciudad. El chiflado de Yonkers
Sam Carr, un jubilado que vivía en Yonkers con su familia, empezó a recibir anónimos quejándose de los ladridos de su perro Harvey, un Pastor Labrador negro. La última nota decía que el animal estaba destruyendo su familia, que no tenía paz ni descanso y acusaba a Carr de crueldad, egoísmo y falta de consideración y amor hacia los demás seres humanos. "Ya no tengo nada que perder, puedo ver que no habrá más paz en mi vida o en la de mi familia hasta que acabe con la tuya", añadía la misiva. Carr avisó a la policía y días más tarde, en abril de 1977, oyó un disparo y vio a un hombre huyendo y al perro sangrando en el patio de la casa. Posteriormente, otro vecino de Yonkers, Jack Cassara, recibió una extraña carta en su casa de New Rochelle firmada por un desconocido Sam Carr. Cassara se puso en contacto con Carr y hablaron de los anónimos, del disparo al labrador y del Pastor Alemán de Cassara, al que habían matado a tiros. El hijo de Cassara llegó a la conclusión de que podía tratarse de David Berkowitz, un joven extraño que había alquilado una habitación en su casa a principios de 1976 y que se marchó sin dar explicaciones y sin reclamar la fianza. Mientras tanto, Craig Glassman, un enfermero vecino de Berkowitz, empezó, también, a recibir anónimos que hablaban sobre la existencia de un grupo demoníaco en Yonkers integrado por los Glassman, los Carr y los Cassara. "Es verdad, soy el asesino, pero los crímenes están bajo tus órdenes", ponía en una de las cartas recibidas por el enfermero. La captura
Confesiones Berkowitz confesó todos los crímenes atribuidos al Hijo de Sam, a los que añadió el apuñalamiento de una chica de 15 años el 24 de diciembre de 1975, antes de comprarse la pistola. Parecía que en el fondo estaba deseando que le cogieran y se mostraba sonriente ante la prensa. Confesó también que antes de empezar con los asesinatos había provocado cerca de dos millares de incendios en la ciudad, cuyas descripciones recogía en su diario. Era una señal de peligro que pasó desapercibida. La piromanía es uno de los vértices que conforman la Tríada Homicida, los tres rasgos o señales que suelen distinguir a los asesinos en serie antes de que empiecen a matar: Hacerse pis en la cama hasta una edad poco habitual (Chikatilo), disfrutar torturando a animales (Ian Brady) y la tendencia a la piromanía. Durante el juicio declaró que sólo cumplía órdenes del Pastor Labrador de Carr, que estaba poseído por un demonio de 6000 años, y que con sus ladridos le ordenaba matar porque necesitaba víctimas para sus sacrificios. Los psiquiatras de la defensa dijeron que era un esquizofrénico paranoide y los de la acusación consideraron que era imputable, aunque tenía una personalidad neurótica y paranoide. Finalmente, el 23 de agosto de 1977 le condenaron a 365 años de cárcel por los crímenes.
Posteriormente, en 2002, cuando se presentó ante un juez que debía decidir sobre la posibilidad de concederle la libertad condicional, volvió a su primera versión y dijo que creía que no se merecía la libertad y que cuando cometió los crímenes estaba fuera de control, convencido de que era un soldado bajo el mando del demonio. Datos biográficos David Berkowitz nació el 1 de junio de 1953. Su madre biológica lo dio en adopción. Era una judía de Brooklyn que se casó con un italiano con el que tuvo una hija. El marido se fue con otra y ella inició una relación con un hombre casado, que se enfadó al enterarse de que iban a tener un hijo: David. Así que, ya antes de que naciera, decidió darlo en adopción a un matrimonio judío que no tenía hijos, Nat y Pearl Berkowitz. Fueron unos padres abnegados que lo criaron en el Bronx. El niño era aparentemente normal, aunque un tanto solitario, hiperactivo y violento. Su madre adoptiva murió de cáncer en 1967, y David se quedó desolado y empezó a pensar que su muerte formaba parte de un plan para destruirle. Nat se casó nuevamente en 1971 y, posteriormente, se fue a vivir a Florida, dejando a la deriva a un David, que cada día era más introvertido. Ese mismo año entró en el ejército, en el que permaneció tres años. Estuvo en Corea, donde tuvo su única relación sexual con otro ser humano: una prostituta que le contagió una enfermedad venérea. De vuelta en Nueva York, empezó a provocar incendios por toda la ciudad, al tiempo que escribía a su padre contándole que la gente en general le odiaba y, especialmente, las mujeres que le gritaban "feo" por la calle. En enero de 1976 se mudó a vivir a casa de los Cassara en Yonkers. Pensaba quedarse allí dos años, pero el Pastor Alemán de la familia ladraba mucho y no le dejaba dormir. A los tres meses se fue a vivir a otro apartamento en Yonkers, pero no se pudo librar de los canes y le tocó como vecino el Labrador de Sam Carr. Cuando le detuvieron, Berkowitz era un cartero de 24 años, tímido, solitario y regordete, que vivía en una habitación con un colchón en el suelo y una manta clavada en la ventana, a modo de cortina. Tenía todas las paredes de su habitación pintarrajeadas con mensajes del tipo: "Kill for my Master". Era un aficionado a las películas de terror que soñaba que tenía un físico espectacular y que era un magnífico amante con las mujeres. Antes descuartizador suicida que gay Andrea. La aparición a finales de marzo de un pie humano en un descampado de Santiago (Chile) fue el comienzo de uno de los misterios policiales más seguidos por los medios de comunicación y la sociedad chilena. En los días siguientes fueron apareciendo torso, brazos, piernas, pies y manos en distintas zonas de la ciudad. Aunque el asesino había tomado la precaución de rebanar las yemas de los dedos para evitar una identificación por la huella dactilar, los peritos consiguieron reconstruir parte de la huella inferior y la compararon con una base de datos. El descuartizador también había arrancado todo trozo de piel que permitiera identificar el cadáver, excepto un tatuaje de cupido, muy popular en las cárceles chilenas. Con esto y el trozo de huella se logró identificar a Hans Pozo, un joven de 20 años que había cumplido condena por tráfico de drogas. Pozo, quien se dedicaba a la prostitución para pagar su adicción a una droga parecida al crack, llamada "pasta base", había desaparecido hacía algunos días, pero las personas que lo conocían estaban acostumbradas a ausencias sin explicación. El funcionario ejemplar Después de investigar a varios sospechosos que resultaron ser inocentes, un contingente policial se presentó en una distribuidora de helados con la intención de interrogar a Jorge Martínez, un funcionario municipal de 33 años, hijo, padre y marido ejemplar. Pero el hombre se pegó un tiro en la sien antes de que los policías pudieran interrogarlo. En un principio su familia acusó a la policía de haberlo matado, pues Martínez era un padre de familia tan honrado que no tenía motivos para suicidarse, pero las pruebas periciales demostraron que sí fue un suicidio. Al día siguiente, la familia publicó una carta escrita, en teoría, por el suicida que, según dijeron, estaba escondida en un piano. En ella, el fallecido explicaba que Hans Pozo lo chantajeaba y que había amenazado a su familia.
Con ello, parece comprobarse que el 27 de marzo por la noche Jorge Martínez, harto del chantaje, prefirió matar de dos tiros en la nuca a su amante para después ponerlo en un congelador de su distribuidora de helados y descuartizarlo personalmente, antes que permitir que su círculo conociera sus inclinaciones homosexuales. Y es que en Chile, ser gay todavía sigue siendo algo sólo aceptado socialmente en hombres de altos ingresos y dedicados a la literatura, la fotografía, la dirección de teatro, el cine y otras actividades artísticas.
Identifican en prisión a asesino de "La Rochela" Esther. En Colombia localizaron en marzo a uno de los acusados de haber matado a doce personas en la masacre de "La Rochela". Gilberto Silva Cortés, alias Picapiedra, no estaba escondido en una granja de su pueblo (como los mafiosos italianos) ni había huido a otro país, lo encontraron en la cárcel de Palo Gordo de Girón (Santander, Colombia), donde había entrado con nombre falso para cumplir condena por otro homicidio. En cualquier otro sitio los asesinos de jueces y policías se convierten en una prioridad para los investigadores, pero Colombia es un mundo aparte. El 18 de enero de 1989 una comisión judicial integrada por dos jueces, dos secretarios judiciales, dos conductores y ocho miembros de la policía judicial fueron al corregimiento "La Rochela" en el Bajo Simacota (Santander, Colombia) a investigar la muerte de 19 comerciantes, que habían desaparecido en octubre de 1987 cuando se desplazaban de Cúcuta a Medellín. Allí se encontraron con un grupo de ocho hombres armados, vestidos de militar y liderados por Alonso de Jesús Baquero Agudelo, alias Vladimir, que decían pertenecer al frente 23 de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Explicaron que querían colaborar en las investigaciones y que les llevarían al lugar donde se había producido la masacre de los comerciantes. Les convencieron para que se hicieran pasar por sus rehenes, aduciendo que las tropas del ejército Nacional andaban cerca y que, de otra manera, se podía producir un conflicto armado. Así, los jueces, secretarios, conductores y policías se dejaron desarmar, maniatar y subieron voluntariamente a los vehículos de los supuestos guerrilleros. Entonces, se los llevaron a la localidad de La Laguna y les dispararon. Mataron a todos menos a dos policías que se hicieron los muertos. En octubre de 1997 un colectivo de abogados presentó una petición de condena contra el estado colombiano por su actuación en esta masacre, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que resolvió a su favor. Los peticionarios alegaban que la masacre fue obra de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en coordinación con miembros del ejército, que querían acabar con las investigaciones sobre la muerte de los comerciantes en la que estaban involucrados. Por su parte, la fiscalía colombiana reconoció la participación de las Autodefensas, pero señaló que la presencia de la comisión en la zona alertó a los narcotraficantes Pablo Escobar Gaviria, Gonzalo Rodríguez Gacha y Henry Pérez, que tenían cinco laboratorios en la zona y presionaron para que desaparecieran los funcionarios. En marzo la fiscalía colombiana anunció que Silva, junto con Lanfor Miguel Osuna Gómez y Jairo Iván Gálvis, habían sido acusados de homicidio agravado, tentativa de homicidio agravado y secuestro extorsivo agravado por su participación en la masacre de La Rochela. En 1990 ya habían condenado a Vladimir a 30 años de cárcel por ser el máximo responsable del asesinato de casi un centenar de personas en cuatro masacres distintas, entre ellas la de la comisión judicial. En 2005 le dejaron en libertad condicional, decisión que la procuraduría colombiana ha anunciado que estudiaría. Las masacres
Amnistía Internacional señala que la mayoría de los homicidios, masacres, desapariciones, torturas y desplazamientos forzados que se han registrado en los últimos años son obra de los paramilitares de las Autodefensas. En 2003, según el diario colombiano El Nuevo Día, se registraron 1440 víctimas en más de 300 masacres. La mayoría eran campesinos, seguidos de comerciantes, estudiantes, indígenas y obreros. Los paramilitares fueron los responsables de un 70 por ciento de los crímenes multitudinarios, la guerrilla, de un 27 por ciento y un tres por ciento se atribuyen a la fuerza pública, según el mismo diario. Secta carcelaria en el mayor juicio capital de la historia Andrea. La policía ha detenido en marzo a Clifton Bloomfield acusado de secuestrar y retener contra su voluntad a una pareja en Nuevo México. El hombre, quien también enfrenta cargos por posesión de drogas y armas, pertenece a la famosa "Aryan Brotherhood" o "Hermandad Aria", un grupo racista con gran poder en las cárceles de Estados Unidos, cuyos cabecillas están siendo juzgados en lo que es el juicio capital más grande de la historia. Dieciséis hombres arriesgan una condena a muerte por 32 asesinatos e intentos de asesinato, ordenados dentro de las prisiones. El grupo, nacido en la prisión de San Quintín en 1967, intentó ser una respuesta a la violencia que sufrían los presos de raza blanca, en general minoritarios, por parte de grupos mexicanos y la mafia italiana. Sus miembros tienen que hacer un juramento de lealtad con sangre y deben prometer seguir el lema de la hermandad: "My life is forfeit should I face my brothers" ("Mi vida no vale nada si me enfrento a mis hermanos") y suelen llevar tatuajes de un trébol, símbolo del origen irlandés de sus fundadores. Los miembros del clan se comunican entre sí con mensajes escritos con tinta invisible. El consejo de dirección
Aunque el FBI llevaba mucho tiempo intentando llevar ante la justicia a sus líderes, no pudo reunir pruebas hasta 1997, fecha en la que reclutó a varios ex convictos que habían abandonado la hermandad y estaban dispuestos a testificar contra los líderes. Fruto de esta colaboración, en 2002 detuvieron a cuarenta miembros del grupo por cargos de diversa índole. En los últimos tiempos la secta se enfrentó al dilema "renovarse o morir" y, como las estadísticas no ayudan con el número de personas de raza blanca en prisión, ahora ni siquiera es necesario ser blanco para entrar en la hermandad. Despechada ardiente se enfrenta a décadas de cárcel Esther. A juzgar por lo que dice el fiscal, Carmen G.H. no lleva nada bien las rupturas sentimentales. Pretendientes no le faltan, pero parece que cuando la cosa no cuaja a la despechada le da por la piromanía. La acusación ha solicitado que la condenen a 38 años de cárcel por un delito continuado de incendios y dos de lesiones, durante el juicio que se celebró en marzo en la Audiencia Provincial de Barcelona. Dicen que entre octubre de 2003 y febrero de 2004 le prendió fuego a tres viviendas y lo intentó dos veces con un garaje para vengarse de dos ex novios o ex amantes.
Ya en enero de 2004 le tocó el turno a otro incauto, Jesús, de L'Hospitalet de Llobregat. Ardió la puerta de su piso y el fuego se llegó e extender a los adyacentes, causando quemaduras a varios vecinos. Poco después, dice el fiscal que lo volvió a intentar, pero se equivocó y lo que ardió fue el piso de otras personas, similar al de Jesús pero en otro edificio. La acusada negó los incendios de las propiedades de Ramón y admitió los destinados a Jesús, aduciendo que el hombre la había violado dos veces. Por su parte, Jesús ha declarado que mantuvo relaciones sexuales consentidas con la acusada en dos ocasiones.
La justicia tarda y no llega en la India Andrea. El caso de la modelo Jessica Lal no ha servido para mejorar la imagen del sistema judicial de la India. Casi siete años después del crimen, ocurrido en 1999, los nueve sospechosos del asesinato fueron absueltos en marzo, pero unas semanas después el juez ha emitido una nueva orden de arresto contra ellos.
Así, siete años más tarde, el juez tuvo que dejarlos en libertad por falta de evidencias, pero la decisión ha causado una ola de protestas populares exigiendo justicia para la joven. Es por ello que la Alta Corte de Delhi ha fijado una nueva audiencia en la que tendrán que comparecer otra vez los nueve acusados, ya en libertad tras pagar sus fianzas respectivas, y pedirá que se traduzca la evidencia al inglés. La familia de la difunta modelo espera que esta vez se imponga justicia y se castigue por fin a los culpables. La banda de la excavadora arrasa en Levante
Sus asaltos se acercan a la veintena, aunque no siempre consiguen su objetivo y acaban huyendo con las manos vacías. En Gatova (Valencia) ignoraron los gritos de los vecinos que anunciaban que iban a llamar a la guardia civil, pero se acabaron marchando, sin lograr su objetivo, cuando empezaron a tirar petardos. En Alpuente (Valencia) la guardia civil llegó a sacar dos helicópteros y perros para seguirles el rastro. Días antes habían actuado en Barx (Valencia), donde se llevaron 60.000 euros de una caja fuerte con su modus operandi habitual. A las cuatro de la madrugada del 27 de marzo talaron varios árboles con los que cortaron las carreteras y los caminos rurales de acceso al pueblo. Cuatro encapuchados cortaron los anclajes de la caja fuerte con sierras radiales y se la llevaron en un vehículo robado. El coche y la caja abierta aparecieron a las afueras del pueblo. Otras veces, en vez de árboles, dejan maquinaria pesada impidiendo la circulación en las carreteras de acceso y después vacían el combustible y se llevan las llaves. Como hay obras por todas partes, no les resulta difícil conseguir las excavadoras y maquinaria pesada que necesitan para llevar a cabo sus robos. Los que han llegado a verles dicen que se trata de un grupo de hombres de la Europa del Este. Por qué siempre actúan en la misma zona es una incógnita. A estas alturas, cada vez que un vecino ve pasar una excavadora de madrugada, ya sabe que su pueblo va a ser el siguiente. Por si fuera poco, en Chulilla (Valencia) ha aparecido otra banda ingeniosa que intentó llevarse la caja fuerte del banco la madrugada del 29 de marzo, tras dejar al pueblo sin línea telefónica. No cortaron las carreteras, así que probablemente no se trata de la misma banda. Los ladrones llegaron a quitar los anclajes de la caja fuerte, pero huyeron sin el botín, tras percatarse de que había una patrulla de la guardia civil rondando. Cortan carreteras para robar un banco en Castellón (Adegüello, enero 2006) Imitador de Freddy Kruger rememora sus crímenes Andrea. David González, de 25 años, acusado de cuatro asesinatos, ha sido condenado en marzo a cadena perpetua. Sus víctimas fueron Jean y Derek Robinson, asesinados en su hogar de Highgate Hill (Reino Unido) con un cuchillo; Kevil Mohillo, atacado en plena calle del norte de Londres; y Marie Harding, de West Sussex. También hay dos hombres que sobrevivieron a sus ataques en plena calle, para los que González se preparaba ingiriendo un cóctel de alcohol y drogas.
El psiquiatra que lo ha examinado dice que aunque González tiene un trastorno de personalidad anti-social, esto no le impide distinguir el bien y el mal, por lo que es totalmente responsable de sus actos. La madre del acusado, por su parte, dice que ella advirtió a los servicios sociales que su hijo era un peligro, pero éstos le dijeron que no podían hacer nada hasta que no tuviera una "crisis". Tampoco la institución que le prestó servicios de psiquiatría durante algunos años cree que hubiera ninguna forma de predecir los crímenes, pues aunque no era una persona normal, tampoco había dado muestras de agresividad anteriormente. González ha admitido el intento de asesinato de dos personas en septiembre de 2004 aunque niega todos los demás. Piden sesenta años para asesinos inmobiliarios Esther. El fiscal de la Audiencia Provincial de Alicante ha solicitado una pena de 62 años de cárcel para Jorge Real Sierra, de 56 años, y otra de 54 años para su cuñado Juan Antonio Velázquez González, de 40, por el secuestro y asesinato de los británicos Anthony y Linda O'Malley en septiembre de 2002. Anthony, de 43 años, y Linda, de 55, aparecieron muertos en la bodega de una casa de Alcoy (Alicante) en marzo de 2003. El matrimonio de Gales (Gran Bretaña) había venido a España en agosto de 2002 para comprar una vivienda donde retirarse en el futuro. Se cree que en su búsqueda se encontraron con los venezolanos Real y Velázquez que anunciaban la venta de una casa que realmente tenían alquilada. Al parecer, cuando acudieron al domicilio, les encerraron atados y amordazados en la bodega. Durante el cautiverio, obligaron al marido, a punta de pistola, a sacar unos 28.000 euros de una cuenta bancaria que habían abierto en Benidorm, según el fiscal. El cadáver del marido apareció maniatado y con una bolsa de plástico en la cabeza y la mujer murió de un ataque al corazón por el estrés padecido durante el cautiverio, según el forense. Los acusados han reconocido que estafaban a la gente con la venta de una propiedad que tenían alquilada, pero han negado el secuestro y asesinato de la pareja. Les detuvieron después de que la policía británica avisara a la española que la familia de las víctimas había recibido un e- mail desde un cybercafé de Valencia de un hombre que se ofrecía como mediador en el secuestro de los británicos, que hasta entonces figuraban como desaparecidos, a cambio de 11.600 euros. Posteriormente, intercambiaron más e- mails y llamadas telefónicas, y los investigadores descubrieron que la descripción de los empleados del cybercafé del hombre que había enviado los mensajes, coincidía con la del hombre que había estado utilizando la tarjeta de crédito de la pareja. Finalmente, identificaron el teléfono de Jorge Real y les detuvieron, a Real con una bolsa en la mano que contenía una pistola y una placa de policía falsa. |
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